Marco Polo

Marco Polo se nos presenta como sinónimo de viajes y de aventuras, pero pocos saben que también tiene mucho que ver con el día de nuestro cumpleaños infantil y con los relatos sobre el mítico unicornio.

En efecto. Se dice que Marco Polo trajo de sus viajes la idea de las piñatas, vasijas adornadas con papeles de colores, que en China eran rotas golpeándolas con palos para conmemorar la primavera. Los italianos adaptaron la tradición para simbolizar la victoria del bien frente al mal, y más tarde en Occidente la adoptamos para regalar dulces en los cumpleaños.

Por otro lados, las historias de un magnífico caballo con un cuerno en su cabeza se hicieron muy famosas en Europa en los tiempos modernos. Se cree que estas historias o leyendas provienen de tres fuentes distintas. En primer lugar existen escrituras tanto griegas como romanas que aseguran la existencia del Unicornio. Además, la gente aceptaba la idea de que la criatura existía. Y, por último, exploradores trajeron consigo, desde otras tierras, el cuerno de un mamífero marino conocido como Nirval, el cual la gente pensó que era de Unicornio, y así aparecieron innumerables leyendas acerca de esta mítica criatura.

Al respecto, el famoso Marco Polo, a su regreso a Italia, escribió sobre una “bestia con cabeza de cerdo, cuerpo de elefante y con un cuerno que crecía de su nariz”. Se cree que el animal visto por Marco Polo era una especie de rinoceronte, ya que existe, o existió, un rinoceronte el cual tiene sólo un cuerno en su nariz y este pudo haber sido la base de muchas leyendas sobre unicornios.

Pero, ¿quién fue este Marco Polo que maravilla al mundo? Nacido en Venecia, en 1254, fue un viajero italiano y escritor, con cuyas obras conocieron los europeos la primera descripción fidedigna del modo de vida en el Lejano Oriente.

El joven Marco

Su padre, Niccoló, y su tío Matteo, nobles venecianos y acaudalados mercaderes, habían corrido ya la gran aventura yendo en 1260 a buscar, en el corazón del Asia, especias y mercancías preciosas. Ganaron en Pekín los favores del gran Kublai Khan, emperador de los mogoles o mongoles, y a pedido de éste regresaron a Italia en 1269 para solicitar del Soberano Pontífice el envío de algunos religiosos capaces de hablar de Cristo a los pueblos chinos.

En Venecia, al regreso, los esperaba Marco Polo, un adolescente de quince años. Acababa éste de perder a su madre y no conocía ni a su padre ni a su tío, que habían emprendido su viaje antes de que Marco naciera.

Marco no quiso quedarse solo en Venecia y acompañó a Niccoló y a Matteo a Palestina. Tenía entonces diecisiete años de edad. Era 1271. Pero Palestina constituía una primera etapa de donde nuestros viajeros se alejaron bien pronto, sin llevar consigo a ningún religioso. Poseían, en cambio, una carta de crédito del Papa para el Gran Khan.

La ruta que siguieron los llevó en un viaje por tierra desde Acre (actualmente en Israel), cabalgando por las colinas de Armenia, bajaron hacia el sur, alcanzaron la Mesopotamia, y luego, por mar, llegaron a Ormuz, en la entrada del golfo Pérsico. Desde allí, hacia el norte, a través de Irán hasta el río Oxus (en la actualidad denominado Amu Daria), en Asia central. Después ascendieron por el Oxus, cruzaron Pamir y llegaron a la región de Lob Nor, en la provincia de Sinkiang, en China, y por último cruzaron el desierto de Gobi y llegaron a la corte de Kublai Khan, por aquel entonces en la ciudad de Shangdu (Shang-tu), China, en 1275. De esta forma, se convirtieron en los primeros europeos que visitaron la mayoría de los territorios que recorrieron durante su viaje, en especial Pamir y el desierto de Gobi.

Kublai Khan

Castillos y aldeas fortificadas dominaban las rutas que cruzaron, amenazadas por los feroces jinetes de Nogodar, un rey bandolero. Mientras tanto, Marco observa, escucha, fija en su memoria la visión de los desiertos, de las selvas y de los rostros de hombres extraños. Aprende su lenguaje y, de noche, alrededor del fuego de los campamentos, escucha sus leyendas. Marco no es un mercader, un buscador de riquezas; es un hombre de los tiempos nuevos que desea ante todo conocer el mundo. Es el primer hombre de su época que abre los ojos sobre sus semejantes y más allá de las fronteras conocidas.

