Bernardo O'Higgins

El infante

En el libro de bautizos de la iglesia matriz de Talca, correspondiente al año 1783, se registra la partida de Bernardo Higgins, español, “que nació en el obispado de Concepción, el día 20 del mes de agosto de 1778, hijo del maestre de campo general del reino de Chile y coronel de los reales ejércitos de S. M. don Ambrosio Higgins , soltero, y de una señora principal de aquel obispado, también soltera, que no expresó su nombre”.

El niño Bernardo Higgins estaba a cargo de don Juan Albano Pereira, vecino de la villa de Talca, quien lo recibió de su padre, don Ambrosio Higgins, para que cuide de su crianza, educación y doctrina.

Bernardo O´Higgins

En la historia de la Colonia hemos visto desfilar la personalidad de Ambrosio O'Higgins, el más ilustre de los mandatarios que gobernaron a Chile en el curso del siglo XVIII. La madre, doña Isabel Riquelme y Meza , pertenecía a una familia de la vieja aristocracia colonial. El padre de ella, Simón Riquelme, aunque de muy corto alcance intelectual, figuraba entre los vecinos más respetables de Chillán. Era a la sazón una joven de dieciocho años, pequeña, fina y esbelta, de rostro ovalado, cabellos negros, ojos grandes, rasgados, azul oscuro, y tez muy alba con suaves tonalidades de pétalos de rosa.

La necesidad de salvar la honra de la familia, rodeó al nacimiento del niño de tal misterio, que se evitó asentar su partida de bautismo en los libros parroquiales de Chillán, donde nació. En los primeros días del mes de noviembre de 1782, un oficial de dragones se bajaba de su caballo a las puertas de la casa de la hacienda de Juan Albano Pereira, en las márgenes del Lircay, al nororiente de Talca, y ponía en sus manos una carta. Le acompañaban un sargento y un cabo. El último traía por delante de su montura un niño de cuatro a cinco años, de cara redonda, tez muy blanca y sonrosada, cabellos castaños y ojos pequeños, azules.

Juan Albano Pereira (nacido en Sacramento, Brasil, 1721, y muerto en Talca, en 1790) era una portugués que, en su juventud, había hecho el comercio entre España, el Plata, Chile y el virreinato del Perú. Se habían conocido con Ambrosio O'Higgins en 1757, con motivo de una carta de recomendación que Domingo Basavillaso dio al último para el primero. De este conocimiento surgió una amistad y estimación que O'Higgins prosiguió con la familia más allá de la muerte de Albano. Después de una vida azarosa, de persecuciones encarnizadas y de alzas y bajas de fortuna, Juan Albano se estableció, con permiso del rey, en Talca, donde había casado en segundas y terceras nupcias con dos hijas del marino italiano Juan de la Cruz (de la Croce). E

Don Ambrosio, el padre

n el hogar de los Albano Cruz, recibió el pequeño huésped una acogida tan cariñosa que, años más tarde, cuando O'Higgins era Director Supremo y el canónigo Casimiro Albano presidía el senado, seguían llamándose hermanos.

Permaneció O'Higgins en Talca hasta 1788. En esta fecha se le envió a Chillán, y allí se le colocó en la sección para españoles nobles anexa al colegio "de naturales" que regentaban los franciscanos. El alumno conservó un recuerdo cariñoso del rector del establecimiento, fray Francisco Javier Ramírez, al cual siempre llamó su maestro y su taitita, y de uno de sus profesores, fray Gil Calvo.

La vuelta a su pueblo natal pesó decisivamente en la vida afectiva del adulto. Su madre, que había casado con Félix Rodríguez, poco después de tener su primer hijo, lo reconoció valerosamente. Los dos años de su permanencia en Chillán transcurrieron en el seno de la familia Riquelme, que se empeñó en exteriorizarle su cariño.

Casa de barro donde nació el prócer

De esta acogida surgieron los dos grandes afectos de su vida: el de su madre y el de su media hermana doña Rosa Rodríguez, que debían compartir con él las azarosas vicisitudes de la Patria Vieja y de la Reconquista, los breves años vividos en el palacio de gobierno y el destierro, hasta que la muerte cerró los ojos de la madre el 20 de abril de 1831 y los del hijo once años más tarde.

A los doce años, por disposición de Ambrosio O'Higgins, su padre, el irlandés Tomás Dolphins, íntimo amigo suyo, lo envió a Lima, recomendado a Juan Ignacio Blake, para que entrase al colegio de San Carlos, donde se educaban los jóvenes de la nobleza peruana. Se le matriculó bajo el nombre de Bernardo Riquelme, y tuvo por condiscípulo, entre otros que más tarde desempeñaron papel importante, al niño Bernardo Torre-Tagle que, por una curiosa coincidencia, debía gobernar el Perú en los mismos días en que O'Higgins era Director Supremo de Chile.

El deseo de don Ambrosio era que su hijo se educara en Inglaterra, y siguiera la profesión de comerciante, o la que sus disposiciones le marcaran. Así es que, en 1794, cuando tenía casi dieciséis años, lo envió a Cádiz, recomendado a Nicolás de la Cruz y Bahamonde, más tarde conde de Maule, cuñado de Albano. Los relojeros judíos Spencer y Perkins, a quienes De la Cruz traspasó al pupilo, lo colocaron en una pensión del pueblo de Richmond, a tres horas de Londres.

Fragmento del Cruce de los Andes (pintura).

El joven Bernardo Riquelme recibió en Richmond la educación corriente gentleman inglés: humanidades, matemáticas, dibujo, música y el aprendizaje de algunos idiomas vivos. Don Ambrosio le asignó una pensión de $ 1.500 anuales ($ 60.000 chilenos de un penique), suma suficiente, entonces, para costear con holgura la pensión, el colegio y el vestuario, pero, a la vuelta de algunos años, la irregularidad de las remesas de España, los abusos de Romero, el corresponsal de Cruz en Londres, o del judío Perkins, colocaron al joven educando en una situación financiera dificilísima.

El 19 de marzo de 1799, escribió una carta a su apoderado, quejándose amablemente de sus desventuras y expresando el deseo de retornar a América.

Ver, además, O'Higgins, el Libertador