Libro de los salmos

Rey David

Capítulos 51 al 100

Capítulo 51

1 TEN piedad de mí, oh, Dios, conforme á tu misericordia: Conforme á la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.

3 Porque yo reconozco mis rebeliones; Y mi pecado está siempre delante de mí.

4 A ti, á ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos: Porque seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.

5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.

6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo: Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

7 Purifícame con hisopo, y será limpio: Lávame, y seré emblanquecido más que la nieve.

8 Hazme oir gozo y alegría; Y se recrearán los huesos que has abatido.

9 Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.

10 Crea en mí, oh, Dios, un corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

11 No me eches de delante de ti; Y no quites de mí tu santo espíritu.

12 Vuélveme el gozo de tu salud; Y el espíritu libre me sustente.

13 Enseñaré á los prevaricadores tus caminos; Y los pecadores se convertirán á ti.

14 Líbrame de homicidios, oh, Dios, Dios de mi salud: Cantará mi lengua tu justicia.

15 Señor, abre mis labios; Y publicará mi boca tu alabanza.

16 Porque no quieres tú sacrificio, que yo daría; No quieres holocausto.

17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh, Dios.

18 Haz bien con tu benevolencia á Sión: Edifica los muros de Jerusalem.

19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto ú ofrenda del todo quemada: Entonces ofrecerán sobre tu altar becerros.

Capítulo 52

1 ¿POR qué te glorías de maldad, oh, poderoso? La misericordia de Dios es continua.

2 Agravios maquina tu lengua: Como navaja amolada hace engaño.

3 Amaste el mal más que el bien; La mentira más que hablar justicia. (Selah.)

4 Has amado toda suerte de palabras perniciosas, Engañosa lengua.

5 Por tanto Dios te derribará para siempre: Te asolará y te arrancará de tu morada, Y te desarraigará de la tierra de los vivientes. (Selah.)

6 Y verán los justos, y temerán; Y reiránse de él, diciendo:

7 He aquí el hombre que no puso á Dios por su fortaleza, Sino que confió en la multitud de sus riquezas. Y se mantuvo en su maldad.

8 Mas yo estoy como oliva verde en la casa de Dios: En la misericordia de Dios confío perpetua y eternalmente.

9 Te alabaré para siempre por lo que has hecho: Y esperaré en tu nombre, porque es bueno, delante de tus santos.

Capítulo 53

1 DIJO el necio en su corazón: No hay Dios. Corrompiéronse é hicieron abominable maldad: No hay quien haga bien.

2 Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, Por ver si hay algún entendido Que busque á Dios.

3 Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido: No hay quien haga bien, no hay ni aun uno.

4 ¿No tienen conocimiento todos esos que obran iniquidad? Que comen á mi pueblo como si comiesen pan: A Dios no han invocado.

5 Allí se sobresaltaron de pavor donde no había miedo: Porque Dios ha esparcido los huesos del que asentó campo contra ti: Los avergonzaste, porque Dios los desechó.

6 ¡Oh, quién diese de Sión saludes á Israel! En volviendo Dios la cautividad de su pueblo, Gozarse ha Jacob, y alegraráse Israel.

Capítulo 54

1 OH, Dios, sálvame por tu nombre, Y con tu poder defiéndeme.

2 Oh, Dios, oye mi oración; Escucha las razones de mi boca.

3 Porque extraños se han levantado contra mí, Y fuertes buscan mi alma: No han puesto á Dios delante de sí. (Selah.)

4 He aquí, Dios es el que me ayuda; El Señor es con los que sostienen mi vida.

5 El volverá el mal á mis enemigos: Córtalos por tu verdad.

6 Voluntariamente sacrificaré á ti; Alabaré tu nombre, oh, Jehová, porque es bueno.

7 Porque me ha librado de toda angustia, Y en mis enemigos vieron mis ojos mi deseo.

Capítulo 55

1 ESCUCHA, oh, Dios, mi oración, Y no te escondas de mi súplica.

2 Estáme atento, y respóndeme: Clamo en mi oración, y levanto el grito,

3 A causa de la voz del enemigo, Por la opresión del impío; Porque echaron sobre mí iniquidad, Y con furor me han amenazado.

4 Mi corazón está doloroso dentro de mí, Y terrores de muerte sobre mí han caído.

5 Temor y temblor vinieron sobre mí, Y terror me ha cubierto.

6 Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría.

7 Ciertamente huiría lejos: Moraría en el desierto. (Selah.)

8 Apresuraríame á escapar Del viento tempestuoso, de la tempestad.

9 Deshace, oh, Señor, divide la lengua de ellos; Porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.

10 Día y noche la rodean sobre sus muros; E iniquidad y trabajo hay en medio de ella.

11 Agravios hay en medio de ella, Y el fraude y engaño no se apartan de sus plazas.

12 Porque no me afrentó un enemigo, Lo cual habría soportado; Ni se alzó contra mí el que me aborrecía, Porque me hubiera ocultado de él:

13 Mas tú, hombre, al parecer íntimo mío, Mi guía, y mi familiar:

14 Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, A la casa de Dios andábamos en compañía.

15 Condenados sean á muerte, Desciendan vivos al infierno: Porque maldades hay en su compañía, entre ellos.

16 Yo á Dios clamaré; Y Jehová me salvará.

17 Tarde y mañana y á medio día oraré y clamaré; Y él oirá mi voz.

18 El ha redimido en paz mi alma de la guerra contra mí; Pues fueron contra mí muchos.

19 Dios oirá, y los quebrantará luego, El que desde la antigüedad permanece (Selah); Por cuanto no se mudan, Ni temen á Dios.

20 Extendió sus manos contra sus pacíficos: Viólo su pacto.

21 Ablandan más que manteca su boca, Pero guerra hay en su corazón: Suavizan sus palabras más que el aceite, Mas ellas son cuchillos.

22 Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.

23 Mas tú, oh, Dios, harás descender aquéllos al pozo de la sepultura: Los hombres sanguinarios y engañadores no demediarán sus días: Empero yo confiaré en ti.

Capítulo 56

1 TEN misericordia de mí, oh, Dios, porque me devoraría el hombre: Me oprime combatiéndome cada día.

2 Apúranme mis enemigos cada día; Porque muchos son los que pelean contra mí, oh, Altísimo.

3 En el día que temo, Yo en ti confío.

4 En Dios alabaré su palabra: En Dios he confiado, no temeré Lo que la carne me hiciere.

5 Todos los días me contristan mis negocios; Contra mí son todos sus pensamientos para mal.

6 Reúnense, escóndense, Miran ellos atentamente mis pasos, Esperando mi vida.

7 ¿Escaparán ellos por la iniquidad? Oh, Dios, derriba en tu furor los pueblos.

8 Mis huídas has tú contado: Pon mis lágrimas en tu redoma: ¿No están ellas en tu libro?

9 Serán luego vueltos atrás mis enemigos el día que yo clamare: En esto conozco que Dios es por mí.

10 En Dios alabaré su palabra; En Jehová alabaré su palabra.

11 En Dios he confiado: no temeré Lo que me hará el hombre.

12 Sobre mí, oh, Dios, están tus votos: Te tributaré alabanzas.

13 Porque has librado mi vida de la muerte, Y mis pies de caída, Para que ande delante de Dios En la luz de los que viven.

Capítulo 57

1 TEN misericordia de mí, oh, Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé, Hasta que pasen los quebrantos.

2 Clamaré al Dios Altísimo, Al Dios que me favorece.

3 El enviará desde los cielos, y me salvará De la infamia del que me apura; (Selah) Dios enviará su misericordia y su verdad.

4 Mi vida está entre leones; Estoy echado entre hijos de hombres encendidos: Sus dientes son lanzas y saetas, Y su lengua cuchillo agudo.

5 Ensálzate sobre los cielos, oh, Dios; Sobre toda la tierra tu gloria.

6 Red han armado á mis pasos; Hase abatido mi alma: Hoyo han cavado delante de mí; En medio de él han caído. (Selah.)

7 Pronto está mi corazón, oh, Dios, mi corazón está dispuesto: Cantaré, y trovaré salmos.

8 Despierta, oh, gloria mía; despierta, salterio y arpa: Levantaréme de mañana.

9 Alabarte he en los pueblos, oh, Señor; Cantaré de ti en las naciones.

10 Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, Y hasta las nubes tu verdad.