Kublai Khan era un hombre verdaderamente extraordinario, de cultura e inteligencia superiores; descubrió en Marco las cualidades de una mente sutil, abierta y flexible, que inútilmente había buscado entre los personajes de su séquito. Dispuso, por lo tanto, tenerlo cerca, haciéndolo instruir en el lenguaje y las costumbres de su corte. Lo nombró, tan alto fue su aprecio, gobernador de Yang.Chou y, tres años después, le confió un viaje de inspección a través de sus provincias sureñas.

Era lo que Marco más anhelaba. Pudo visitar así el Anam y Birmania. Se sorprendió ante la belleza y esplendor de las viejas ciudades orientales, admirando las rutas, el sistema monetario, la organización del correo, y reconociendo en todo un asombroso grado de civilización. Entre tantas maravillas, su entusiasmo fue provocado al máximo por los esplendores de Quinsal, capital del antiguo imperio Mangi. Su descripción de esa enorme ciudad. construida sobre el agua como Venecia, con sus incontables puentes de mármol, sus termas, sus jardines y sus fastuosas mansiones, pareció tan fantástica a los europeos, que la recibieron con incredulidad.

Marco Polo escolta de una princesa china.

De nuevo en Pekín, Marco Polo presentó al Gran Khan informes verídicos y completos de su viaje, complaciéndose el soberano en reconocer la superioridad de su joven enviado sobre sus embajadores que traían sólo aquellas noticias que otros tenían interés en proporcionarles.

Permanecieron en China hasta el año 1292, cuando partieron como escoltas de una princesa china en un viaje por mar hasta Irán. A este país llegaron a través de Sumatra, el sur de la India, el océano Índico, y el golfo Pérsico. Continuaron después por tierra más allá de Tabrîz, en el noroeste de Irán, por la costa este del mar Negro, y de Constantinopla. Llegaron finalmente a su ciudad, Venecia, en 1295, donde pudieron mostrar las fabulosas cantidades de brillantes y de piedras preciosas que había conseguido en China.

En 1298 Marco Polo era capitán de una galera veneciana en la batalla que enfrentaba a las flotas de Venecia y Génova, y fue apresado por los genoveses. Durante su encarcelamiento en Génova dictó a Rusticiano, un compañero, el relato de sus viajes. En 1299 fue puesto en libertad y regresó a Venecia.

Su obra El descubrimiento del mundo , El millón o Libro de las maravillas del mundo como es más conocido (publicada por primera vez en francés), es probablemente el libro de viaje más famoso e influyente de toda la historia. La riqueza de sus intensas descripciones supuso para la Europa medieval la primera toma de contacto con la realidad de China, además de las primeras noticias sobre otros países como Siam (Tailandia), Japón, Java, Cochinchina (en la actualidad una parte de Vietnam), Ceilán (en la actualidad Sri Lanka), Tíbet, India y Birmania.

Imperio mongol
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Durante mucho tiempo, esta obra fue la única fuente de información de Europa sobre la geografía y el modo de vida en el Lejano Oriente. Además, sirvió de modelo para elaborar los primeros mapas fiables de Asia que se hicieron en Europa, y despertó en Cristóbal Colón el interés por el Oriente, que culminó con el descubrimiento de América en 1492, cuando pretendía llegar al Lejano Oriente que Marco Polo había descrito, navegando rumbo oeste desde Europa. También sugirió la posibilidad de abrir una ruta marítima completa al Lejano Oriente bordeando África, hecho que finalmente llevaría a cabo entre 1497-1498 el navegante portugués Vasco da Gama .

Los relatos de Marco Polo presentan una larga serie de acontecimientos vívidos y, en un lenguaje que despertaría la envidia de un reportero moderno, nos habla del terrible "Anciano de la Montaña", jefe de la "Secta de los Asesinos", del "Gran Plátano Solitario" que se yergue en la llanura de Balk, de la monumental grandeza de los templos de Kirman y de Samarcanda, de los pantalones de las mujeres de Badakshian y relata, en fin, tantas cosas y con tanto acierto que al leerlas pensamos en Marco Polo como en un perfecto escritor moderno.

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