Alimentos transgénicos en Chile

Los alimentos transgénicos son aquellos a los cuales se les ha hecho algún tipo de mejoramiento genético no por medio de selección sino que directamente, insertándoles genes de otras especies, con la intención de mejorarlos. Tales genes insertados tienen las características que se desean agregar al alimento que se está intentando mejorar. En el fondo se crea una nueva variedad que tiene genes de otro ser viviente, por lo tanto su germoplasma es modificado.

1.- LA VALIOSA BIODIVERSIDAD AGRÍCOLA DE CHILE

Chile es un país temperado y una isla ecológica que se caracteriza por una biodiversidad moderada en números, pero con una fauna y flora única y exclusiva a nivel mundial con altos niveles de endemismo. Por ejemplo, más del cincuenta por ciento de la flora y cerca del ochenta por ciento de los anfibios chilenos son endémicos.

Chile también posee una rica biodiversidad agrícola con 32 recursos fitogenéticos nativos de importancia para la agricultura. Chile es además centro de origen de la papa (Solanum spp.), frutilla (Fragaria chiloensis) y tomate (Lycopersicon chilense). Posee cultivos tradicionales como el maíz y frejol que han sido cultivados y mejorados por los campesinos chilenos por cientos de años. Los recursos genéticos chilenos se encuentran amenazados por problemas de erosión genética.

La integridad de estos valiosos recursos genéticos nativos se vería seriamente amenazada al introducirse versiones transgénicas de estas u otras plantas emparentadas al país. Ello significaría la pérdida irreversible de un germoplasma nativo único y exclusivo en el mundo, adaptado a condiciones locales y con características sumamente valiosas de adaptación a condiciones adversas.

2.- LA SITUACION DE LOS TRANSGÉNICOS EN CHILE

2.1 NORMATIVA SOBRE LIBERACIÓN DE TRANSGÉNICOS

La única normativa específica en Chile respecto a transgénicos se encuentra en una Resolución del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) sobre Normas y Regulación de Liberación de Transgénicos. Según este decreto, sólo se autoriza en Chile la entrada de semillas transgénicas para multiplicación con fines de exportación. No se permite liberación de transgénicos para consumo. Las normas de bioseguridad sólo se refieren a cumplir una cuarentena  fitosanitaria, sin considerar el impacto de estos cultivos sobre la biodiversidad y el medio ambiente. Una Comisión Asesora de Liberación de Transgénicos (CALT), presidida por el SAG, establece los requerimientos de bioseguridad para los cultivos transgénicos en Chile. Esta comisión, no está abierta a la participación de organizaciones ciudadanas.

Por otra parte, la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente, considera la liberación de transgénicos como actividad que debe someterse a un estudio de impacto ambiental obligatorio, pero no se aplica.

2.2 LIBERACIÓN DE TRANSGÉNICOS EN CHILE

Un reciente informe de gobierno, revela que Chile ha permitido la internación de material transgénico desde 1992. Aunque no existen datos de la superficie sembrada en esos años, el informe sí revela un rápido aumento del área sembrada en los últimos años. En 1997, la superficie sembrada de transgénicos alcanzó un total de 7.152 hás, mientras que en 1998 esta superficie aumentó cuatro veces, a 28.541 hás. La tasa de aumento de cultivos transgénicos en Chile es superior al aumento a nivel mundial que subió 2,5 veces entre 1997 y 1998.

Los cultivos preponderantes en 1998 corresponden a maíz transgénico con 27.547 hás, seguido de soya transgénica con 838 hás. Otros cultivos sembrados en 1998 son canola (132 hás), remolacha (21 hás), melón (0,23 há), papa (2,5 hás) y tomate (0,22 há). Los cultivos transgénicos se habrían efectuado a lo largo del país en ocho de las trece regiones de Chile: I, V, RM, VI, VII, VIII, IX y X.

El informe no sólo da a conocer que extensas superficies de nuestro territorio se encuentran sembradas con transgénicos, sino que además revela que el 99,4 por ciento (28.371 hás) de la superficie plantada en 1998 correspondió a cultivos sin cuarentena de bioseguridad que incluyen 27.546 hás de maiz y 825 hás de soya sembrados en cinco regiones del país: I,V,RM,VI y VII. También se  sembró canola transgénica sin medidas de bioseguridad en 1996.