11 Ensálzate sobre los cielos, oh, Dios; Sobre toda la tierra tu gloria.

Capítulo 58

1 OH, congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres?

2 Antes con el corazón obráis iniquidades: Hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra.

3 Enajenáronse los impíos desde la matriz; Descarriáronse desde el vientre, hablando mentira.

4 Veneno tienen semejante al veneno de la serpiente: Son como áspide sordo que cierra su oído;

5 Que no oye la voz de los que encantan, Por más hábil que el encantador sea.

6 Oh, Dios, quiebra sus dientes en sus bocas: Quiebra, oh, Jehová, las muelas de los leoncillos.

7 Corránse como aguas que se van de suyo: En entesando sus saetas, luego sean hechas pedazos.

8 Pasen ellos como el caracol que se deslíe: Como el abortivo de mujer, no vean el sol.

9 Antes que vuestras ollas sientan las espinas, Así vivos, así airados, los arrebatará él con tempestad.

10 Alegraráse el justo cuando viere la venganza: Sus pies lavará en la sangre del impío.

11 Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay fruto para el justo; Ciertamente hay Dios que juzga en la tierra.

Capítulo 59

1 LIBRAME de mis enemigos, oh, Dios mío: Ponme en salvo de los que contra mí se levantan.

2 Líbrame de los que obran iniquidad, Y sálvame de hombres sanguinarios.

3 Porque he aquí están acechando mi vida: Hanse juntado contra mí fuertes, No por falta mía, ni pecado mío, oh, Jehová.

4 Sin delito mío corren y se aperciben: Despierta para venir á mi encuentro, y mira.

5 Y tú, Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel, Despierta para visitar todas las gentes: No hayas misericordia de todos los que se rebelan con iniquidad. (Selah.)

6 Volveránse á la tarde, ladrarán como perros, Y rodearán la ciudad.

7 He aquí proferirán con su boca; Cuchillos están en sus labios, Porque dicen: ¿Quién oye?

8 Mas tú, Jehová, te reirás de ellos, Te burlarás de todas las gentes.

9 De su fuerza esperaré yo en ti: Porque Dios es mi defensa.

10 El Dios de mi misericordia me prevendrá: Dios me hará ver en mis enemigos mi deseo.

11 No los matarás, porque mi pueblo no se olvide: Hazlos vagar con tu fortaleza, y abátelos. Oh, Jehová, escudo nuestro,

12 Por el pecado de su boca, por la palabra de sus labios; Y sean presos por su soberbia, Y por la maldición y mentira que profieren.

13 Acábalos con furor, acábalos, y no sean: Y sepan que Dios domina en Jacob Hasta los fines de la tierra. (Selah).

14 Vuelvan pues á la tarde, y ladren como perros, Y rodeen la ciudad.

15 Anden ellos errantes para hallar qué comer: Y si no se saciaren, murmuren.

16 Yo empero cantaré tu fortaleza, Y loaré de mañana tu misericordia: Porque has sido mi amparo Y refugio en el día de mi angustia.

17 Fortaleza mía, á ti cantaré; Porque eres Dios de mi amparo, Dios de mi misericordia.

Capítulo 60

1 OH, Dios, tú nos has desechado, nos disipaste; Te has airado: vuélvete á nosotros.

2 Hiciste temblar la tierra, abrístela: Sana sus quiebras, porque titubea.

3 Has hecho ver á tu pueblo duras cosas: Hicístenos beber el vino de agitación.

4 Has dado á los que te temen bandera Que alcen por la verdad. (Selah.)

5 Para que se libren tus amados, Salva con tu diestra, y óyeme.

6 Dios pronunció por su santuario; yo me alegraré; Partiré á Sichêm, y mediré el valle de Succoth.

7 Mío es Galaad, y mío es Manasés; Y Ephraim es la fortaleza de mi cabeza; Judá, mi legislador;

8 Moab, la vasija de mi lavatorio; Sobre Edom echaré mi zapato: Haz júbilo sobre mí, oh, Palestina.

9 ¿Quién me llevará á la ciudad fortalecida? ¿Quién me llevará hasta Idumea?

10 Ciertamente, tú, oh, Dios, que nos habías desechado; Y no salías, oh, Dios, con nuestros ejércitos.

11 Danos socorro contra el enemigo, Que vana es la salud de los hombres.

12 En Dios haremos proezas; Y él hollará nuestros enemigos.

Capítulo 61

1 OYE, oh, Dios, mi clamor; A mi oración atiende.

2 Desde el cabo de la tierra clamaré á ti, cuando mi corazón desmayare: A la peña más alta que yo me conduzcas.

3 Porque tú has sido mi refugio, Y torre de fortaleza delante del enemigo.

4 Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre: Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas.

5 Porque tú, oh, Dios, has oído mis votos, Has dado heredad á los que temen tu nombre.

6 Días sobre días añadirás al rey: Sus años serán como generación y generación.

7 Estará para siempre delante de Dios: Misericordia y verdad prepara que lo conserven.

8 Así cantaré tu nombre para siempre, Pagando mis votos cada día.

Capítulo 62

1 EN Dios solamente está callada mi alma: De él viene mi salud.

2 El solamente es mi fuerte, y mi salud; Es mi refugio, no resbalaré mucho.

3 ¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre? Pereceréis todos vosotros, Caeréis como pared acostada, como cerca ruinosa.

4 Solamente consultan de arrojarle de su grandeza; Aman la mentira, Con su boca bendicen, pero maldicen en sus entrañas. (Selah.)

5 Alma mía, en Dios solamente reposa; Porque de él es mi esperanza.

6 El solamente es mi fuerte y mi salud: Es mi refugio, no resbalaré.

7 En Dios está mi salvación y mi gloria: En Dios está la roca de mi fortaleza, y mi refugio.

8 Esperad en él en todo tiempo, oh, pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón: Dios es nuestro amparo. (Selah.)

9 Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón: Pesándolos á todos igualmente en la balanza, Serán menos que la vanidad.

10 No confiéis en la violencia, Ni en la rapiña; no os envanezcáis: Si se aumentare la hacienda, no pongáis el corazón en ella.

11 Una vez habló Dios; Dos veces he oído esto: Que de Dios es la fortaleza.

12 Y de ti, oh, Señor, es la misericordia: Porque tú pagas á cada uno conforme á su obra.

Capítulo 63

1 DIOS, Dios mío eres tú: levantaréme á ti de mañana: Mi alma tiene sed de ti, mi carne te desea, En tierra de sequedad y transida sin aguas;

2 Para ver tu fortaleza y tu gloria, Así como te he mirado en el santuario.

3 Porque mejor es tu misericordia que la vida: Mis labios te alabarán.

4 Así te bendeciré en mi vida: En tu nombre alzaré mis manos.

5 Como de meollo y de grosura será saciada mi alma; Y con labios de júbilo te alabará mi boca,

6 Cuando me acordaré de ti en mi lecho, Cuando meditaré de ti en las velas de la noche.

7 Porque has sido mi socorro; Y así en la sombra de tus alas me regocijaré.

8 Está mi alma apegada á ti: Tu diestra me ha sostenido.

9 Mas los que para destrucción buscaron mi alma, Caerán en los sitios bajos de la tierra.

10 Destruiránlos á filo de espada; Serán porción de las zorras.

11 Empero el rey se alegrará en Dios; Será alabado cualquiera que por él jura: Porque la boca de los que hablan mentira, será cerrada.

Capítulo 64

1 ESCUCHA, oh, Dios, mi voz en mi oración: Guarda mi vida del miedo del enemigo.

2 Escóndeme del secreto consejo de los malignos; De la conspiración de los que obran iniquidad:

3 Que amolaron su lengua como cuchillo, Y armaron por su saeta palabra amarga;

4 Para asaetear á escondidas al íntegro: De improviso lo asaetean, y no temen.

5 Obstinados en su inicuo designio, Tratan de esconder los lazos, Y dicen: ¿Quién los ha de ver?

6 Inquieren iniquidades, hacen una investigación exacta; Y el íntimo pensamiento de cada uno de ellos, así como el corazón, es profundo.

