El picnic de las tortugas

Olvidaron la sal.

Una familia de tortugas decidió salir para hacer un picnic. Las tortugas, siendo naturalmente lentas, se tardaron casi siete años preparándose para el paseo.

Durante el segundo año de viaje encontraron el lugar ideal, y en aproximadamente seis meses terminaron de limpiar el área; luego de haber culminado, procedieron a abrir la canasta en donde traían la comida para realizar el picnic y terminaron los arreglos.

Entonces, descubrieron que no habían traído la sal. ¿Y, ahora?

—Un picnic sin sal sería un desastre —concordaron todas.

Después de una larga discusión, la tortuga más joven fue escogida para regresar a casa y traer la sal, pues era más rápida que todas.

La pequeña tortuga se lamentó y lloró, luego de un rato decidió ir pero colocó una condición:

—Por favor, nadie coma hasta que yo regresé.

El tiempo de las tortugas.

La familia estuvo de acuerdo y así la pequeña tortuga salió.

Pasaron tres años y la pequeña tortuga aún no regresaba. Y así iban transcurriendo los años, cinco años…., seis años…

Entonces al séptimo año debido a la ausencia, la tortuga más vieja que no aguantaba más el hambre, anunció a todos los miembros de la familia que iba a comer.

Comenzó a desempacar todo lo que habían traído, al sacar los sándwich, la pequeña tortuga salió de atrás de un árbol y gritó:

—¡Lo sabía! Sabía que no me iban a esperar. Y por eso es que ahora menos voy a buscar la sal.

Si reflexionamos y quitamos un poco lo exagerado del cuento, en nuestra vida suceden cosas similares. Pues muchas veces desperdiciamos el tiempo a la espera de que las personas vivan a la altura de nuestras propias expectativas. Quedándonos preocupados con lo que otros están haciendo y dejando de hacer nuestras propias cosas e incluso vivir nuestra propia vida.

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