El número de compañías involucradas en la siembra de transgénicos sin medidas de bioseguridad aumentó de dos en 1994 (Semillas Pioneer Chile Ltda. y Massay Agriculture Service Ltda.) a trece en 1998, liderada por Pioneer con 17.472 hás, ANASAC con 2.986 hás, Massay con 2.825 hás, Compañía Industrial de Semillas con 1.426 hás, Agrotuniche con 1.375 hás, Novartis con 847 hás, Cargill con 607 hás, Limagrain con 536,7 hás. Otras compañías son Pinto y Gajardo, Manzur Agriculture, KWS, Semameris y Green Seed.

Las  dos características más comunes corresponden a resistencia a herbicidas y resistencia a insecto (Bt).

Por otra parte, carecemos de información respecto a las medidas de bioseguridad exigidas a los cultivos bajo cuarentena en 1998 (canola, remolacha, melón, papa, tomate, maíz y soya) los cuales abarcaron una superficie de 170 hás o 0,6 por ciento de la superficie total plantada en 1998. Sin embargo, estudios empíricos han encontrado polen de canola a cuatro kilómetros de su fuente. Dudamos de que estas distancias se apliquen en Chile y que los agricultores vecinos a los tests hayan sido informados de la posibilidad de contaminación de sus cultivos.

Es por ello que la siembra de transgénicos en general, y sobre todo aquellos sin cuarentena de bioseguridad, constituye un hecho gravísimo en Chile por el inminente riesgo de contaminación biológica a los centros de origen, cultivos y malezas cercanas emparentadas.

El caso del maíz es muy grave, pues podrían verse contaminadas veintitrés formas raciales prehispánicas de maíz, siete de las cuales están amenazadas de extinción. En el caso de la canola transgénica sembrada en Chile, esta puede contaminar cuatro especies de malezas silvestres del género Brassica y crear supermalezas. En el caso del tomate transgénico, este cultivo podría contaminar y perder irreversiblemente el tomate originario Lycopersicon chilense. La siembra de papas transgénicas podría contaminar las 165 variedades de papas originarias de Chiloé y también contaminar 55 especies de plantas silvestres del género Solanum y crear supermalezas.

Los riesgos de desequilibrio de los ecosistemas y la pérdida de polinizadores con los cultivos Bt no se han evaluado.

Otras consecuencias de la siembra de transgénicos y del alza de la cuarentena de bioseguridad en Chile, es que nuestro país perderá su estatus de isla ecológica con productos sanos, ya que no podrá garantizar cultivos libres de transgenia. Ello significa la pérdida de importantes socios comerciales en la Unión Europea (UE) y el cierre de mercados hacia las grandes firmas productoras de alimento como Nestlé y Unilever, que, ante la presión de los consumidores, recientemente han adoptado la política de no adquirir materias primas transgénicas para la elaboración de sus productos alimenticios.

3.- ALIMENTOS TRANSGÉNICOS EN CHILE

Por otra parte, Chile está actualmente importando alimentos transgénicos, particularmente maíz y soya de Argentina y Estados Unidos. Importamos soya en forma de habas, harina, aceite, y tortas de soya, como también maíz de consumo. Toda la salsa de soya importada proviene de los Estados Unidos. Se desconoce con exactitud la cantidad de trangénicos que está entrando, pues los granos llegan mezclados con aquellos no transgénicos y los productos elaborados no vienen etiquetados.

Conocemos, sin embargo, que EE.UU. y Argentina son los mayores productores de transgénicos en el mundo con 20,5 y 4,3 millones de hectáreas sembradas en 1998, respectivamente (RAFI 1999). EE.UU. es el mayor productor mundial de maíz transgénico, en tanto que su producción de soya transgénica alcanzó a 32 por ciento en 1998. Argentina es el segundo productor mundial de soya transgénica, siendo transgénica el 60 por ciento de su soya, con una superficie sembrada de dos millones de hectáreas, que equivale a la mitad del área plantada de soya del país.