7 Mas Dios los herirá con saeta; De repente serán sus plagas.

8 Y harán caer sobre sí sus mismas lenguas: Se espantarán todos los que los vieren.

9 Y temerán todos los hombres, Y anunciarán la obra de Dios, Y entenderán su hecho.

10 Alegraráse el justo en Jehová, y confiaráse en él; Y se gloriarán todos los rectos de corazón.

Capítulo 65

1 A TI es plácida la alabanza en Sión, oh, Dios: Y á ti se pagarán los votos.

2 Tú oyes la oración: A ti vendrá toda carne.

3 Palabras de iniquidades me sobrepujaron: Mas nuestras rebeliones tú las perdonarás.

4 Dichoso el que tú escogieres, é hicieres llegar á ti, Para que habite en tus atrios: Seremos saciados del bien de tu casa, De tu santo templo.

5 Con tremendas cosas, en justicia, nos responderás tú, Oh, Dios de nuestra salud, Esperanza de todos los términos de la tierra, Y de los más remotos confines de la mar.

6 Tú, el que afirma los montes con su potencia, Ceñido de valentía:

7 El que amansa el estruendo de los mares, el estruendo de sus ondas, Y el alboroto de las gentes.

8 Por tanto los habitadores de los fines de la tierra temen de tus maravillas. Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.

9 Visitas la tierra, y la riegas: En gran manera la enriqueces Con el río de Dios, lleno de aguas: Preparas el grano de ellos, cuando así la dispones.

10 Haces se empapen sus surcos, Haces descender sus canales: Ablándasla con lluvias, Bendices sus renuevos.

11 Tú coronas el año de tus bienes; Y tus nubes destilan grosura.

12 Destilan sobre las estancias del desierto; Y los collados se ciñen de alegría.

13 Vístense los llanos de manadas, Y los valles se cubren de grano: Dan voces de júbilo, y aun cantan.

Capítulo 66

1 ACLAMAD á Dios con alegría, toda la tierra:

2 Cantad la gloria de su nombre: Poned gloria en su alabanza.

3 Decid á Dios: ¡Cuán terribles tus obras! Por lo grande de tu fortaleza te mentirán tus enemigos.

4 Toda la tierra te adorará, Y cantará á ti; Cantarán á tu nombre. (Selah.)

5 Venid, y ved las obras de Dios, Terrible en hechos sobre los hijos de los hombres.

6 Volvió la mar en seco; Por el río pasaron á pie; Allí en él nos alegramos.

7 El se enseñorea con su fortaleza para siempre: Sus ojos atalayan sobre las gentes: Los rebeldes no serán ensalzados. (Selah.)

8 Bendecid, pueblos, á nuestro Dios, Y haced oir la voz de su alabanza.

9 El es el que puso nuestra alma en vida, Y no permitió que nuestros pies resbalasen.

10 Porque tú nos probaste, oh, Dios: Ensayástenos como se afina la plata.

11 Nos metiste en la red; Pusiste apretura en nuestros lomos.

12 Hombres hiciste subir sobre nuestra cabeza; Entramos en fuego y en aguas, Y sacástenos á hartura.

13 Entraré en tu casa con holocaustos: Te pagaré mis votos,

14 Que pronunciaron mis labios, Y habló mi boca, cuando angustiado estaba.

15 Holocaustos de cebados te ofreceré, Con perfume de carneros: Sacrificaré bueyes y machos cabríos. (Selah.)

16 Venid, oid todos los que teméis á Dios, Y contaré lo que ha hecho á mi alma.

17 A él clamé con mi boca, Y ensalzado fué con mi lengua.

18 Si en mi corazón hubiese yo mirado á la iniquidad, El Señor no me oyera.

19 Mas ciertamente me oyó Dios; Antendió á la voz de mi súplica.

20 Bendito Dios, Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.

Capítulo 67

1 DIOS tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; Haga resplandecer su rostro sobre nosotros (Selah);

2 Para que sea conocido en la tierra tu camino, En todas las gentes tu salud.

3 Alábente los pueblos, oh, Dios; Alábente los pueblos todos.

4 Alégrense y gocénse las gentes; Porque juzgarás los pueblos con equidad, Y pastorearás las naciones en la tierra. (Selah.)

5 Alábente los pueblos, oh, Dios: Todos los pueblos te alaben.

6 La tierra dará su fruto: Nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.

7 Bendíganos Dios, Y témanlo todos los fines de la tierra.

Capítulo 68

1 LEVANTESE Dios, sean esparcidos sus enemigos, Y huyan de su presencia los que le aborrecen.

2 Como es lanzado el humo, los lanzarás: Como se derrite la cera delante del fuego, Así perecerán los impíos delante de Dios.

3 Mas los justos se alegrarán: gozarse han delante de Dios, Y saltarán de alegría.

4 Cantad á Dios, cantad salmos á su nombre: Ensalzad al que sube sobre los cielos En JAH su nombre, y alegraos delante de él.

5 Padre de huérfanos y defensor de viudas, Es Dios en la morada de su santuario:

6 El Dios que hace habitar en familia los solos; Que saca á los aprisionados con grillos: Mas los rebeldes habitan en sequedad.

7 Oh, Dios, cuando tú saliste delante de tu pueblo, Cuando anduviste por el desierto, (Selah,)

8 La tierra tembló; También destilaron los cielos á la presencia de Dios: Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel.

9 Abundante lluvia esparciste, oh, Dios, á tu heredad; Y cuando se cansó, tú la recreaste.

10 Los que son de tu grey han morado en ella: Por tu bondad, oh, Dios, has provisto al pobre.

11 El Señor daba palabra: De las evangelizantes había grande ejército.

12 Huyeron, huyeron reyes de ejércitos; Y las que se quedaban en casa partían los despojos.

13 Bien que fuiesteis echados entre los tiestos, Seréis como las alas de la paloma cubierta de plata, Y sus plumas con amarillez de oro.

14 Cuando esparció el Omnipotente los reyes en ella, Emblanquecióse ésta como la nieve en Salmón.

15 Monte de Dios es el monte de Basán; Monte alto el de Basán.

16 ¿Por qué os levantáis, oh, montes altos? Este monte amó Dios para su asiento; Ciertamente Jehová habitará en él para siempre.

17 Los carros de Dios son veinte mil, y más millares de ángeles. El Señor entre ellos, como en Sinaí, así en el santuario.

18 Subiste á lo alto, cautivaste la cautividad, Tomaste dones para los hombres, Y también para los rebeldes, para que habite entre ellos JAH Dios.

19 Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios El Dios de nuestra salud. (Selah.)

20 Dios, nuestro Dios ha de salvarnos; Y de Dios Jehová es el librar de la muerte.

21 Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, La cabelluda mollera del que camina en sus pecados.

22 El Señor dijo: De Basán haré volver, Te haré volver de los profundos de la mar:

23 Porque tu pie se enrojecerá de sangre de tus enemigos, Y de ella la lengua de tus perros.

24 Vieron tus caminos, oh, Dios; Los caminos de mi Dios, de mi Rey, en el santuario.

25 Los cantores iban delante, los tañedores detrás; En medio, las doncellas, con adufes.

26 Bendecid á Dios en congregaciones: Al Señor, vosotros de la estirpe de Israel.

27 Allí estaba el joven Benjamín señoreador de ellos, Los príncipes de Judá en su congregación, Los príncipes de Zabulón, los príncipes de Nephtalí.

28 Tu Dios ha ordenado tu fuerza; Confirma, oh, Dios, lo que has obrado en nosotros.

29 Por razón de tu templo en Jerusalem Los reyes te ofrecerán dones.

30 Reprime la reunión de gentes armadas, La multitud de toros con los becerros de los pueblos, Hasta que todos se sometan con sus piezas de plata: Disipa los pueblos que se complacen en la guerra.

31 Vendrán príncipes de Egipto; Etiopía apresurará sus manos á Dios.

32 Reinos de la tierra, cantad á Dios, Cantad al Señor (Selah);

33 Al que cabalga sobre los cielos de los cielos que son de antiguo: He aquí á su voz dará voz de fortaleza.

34 Atribuid fortaleza á Dios: Sobre Israel es su magnificencia, Y su poder está en los cielos.

35 Terrible eres, oh, Dios, desde tus santuarios: El Dios de Israel, él da fortaleza y vigor á su pueblo. Bendito Dios.

Capítulo 69

1 SALVAME, oh, Dios, Porque las aguas han entrado hasta el alma.

2 Estoy hundido en cieno profundo, donde no hay pie: He venido á abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.

3 Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; Han desfallecido mis ojos esperando á mi Dios.

4 Hanse aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa; Hanse fortalecido mis enemigos, los que me destruyen sin por qué: He venido pues á pagar lo que no he tomado.

5 Dios, tú sabes mi locura; Y mis delitos no te son ocultos.

6 No sean avergonzados por mi causa los que te esperan, oh, Señor Jehová de los ejércitos; No sean confusos por mí los que te buscan, oh, Dios de Israel.

7 Porque por amor de ti he sufrido afrenta; Confusión ha cubierto mi rostro.

8 He sido extrañado de mis hermanos, Y extraño á los hijos de mi madre.

9 Porque me consumió el celo de tu casa; Y los denuestos de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.

10 Y lloré afligiendo con ayuno mi alma; Y esto me ha sido por afrenta.

11 Puse además saco por mi vestido; Y vine á serles por proverbio.

12 Hablaban contra mí los que se sentaban á la puerta, Y me zaherían en las canciones de los bebederos de sidra.

13 Empero yo enderezaba mi oración á ti, oh, Jehová, al tiempo de tu buena voluntad: Oh, Dios, por la multitud de tu misericordia, Por la verdad de tu salud, óyeme.

14 Sácame del lodo, y no sea yo sumergido: Sea yo libertado de los que me aborrecen, y del profundo de las aguas.

15 No me anegue el ímpetu de las aguas, Ni me suerba la hondura, Ni el pozo cierre sobre mí su boca.

16 Oyeme, Jehová, porque apacible es tu misericordia; Mírame conforme á la multitud de tus miseraciones.

17 Y no escondas tu rostro de tu siervo; Porque estoy angustiado; apresúrate, óyeme.

18 Acércate á mi alma, redímela: Líbrame á causa de mis enemigos.

19 Tú sabes mi afrenta, y mi confusión, y mi oprobio: Delante de ti están todos mis enemigos.

20 La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado: Y esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo: Y consoladores, y ninguno hallé.

21 Pusiéronme además hiel por comida, Y en mi sed me dieron á beber vinagre.

22 Sea su mesa delante de ellos por lazo, Y lo que es para bien por tropiezo.

23 Sean oscurecidos sus ojos para ver, Y haz siempre titubear sus lomos.

24 Derrama sobre ellos tu ira, Y el furor de tu enojo los alcance.

25 Sea su palacio asolado: En sus tiendas no haya morador.

26 Porque persiguieron al que tú heriste; Y cuentan del dolor de los que tú llagaste.

27 Pon maldad sobre su maldad, Y no entren en tu justicia.

28 Sean raídos del libro de los vivientes, Y no sean escritos con los justos.

29 Y yo afligido y dolorido, Tu salud, oh, Dios, me defenderá.

30 Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, Ensalzarélo con alabanza.

31 Y agradará á Jehová más que sacrificio de buey, O becerro que echa cuernos y uñas.

32 Veránlo los humildes, y se gozarán; Buscad á Dios, y vivirá vuestro corazón.

33 Porque Jehová oye á los menesterosos, Y no menosprecia á sus prisioneros.

34 Alábenlo los cielos y la tierra, Los mares, y todo lo que se mueve en ellos.

35 Porque Dios guardará á Sión, y reedificará las ciudades de Judá; Y habitarán allí, y la poseerán.

36 Y la simiente de sus siervos la heredará, Y los que aman su nombre habitarán en ella.

Capítulo 70

1 OH, Dios, acude á librarme; Apresúrate, oh, Dios, á socorrerme.

2 Sean avergonzados y confusos Los que buscan mi vida; Sean vueltos atrás y avergonzados Los que mi mal desean.

3 Sean vueltos, en pago de su afrenta hecha, Los que dicen: ¡Ah! ¡ah!

4 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan; Y digan siempre los que aman tu salud: Engrandecido sea Dios.

5 Yo estoy afligido y menesteroso; Apresúrate á mí, oh, Dios: Ayuda mía y mi libertador eres tú; Oh, Jehová, no te detengas.

Capítulo 71

1 EN ti, oh, Jehová, he esperado; No sea yo confuso para siempre.

2 Hazme escapar, y líbrame en tu justicia: Inclina tu oído y sálvame.

3 Séme por peña de estancia, adonde recurra yo continuamente: Mandado has que yo sea salvo; Porque tú eres mi roca, y mi fortaleza.

4 Dios mío, líbrame de la mano del impío, De la mano del perverso y violento.

5 Porque tú, oh, Señor Jehová, eres mi esperanza: Seguridad mía desde mi juventud.

6 Por ti he sido sustentado desde el vientre: De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacaste: De ti será siempre mi alabanza.

7 Como prodigio he sido á muchos; Y tú mi refugio fuerte.

8 Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el día.

9 No me deseches en el tiempo de la vejez; Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares.

10 Porque mis enemigos han tratado de mí; Y los que acechan mi alma, consultaron juntamente.

11 Diciendo: Dios lo ha dejado: Perseguid y tomadle, porque no hay quien le libre.

12 Oh, Dios, no te alejes de mí: Dios mío, acude presto á mi socorro.

13 Sean avergonzados, fallezcan los adversarios de mi alma; Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan.

14 Mas yo siempre esperaré, Y añadiré sobre toda tu alabanza.

15 Mi boca publicará tu justicia Y tu salud todo el día, Aunque no sé el número de ellas.

16 Vendré á las valentías del Señor Jehová: Haré memoria de sola tu justicia.

17 Oh, Dios, enseñásteme desde mi mocedad; Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.

18 Y aun hasta la vejez y las canas; oh, Dios, no me desampares, Hasta que denuncie tu brazo á la posteridad, Tus valentías á todos los que han de venir.

19 Y tu justicia, oh, Dios, hasta lo excelso; Porque has hecho grandes cosas: Oh, Dios, ¿quién como tú?

20 Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, Volverás á darme vida, Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra.

21 Aumentarás mi grandeza, Y volverás á consolarme.

22 Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, Oh, Dios mío: tu verdad cantaré yo á ti en el arpa, Oh, Santo de Israel.

23 Mis labios cantarán cuando á ti salmeare, Y mi alma, á la cual redimiste.

24 Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día: Por cuanto fueron avergonzados, porque fueron confusos los que mi mal procuraban.

Capítulo 72

1 OH, Dios, da tus juicios al rey, Y tu justicia al hijo del rey.

2 El juzgará tu pueblo con justicia, Y tus afligidos con juicio.

3 Los montes llevarán paz al pueblo, Y los collados justicia.

4 Juzgará los afligidos del pueblo, Salvará los hijos del menesteroso, Y quebrantará al violento.

5 Temerte han mientras duren el sol Y la luna, por generación de generaciones.

6 Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada; Como el rocío que destila sobre la tierra.

7 Florecerá en sus día justicia, Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.

8 Y dominará de mar á mar, Y desde el río hasta los cabos de la tierra.

9 Delante de él se postrarán los Etiopes; Y sus enemigos lamerán la tierra.

10 Los reyes de Tharsis y de las islas traerán presentes: Los reyes de Sheba y de Seba ofrecerán dones.

11 Y arrodillarse han á él todos los reyes; Le servirán todas las gentes.

12 Porque él librará al menesteroso que clamare, Y al afligido que no tuviere quien le socorra.

13 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso, Y salvará las almas de los pobres.

14 De engaño y de violencia redimirá sus almas: Y la sangre de ellos será preciosa en sus ojos.

15 Y vivirá, y darásele del oro de Seba; Y oraráse por él continuamente; Todo el día se le bendecirá.

16 Será echado un puño de grano en tierra, en las cumbres de los montes; Su fruto hará ruido como el Líbano, Y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.