Los consumidores chilenos podrían estar ingiriendo alimentos transgénicos en forma de derivados del maíz y soya como aceites, almidón, jarabe, harinas, lecitina etc. incorporados en galletas, leche, cereales, chocolates, helados etc. Además, una Resolución del SAG ha autorizado la utilización en Chile del descarte del maíz transgénico como alimento para cerdos y pollos, sin que los consumidores chilenos tengan ninguna idea respecto al origen de estos productos y sin que exista una adecuada evaluación de riesgos a la salud humana y animal, como por ejemplo el peligro de resistencia a antibióticos.

La normativa respecto al consumo de alimentos en Chile se encuentra en la Ley de Derechos de los Consumidores. Esta ley reconoce expresamente los derechos de los consumidores a un etiquetado obligatorio, pero aun no se ha aplicado a los productos transgénicos. El Programa Chile Sustentable y otros grupos ambientalistas y de consumidores han solicitado que se detenga la importación de estos alimentos y que se evalúe adecuadamente sus riesgos a la salud.

4.4 POSICIÓN DE CHILE FRENTE A LOS TRANSGÉNICOS

A pesar de los riesgos de perder nuestra única y exclusiva biodiversidad, la política de Chile frente a los transgénicos es la de constituirse en un potencial exportador de estos productos. La Universidad Católica y el Ministerio de Agricultura están promoviendo investigación en transgénicos, particularmente melón y papa.

Es por ello que nuestro país no ha tenido una posición clara de protección a los consumidores, ni de rechazo a la liberación de organismos transgénicos al medio ambiente a nivel nacional e internacional.

La posición de Chile en la reunión del Protocolo de Bioseguridad en Cartagena, Colombia, en Febrero de 1999, fue la de apoyar la posición de la industria biotecnológica. Se unió al Grupo de Miami liderado por EE.UU., que es el mayor productor de OGMS del Mundo y no es miembro de la Convención de la Diversidad Biológica, junto a Canadá, Australia, Uruguay y Argentina. El grupo se caracterizó por una posición intransigente de bloqueo de las negociaciones al privilegiar el comercio y no la biodiversidad y la salud humana. Se opusieron por ejemplo el principio de precaución como eje central del protocolo, a la inclusión de productos de consumo como alimentos, vacunas, microorganismos y control biológico, descartaron los productos derivados como harinas, alimentos procesados, aceites etc, excluyeron aspectos socioeconómicos y aspectos de responsabilidad y compensación, en un esfuerzo por obtener un protocolo estrecho e inefectivo que apoye los intereses de la industria biotecnológica.

Chile promovió la rotura de la unidad latinoamericana y puso en riesgo no solamente nuestra biodiversidad, sino a toda la región suscitando el asombro de la mayoría de las delegaciones del Tercer Mundo y las ONGs.

La posición adoptada por Chile no corresponde a nuestra realidad como país y es contraria a los intereses de nuestra población. Chile no posee una industria biotecnológica, no cultiva transgénicos, su papel en este escenario es de sólo proveer terrenos para la plantación fuera de temporada de semillas transgénicas para exportación, lo que permite a las grandes compañías acelerar la producción de semillas, es un país importador de biotecnología , con una biodiversidad muy importante y valiosa que conservar y no posee una regulación adecuada en esta materia ni la capacidad técnica de controlar la introducción y uso seguro de transgénicos en su territorio. Nuestro país tiene además mucho que perder si los transgénicos contaminan nuestros recursos genéticos, pues significa la pérdida irreversible de un capital natural único y exclusivo en el mundo. Esta posición fue adoptada en ausencia de un debate público y sin la participación de la ciudadanía, lo que es extremadamente grave en una democracia.

Posterior a la conferencia, Chile Sustentable junto a otros grupos ambientalistas, denunció públicamente la posición adoptada por Chile y solicitó explicaciones sobre porqué Chile dio su apoyo a la industria biotecnológica. Desde entonces, se ha suscitado un debate público en el tema. Para la reunión de Septiembre, el gobierno ya ha presentado su posición y han solicitado comentarios a algunas ONGs. Nos encontramos actualmente trabajando para conseguir un cambio de la posición chilena que favorezca los intereses de nuestro país y de nuestra biodiversidad.

María Isabel Manzur (Ph.D)

Chile Sustentable

Santiago, Septiembre 1999

Publicado en Internet en

www.chilesustentable.net/biodiv.htm