17 Será su nombre para siempre, Perpetuaráse su nombre mientras el sol dure: Y benditas serán en él todas las gentes: Llamarlo han bienaventurado.

18 Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, Que solo hace maravillas.

19 Y bendito su nombre glorioso para siempre: Y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén.

20 Acábanse las oraciones de David, hijo de Isaí.

Capítulo 73

1 CIERTAMENTE bueno es Dios á Israel, A los limpios de corazón.

2 Mas yo, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos.

3 Porque tuve envidia de los insensatos, Viendo la prosperidad de los impíos.

4 Porque no hay ataduras para su muerte; Antes su fortaleza está entera.

5 No están ellos en el trabajo humano; Ni son azotados con los otros hombres.

6 Por tanto soberbia los corona: Cúbrense de vestido de violencia.

7 Sus ojos están salidos de gruesos: Logran con creces los antojos del corazón.

8 Soltáronse, y hablan con maldad de hacer violencia; Hablan con altanería.

9 Ponen en el cielo su boca, Y su lengua pasea la tierra.

10 Por eso su pueblo vuelve aquí, Y aguas de lleno le son exprimidas.

11 Y dicen: ¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en lo alto?

12 He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.

13 Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia;

14 Pues he sido azotado todo el día, Y empezaba mi castigo por las mañanas.

15 Si dijera yo, Discurriré de esa suerte; He aquí habría negado la nación de tus hijos:

16 Pensaré pues para saber esto: Es á mis ojos duro trabajo,

17 Hasta que venido al santuario de Dios, Entenderé la postrimería de ellos.

18 Ciertamente los has puesto en deslizaderos; En asolamientos los harás caer.

19 ¡Cómo han sido asolados! ¡cuán en un punto! Acabáronse, fenecieron con turbaciones.

20 Como sueño del que despierta, Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás sus apariencias.

21 Desazonóse á la verdad mi corazón, Y en mis riñones sentía punzadas.

22 Mas yo era ignorante, y no entendía: Era como una bestia acerca de ti.

23 Con todo, yo siempre estuve contigo: Trabaste de mi mano derecha.

24 Hasme guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria.

25 ¿A quién tengo yo en los cielos? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

26 Mi carne y mi corazón desfallecen: Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.

27 Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán: Tú cortarás á todo aquel que fornicando, de ti se aparta.

28 Y en cuanto á mí, el acercarme á Dios es el bien: He puesto en el Señor Jehová mi esperanza, Para contar todas tus obras.

Capítulo 74

1 ¿POR qué, oh, Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué ha humeado tu furor contra las ovejas de tu dehesa?

2 Acuérdate de tu congregación, que adquiriste de antiguo, Cuando redimiste la vara de tu heredad; Este monte de Sión, donde has habitado.

3 Levanta tus pies á los asolamientos eternos: A todo enemigo que ha hecho mal en el santuario.

4 Tus enemigos han bramado en medio de tus sinagogas: Han puesto sus divisas por señas.

5 Cualquiera se hacía famoso según que había levantado El hacha sobre los gruesos maderos.

6 Y ahora con hachas y martillos Han quebrado todas sus entalladuras.

7 Han puesto á fuego tus santuarios, Han profanado el tabernáculo de tu nombre echándolo á tierra.

8 Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; Han quemado todas las sinagogas de Dios en el tierra.

9 No vemos ya nuestras señales: No hay más profeta; Ni con nosotros hay quien sepa hasta cuándo.

10 ¿Hasta cuándo, oh, Dios, el angustiador nos afrentará? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?

11 ¿Por qué retraes tu mano, y tu diestra? ¿Por qué la escondes dentro de tu seno?

12 Empero Dios es mi rey ya de antiguo; El que obra saludes en medio de la tierra.

13 Tú hendiste la mar con tu fortaleza: Quebrantaste cabezas de ballenas en las aguas.

14 Tú magullaste las cabezas del leviathán; Dístelo por comida al pueblo de los desiertos.

15 Tú abriste fuente y río; Tú secaste ríos impetuosos.

16 Tuyo es el día, tuya también es la noche: Tú aparejaste la luna y el sol.

17 Tú estableciste todos los términos de la tierra: El verano y el invierno tú los formaste.

18 Acuerdáte de esto: que el enemigo ha dicho afrentas á Jehová, Y que el pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.

19 No entregues á las bestias el alma de tu tórtola: Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.

20 Mira al pacto: Porque las tenebrosidades de la tierra llenas están de habitaciones de violencia.

21 No vuelva avergonzado el abatido: El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.

22 Levántate, oh, Dios, aboga tu causa: Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.

23 No olvides las voces de tus enemigos: El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

Capítulo 75

1 ALABARÉMOSTE, oh, Dios, alabaremos; Que cercano está tu nombre: Cuenten tus maravillas.

2 Cuando yo tuviere tiempo, Yo juzgaré rectamente.

3 Arruinábase la tierra y sus moradores: Yo sostengo sus columnas. (Selah.)

4 Dije á los insensatos: No os infatuéis; Y á los impíos: No levantéis el cuerno:

5 No levantéis en alto vuestro cuerno; No habléis con cerviz erguida.

6 Porque ni de oriente, ni de occidente, Ni del desierto viene el ensalzamiento.

7 Mas Dios es el juez: A éste abate, y á aquel ensalza.

8 Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino es tinto, Lleno de mistura; y él derrama del mismo: Ciertamente sus heces chuparán y beberán todos los impíos de la tierra.

9 Mas yo anunciaré siempre, Cantaré alabanzas al Dios de Jacob.

10 Y quebraré todos los cuernos de los pecadores: Los cuernos del justo serán ensalzados.

Capítulo 76

1 DIOS es conocido en Judá: En Israel es grande su nombre.

2 Y en Salem está su tabernáculo, Y su habitación en Sión.

3 Allí quebró las saetas del arco, El escudo, y la espada, y tren de guerra. (Selah.)

4 Ilustre eres tú; fuerte, más que los montes de caza.

5 Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su sueño; Y nada hallaron en sus manos todos los varones fuertes.

6 A tu reprensión, oh, Dios de Jacob, El carro y el caballo fueron entorpecidos.

7 Tú, terrible eres tú: ¿Y quién parará delante de ti, en comenzando tu ira?

8 Desde los cielos hiciste oir juicio; La tierra tuvo temor y quedó suspensa,

9 Cuando te levantaste, oh, Dios, al juicio, Para salvar á todos los mansos de la tierra. (Selah.)

10 Ciertamente la ira del hombre te acarreará alabanza: Tú reprimirás el resto de las iras.

11 Prometed, y pagad á Jehová vuestro Dios: Todos los que están alrededor de él, traigan presentes al Terrible.

12 Cortará él el espíritu de los príncipes: Terrible es á los reyes de la tierra.

Capítulo 77

1 CON mi voz clamé á Dios, A Dios clamé, y él me escuchará.

2 Al Señor busqué en el día de mi angustia: Mi mal corría de noche y no cesaba: Mi alma rehusaba consuelo.

3 Acordábame de Dios, y gritaba: Quejábame, y desmayaba mi espíritu. (Selah.)

4 Tenías los párpados de mis ojos: Estaba yo quebrantado, y no hablaba.

5 Consideraba los días desde el principio, Los años de los siglos.

6 Acordábame de mis canciones de noche; Meditaba con mi corazón, Y mi espíritu inquiría.

7 ¿Desechará el Señor para siempre, Y no volverá más á amar?

8 ¿Hase acabado para siempre su misericordia? ¿Hase acabado la palabra suya para generación y generación?

9 ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades? (Selah.)

10 Y dije: Enfermedad mía es esta; Traeré pues á la memoria los años de la diestra del Altísimo.

11 Acordaréme de las obras de JAH: Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.

12 Y meditaré en todas tus obras, Y hablaré de tus hechos.

13 Oh, Dios, en santidad es tu camino: ¿Qué Dios grande como el Dios nuestro?

14 Tú eres el Dios que hace maravillas: Tú hiciste notoria en los pueblos tu fortaleza.

15 Con tu brazo redimiste á tu pueblo, A los hijos de Jacob y de José. (Selah.)

16 Viéronte las aguas, oh, Dios; Viéronte las aguas, temieron; Y temblaron los abismos.

17 Las nubes echaron inundaciones de aguas; Tronaron los cielos, Y discurrieron tus rayos.

18 Anduvo en derredor el sonido de tus truenos; Los relámpagos alumbraron el mundo; Estremecióse y tembló la tierra.

19 En la mar fué tu camino, Y tus sendas en las muchas aguas; Y tus pisadas no fueron conocidas.

20 Condujiste á tu pueblo como ovejas, Por mano de Moisés y de Aarón.

Capítulo 78

1 ESCUCHA, pueblo mío, mi ley: Inclinad vuestro oído á las palabras de mi boca.

2 Abriré mi boca en parábola; Hablaré cosas reservadas de antiguo:

3 Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron.

4 No las encubriremos á sus hijos, Contando á la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su fortaleza, y sus maravillas que hizo.

5 El estableció testimonio en Jacob, Y pusó ley en Israel; La cual mandó á nuestros padres Que la notificasen á sus hijos;

6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán, lo cuenten á sus hijos;

7 A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios, Y guarden sus mandamientos:

8 Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no apercibió su corazón, Ni fué fiel para con Dios su espíritu.

9 Los hijos de Ephraim armados, flecheros, Volvieron las espaldas el día de la batalla.

10 No guardaron el pacto de Dios, Ni quisieron andar en su ley:

11 Antes se olvidaron de sus obras, Y de sus maravillas que les había mostrado.

12 Delante de sus padres hizo maravillas En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

13 Rompió la mar, é hízolos pasar; E hizo estar las aguas como en un montón.

14 Y llevólos de día con nube, Y toda la noche con resplandor de fuego.

15 Hendió las peñas en el desierto: Y dióles á beber como de grandes abismos;

16 Pues sacó de la peña corrientes, E hizo descender aguas como ríos.

17 Empero aun tornaron á pecar contra él, Enojando en la soledad al Altísimo.

18 Pues tentaron á Dios en su corazón, Pidiendo comida á su gusto.

19 Y hablaron contra Dios, Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?

20 He aquí ha herido la peña, y corrieron aguas, Y arroyos salieron ondeando: ¿Podrá también dar pan? ¿Aparejará carne á su pueblo?

21 Por tanto oyó Jehová, é indignóse: Y encendióse el fuego contra Jacob, Y el furor subió también contra Israel;

22 Por cuanto no habían creído á Dios, Ni habían confiado en su salud:

23 A pesar de que mandó á las nubes de arriba, Y abrió las puertas de los cielos,

24 E hizo llover sobre ellos maná para comer, Y dióles trigo de los cielos.

25 Pan de nobles comió el hombre: Envióles comida á hartura.

26 Movió el solano en el cielo, Y trajo con su fortaleza el austro.

27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo, Y aves de alas como arena de la mar.

28 E hízolas caer en medio de su campo, Alrededor de sus tiendas.

29 Y comieron, y hartáronse mucho: Cumplióles pues su deseo.

30 No habían quitado de sí su deseo, Aun estaba su vianda en su boca,

31 Cuando vino sobre ellos el furor de Dios, Y mató los más robustos de ellos, Y derribo los escogidos de Israel.

32 Con todo esto pecaron aún, Y no dieron crédito á sus maravillas.

33 Consumió por tanto en nada sus días, Y sus años en la tribulación.

34 Si los mataba, entonces buscaban á Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya.

35 Y acordábanse que Dios era su refugio. Y el Dios Alto su redentor.

36 Mas le lisonjeaban con su boca, Y con su lengua le mentían:

37 Pues sus corazones no eran rectos con él, Ni estuvieron firmes en su pacto.

38 Empero él misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía: Y abundó para apartar su ira, Y no despertó todo su enojo.

39 Y acordóse que eran carne; Soplo que va y no vuelve.

40 ¡Cuántas veces lo ensañaron en el desierto, Lo enojaron en la soledad!

41 Y volvían, y tentaban á Dios, Y ponían límite al Santo de Israel.

42 No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de angustia;

43 Cuando puso en Egipto sus señales, Y sus maravillas en el campo de Zoán;

44 Y volvió sus ríos en sangre, Y sus corrientes, porque no bebiesen.

45 Envió entre ellos una mistura de moscas que los comían, Y ranas que los destruyeron.

46 Dió también al pulgón sus frutos, Y sus trabajos á la langosta.

47 Sus viñas destruyó con granizo, Y sus higuerales con piedra;

48 Y entregó al pedrisco sus bestias, Y al fuego sus ganados.

49 Envió sobre ellos el furor de su saña, Ira y enojo y angustia, Con misión de malos ángeles.

50 Dispuso el camino á su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, Sino que entregó su vida á la mortandad.

51 E hirió á todo primogénito en Egipto, Las primicias de las fuerzas en las tiendas de Châm.

52 Empero hizo salir á su pueblo como ovejas, Y llevólos por el desierto, como un rebaño.

53 Y guiólos con seguridad, que no tuvieron miedo; Y la mar cubrió á sus enemigos.

54 Metiólos después en los términos de su santuario, En este monte que ganó su mano derecha.

55 Y echó las gentes de delante de ellos, Y repartióles una herencia con cuerdas; E hizo habitar en sus moradas á las tribus de Israel.

56 Mas tentaron y enojaron al Dios Altísimo, Y no guardaron sus testimonios;

57 Sino que se volvieron, y se rebelaron como sus padres: Volviéronse como arco engañoso.

58 Y enojáronlo con sus altos, Y provocáronlo á celo con sus esculturas.

59 Oyólo Dios, y enojóse, Y en gran manera aborreció á Israel.

60 Dejó por tanto el tabernáculo de Silo, La tienda en que habitó entre los hombres;

61 Y dió en cautividad su fortaleza, Y su gloria en mano del enemigo.

62 Entregó también su pueblo á cuchillo, Y airóse contra su heredad.

63 El fuego devoró sus mancebos, Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.

64 Sus sacerdotes cayeron á cuchillo, Y sus viudas no lamentaron.

65 Entonces despertó el Señor á la manera del que ha dormido, Como un valiente que grita excitado del vino:

66 E hirió á sus enemigos en las partes posteriores: Dióles perpetua afrenta.

67 Y desechó el tabernáculo de José, Y no escogió la tribu de Ephraim.

68 Sino que escogió la tribu de Judá, El monte de Sión, al cual amó.

69 Y edificó su santuario á manera de eminencia, Como la tierra que cimentó para siempre.

70 Y eligió á David su siervo, Y tomólo de las majadas de las ovejas:

71 De tras las paridas lo trajo, Para que apacentase á Jacob su pueblo, y á Israel su heredad.

72 Y apacentólos con entereza de su corazón; Y pastoreólos con la pericia de sus manos.

Capítulo 79

1 OH, Dios, vinieron las gentes á tu heredad; El templo de tu santidad han contaminado; Pusieron á Jerusalem en montones.

2 Dieron los cuerpos de tus siervos por comida á las aves de los cielos; La carne de tus santos á las bestias de la tierra.

3 Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalem; Y no hubo quien los enterrase.

4 Somos afrentados de nuestros vecinos, Escarnecidos y burlados de los que están en nuestros alrededores.

5 ¿Hasta cuándo, oh, Jehová? ¿has de estar airado para siempre? ¿Arderá como fuego tu celo?

6 Derrama tu ira sobre las gentes que no te conocen, Y sobre los reinos que no invocan tu nombre.

7 Porque han consumido á Jacob, Y su morada han asolado.

8 No recuerdes contra nosotros las iniquidades antiguas: Anticípennos presto tus misericordias, Porque estamos muy abatidos.

9 Ayúdanos, oh, Dios, salud nuestra, por la gloria de tu nombre: Y líbranos, y aplácate sobre nuestros pecados por amor de tu nombre.

10 Porque dirán las gentes: ¿Dónde está su Dios? Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos, La venganza de la sangre de tus siervos, que fué derramada.

11 Entre ante tu acatamiento el gemido de los presos: Conforme á la grandeza de tu brazo preserva á los sentenciados á muerte.

12 Y torna á nuestros vecinos en su seno siete tantos De su infamia, con que te han deshonrado, oh, Jehová.

13 Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu dehesa, Te alabaremos para siempre: Por generación y generación cantaremos tus alabanzas.

Capítulo 80

1 OH, Pastor de Israel, escucha: Tú que pastoreas como á ovejas á José, Que estás entre querubines, resplandece.

2 Despierta tu valentía delante de Ephraim, y de Benjamín, y de Manasés, Y ven á salvarnos.

3 Oh, Dios, haznos tornar; Y haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

4 Jehová, Dios de los ejércitos, ¿Hasta cuándo humearás tú contra la oración de tu pueblo?

5 Dísteles á comer pan de lágrimas, Y dísteles á beber lágrimas en gran abundancia.

6 Pusístenos por contienda á nuestros vecinos: Y nuestros enemigos se burlan entre sí.

7 Oh, Dios de los ejércitos, haznos tornar; Y haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

8 Hiciste venir una vid de Egipto: Echaste las gentes, y plantástela.

9 Limpiaste sitio delante de ella, E hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra.

10 Los montes fueron cubiertos de su sombra; Y sus sarmientos como cedros de Dios.

11 Extendió sus vástagos hasta la mar, Y hasta el río sus mugrones.

12 ¿Por qué aportillaste sus vallados, Y la vendimian todos los que pasan por el camino?

13 Estropeóla el puerco montés, Y pacióla la bestia del campo.

14 Oh, Dios de los ejércitos, vuelve ahora: Mira desde el cielo, y considera, y visita esta viña,

15 Y la planta que plantó tu diestra, Y el renuevo que para ti corroboraste.

16 Quemada á fuego está, asolada: Perezcan por la reprensión de tu rostro.

17 Sea tu mano sobre el varón de tu diestra, Sobre el hijo del hombre que para ti corroboraste.

18 Así no nos volveremos de ti: Vida nos darás, é invocaremos tu nombre.

19 Oh, Jehová, Dios de los ejércitos, haznos tornar; Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

Capítulo 81

1 CANTAD á Dios, fortaleza nuestra: Al Dios de Jacob celebrad con júbilo.

2 Tomad la canción, y tañed el adufe, El arpa deliciosa con el salterio.

3 Tocad la trompeta en la nueva luna, En el día señalado, en el día de nuestra solemnidad.

4 Porque estatuto es de Israel, Ordenanza del Dios de Jacob.

5 Por testimonio en José lo ha constituído, Cuando salió por la tierra de Egipto; Donde oí lenguaje que no entendía.

6 Aparté su hombro de debajo de la carga; Sus manos se quitaron de vasijas de barro.

7 En la calamidad clamaste, y yo te libré: Te respondí en el secreto del trueno; Te probé sobre las aguas de Meriba. (Selah.)

8 Oye, pueblo mío y te protestaré. Israel, si me oyeres,

9 No habrá en ti dios ajeno, Ni te encorvarás á dios extraño.

10 Yo soy Jehová tu Dios, Que te hice subir de la tierra de Egipto: Ensancha tu boca, y henchirla he.

11 Mas mi pueblo no oyó mi voz, E Israel no me quiso á mí.

12 Dejélos por tanto á la dureza de su corazón: Caminaron en sus consejos.

13 ¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo, Si en mis caminos hubiera Israel andado!

14 En una nada habría yo derribado sus enemigos, Y vuelto mi mano sobre sus adversarios.

15 Los aborrecedores de Jehová se le hubieran sometido; Y el tiempo de ellos fuera para siempre.

16 Y Dios lo hubiera mantenido de grosura de trigo: Y de miel de la piedra te hubiera saciado.

Capítulo 82

1 DIOS está en la reunión de los dioses; En medio de los dioses juzga.

2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, Y aceptaréis las personas de los impíos? (Selah.)

3 Defended al pobre y al huérfano: Haced justicia al afligido y al menesteroso.

4 Librad al afligido y al necesitado: Libradlo de mano de los impíos.

5 No saben, no entienden, Andan en tinieblas: Vacilan todos los cimientos de la tierra.

6 Yo dije: Vosotros sois dioses. E hijos todos vosotros del Altísimo.

7 Empero como hombres moriréis. Y caeréis como cualquiera de los tiranos.

8 Levántate, oh, Dios, juzga la tierra: Porque tú heredarás en todas las gentes.

Capítulo 83

1 OH, Dios no tengas silencio: No calles, oh, Dios, ni te estés quieto.

2 Porque he aquí que braman tus enemigos; Y tus aborrecedores han alzado cabeza.

3 Sobre tu pueblo han consultado astuta y secretamente, Y han entrado en consejo contra tus escondidos.

4 Han dicho: Venid, y cortémoslos de ser pueblo, Y no haya más memoria del nombre de Israel.

5 Por esto han conspirado de corazón á una, Contra ti han hecho liga;

6 Los pabellones de los Idumeos y de los Ismaelitas, Moab y los Agarenos;

7 Gebal, y Ammón, y Amalec; Los Filisteos con los habitadores de Tiro.

8 También el Assur se ha juntado con ellos: Son por brazo á los hijos de Lot. (Selah.)

9 Hazles como á Madián; Como á Sísara, como á Jabín en el arroyo de Cisón;

10 Que perecieron en Endor, Fueron hechos muladar de la tierra.

11 Pon á ellos y á sus capitanes como á Oreb y como á Zeeb; Y como á Zeba y como á Zalmunna, á todos sus príncipes;

12 Que han dicho: Heredemos para nosotros Las moradas de Dios.

13 Dios mío, ponlos como á torbellinos; Como á hojarascas delante del viento.

14 Como fuego que quema el monte, Como llama que abrasa las breñas.

15 Persíguelos así con tu tempestad, Y asómbralos con tu torbellino.

16 Llena sus rostros de vergüenza; Y busquen tu nombre, oh, Jehová.

17 Sean afrentados y turbados para siempre; Y sean deshonrados, y perezcan.

18 Y conozcan que tu nombre es JEHOVA; Tú solo Altísimo sobre toda la tierra.

Capítulo 84

1 ¡CUAN amables son tus moradas, oh, Jehová de los ejércitos!

2 Codicia y aun ardientemente desea mi alma los atrios de Jehová: Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.

3 Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus pollos En tus altares, oh, Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío.

4 Bienaventurados los que habitan en tu casa: Perpetuamente te alabarán (Selah.)

5 Bienaventurado el hombre que tiene su fortaleza en ti; En cuyo corazón están tus caminos.

6 Atravesando el valle de Baca pónenle por fuente, Cuando la lluvia llena los estanques.

7 Irán de fortaleza en fortaleza, Verán á Dios en Sión.

8 Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración: Escucha, oh, Dios de Jacob (Selah.)

9 Mira, oh, Dios, escudo nuestro, Y pon los ojos en el rostro de tu ungido.

10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos: Escogería antes estar á la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad.

11 Porque sol y escudo es Jehová Dios: Gracia y gloria dará Jehová: No quitará el bien á los que en integridad andan.

12 Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía.

Capítulo 85

1 FUISTE propicio á tu tierra, oh, Jehová: Volviste la cautividad de Jacob.

2 Perdonaste la iniquidad de tu pueblo; Todos los pecados de ellos cubriste. (Selah.)

3 Dejaste toda tu saña: Te volviste de la ira de tu furor.

4 Vuélvenos, oh, Dios, salud nuestra, Y haz cesar tu ira de sobre nosotros.

5 ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre? ¿Extenderás tu ira de generación en generación?

6 ¿No volverás tú á darnos vida, Y tu pueblo se alegrará en ti?

7 Muéstranos, oh, Jehová, tu misericordia, Y danos tu salud.

8 Escucharé lo que hablará el Dios Jehová: Porque hablará paz á su pueblo y á sus santos, Para que no se conviertan á la locura.

9 Ciertamente cercana está su salud á los que le temen; Para que habite la gloria en nuestra tierra.

10 La misericordia y la verdad se encontraron: La justicia y la paz se besaron.

11 La verdad brotará de la tierra; Y la justicia mirará desde los cielos.

12 Jehová dará también el bien; Y nuestra tierra dará su fruto.

13 La justicia irá delante de él; Y sus pasos pondrá en camino.

Capítulo 86

1 INCLINA, oh, Jehová, tu oído, y óyeme; Porque estoy afligido y menesteroso.

2 Guarda mi alma, porque soy pío: Salva tú, oh, Dios mío, á tu siervo que en ti confía.

3 Ten misericordia de mí, oh, Jehová: Porque á ti clamo todo el día.

4 Alegra el alma de tu siervo: Porque á ti, oh, Señor, levanto mi alma.

5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te invocan.

6 Escucha, oh, Jehová, mi oración, Y está atento á la voz de mis ruegos.

7 En el día de mi angustia te llamaré: Porque tú me respondes.

8 Oh, Señor, ninguno hay como tú entre los dioses, Ni obras que igualen tus obras.

9 Todas las gentes que hiciste vendrán y se humillarán delante de ti, Señor; Y glorificarán tu nombre.

10 Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas: Tú solo eres Dios.

11 Enséñame, oh, Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad: Consolida mi corazón para que tema tu nombre.

12 Te alabaré, oh, Jehová Dios mío, con todo mi corazón; Y glorificaré tu nombre para siempre.

13 Porque tu misericordia es grande para conmigo; Y has librado mi alma del hoyo profundo.

14 Oh, Dios, soberbios se levantaron contra mí, Y conspiración de fuertes ha buscado mi alma, Y no te pusieron delante de sí.

15 Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad;

16 Mírame, y ten misericordia de mí: Da tu fortaleza á tu siervo, Y guarda al hijo de tu sierva.

17 Haz conmigo señal para bien, Y veánla los que me aborrecen, y sean avergonzados; Porque tú, Jehová, me ayudaste, y me consolaste.

Capítulo 87

1 SU cimiento es en montes de santidad.

2 Ama Jehová las puertas de Sión Más que todas las moradas de Jacob.

3 Cosas ilustres son dichas de ti, Ciudad de Dios. (Selah.)

4 Yo me acordaré de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen: He aquí Palestina, y Tiro, con Etiopía: Este nació allá.

5 Y de Sión se dirá: Este y aquél han nacido en ella; Y fortificarála el mismo Altísimo.

6 Jehová contará cuando se escribieren los pueblos: Este nació allí. (Selah.)

7 Y cantores y tañedores en ella dirán: Todas mis fuentes estarán en ti.

Capítulo 88

1 OH, Jehová, Dios de mi salud, Día y noche clamo delante de ti.

2 Entre mi oración en tu presencia: Inclina tu oído á mi clamor.

3 Porque mi alma está harta de males, Y mi vida cercana al sepulcro.

4 Soy contado con los que descienden al hoyo, Soy como hombre sin fuerza:

5 Libre entre los muertos, Como los matados que yacen en el sepulcro, Que no te acuerdas más de ellos, Y que son cortados de tu mano.

6 Hasme puesto en el hoyo profundo, En tinieblas, en honduras.

7 Sobre mí se ha acostado tu ira, Y me has afligido con todas tus ondas. (Selah.)

8 Has alejado de mí mis conocidos: Hasme puesto por abominación á ellos: Encerrado estoy, y no puedo salir.

9 Mis ojos enfermaron á causa de mi aflicción: Hete llamado, oh, Jehová, cada día; He extendido á ti mis manos.

10 ¿Harás tú milagro á los muertos? ¿Levantaránse los muertos para alabarte? (Selah.)

11 ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia, O tu verdad en la perdición?

12 ¿Será conocida en las tinieblas tu maravilla, Ni tu justicia en la tierra del olvido?

13 Mas yo á ti he clamado, oh, Jehová; Y de mañana mi oración te previno.

14 ¿Por qué, oh, Jehová, desechas mi alma? ¿Por qué escondes de mí tu rostro?

15 Yo soy afligido y menesteroso: Desde la mocedad he llevado tus terrores, he estado medroso.

16 Sobre mí han pasado tus iras; Tus espantos me han cortado.

17 Hanme rodeado como aguas de continuo; Hanme cercado á una.

18 Has alejado de mí el enemigo y el compañero; Y mis conocidos se esconden en la tiniebla.

Capítulo 89

1 LAS misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; En generación y generación haré notoria tu verdad con mi boca.

2 Porque dije: Para siempre será edificada misericordia; En los mismos cielos apoyarás tu verdad.

3 Hice alianza con mi escogido; Juré á David mi siervo: diciendo.

4 Para siempre confirmaré tu simiente, Y edificaré tu trono por todas las generaciones. (Selah.)

5 Y celebrarán los cielos tu maravilla, oh, Jehová; Tu verdad también en la congregación de los santos.

6 Porque ¿quién en los cielos se igualará con Jehová? ¿Quién será semejante á Jehová entre los hijos de los potentados?

7 Dios terrible en la grande congregación de los santos, Y formidable sobre todos cuantos están alrededor suyo.

8 Oh, Jehová, Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová, Y tu verdad está en torno de ti.

9 Tú tienes dominio sobre la bravura de la mar: Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.

10 Tú quebrantaste á Rahab como á un muerto: Con el brazo de tu fortaleza esparciste á tus enemigos.

11 Tuyos los cielos, tuya también la tierra: El mundo y su plenitud, tú lo fundaste.

12 Al aquilón y al austro tú los criaste: Tabor y Hermón cantarán en tu nombre.

13 Tuyo el brazo con valentía; Fuerte es tu mano, ensalzada tu diestra.

14 Justicia y juicio son el asiento de tu trono: Misericordia y verdad van delante de tu rostro.

15 Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte: Andarán, oh, Jehová, á la luz de tu rostro.

16 En tu nombre se alegrarán todo el día; Y en tu justicia serán ensalzados.

17 Porque tú eres la gloria de su fortaleza; Y por tu buena voluntad ensalzarás nuestro cuerno.

18 Porque Jehová es nuestro escudo; Y nuestro rey es el Santo de Israel.

19 Entonces hablaste en visión á tu santo, Y dijiste: Yo he puesto el socorro sobre valiente; He ensalzado un escogido de mi pueblo.

20 Hallé á David mi siervo; Ungílo con el aceite de mi santidad.

21 Mi mano será firme con él, Mi brazo también lo fortificará.

22 No lo avasallará enemigo, Ni hijo de iniquidad lo quebrantará.

23 Mas yo quebrantaré delante de él á sus enemigos, Y heriré á sus aborrecedores.

24 Y mi verdad y mi misericordia serán con él; Y en mi nombre será ensalzado su cuerno.

25 Asimismo pondré su mano en la mar, Y en los ríos su diestra.

26 El me llamará: Mi padre eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salud.

27 Yo también le pondré por primogénito, Alto sobre los reyes de la tierra.

28 Para siempre le conservaré mi misericordia; Y mi alianza será firme con él.

29 Y pondré su simiente para siempre, Y su trono como los días de los cielos.

30 Si dejaren sus hijos mi ley, Y no anduvieren en mis juicios;

31 Si profanaren mis estatutos, Y no guardaren mis mandamientos;

32 Entonces visitaré con vara su rebelión, Y con azotes sus iniquidades.

33 Mas no quitaré de él mi misericordia, Ni falsearé mi verdad.

34 No olvidaré mi pacto, Ni mudaré lo que ha salido de mis labios.

35 Una vez he jurado por mi santidad, Que no mentiré á David.

36 Su simiente será para siempre, Y su trono como el sol delante de mí.

37 Como la luna será firme para siempre, Y como un testigo fiel en el cielo. (Selah.)

38 Mas tú desechaste y menospreciaste á tu ungido; Y te has airado con él.

39 Rompiste el pacto de tu siervo; Has profanado su corona hasta la tierra.

40 Aportillaste todos sus vallados; Has quebrantado sus fortalezas.

41 Menoscabáronle todos los que pasaron por el camino: Es oprobio á sus vecinos.

42 Has ensalzado la diestra de sus enemigos; Has alegrado á todos sus adversarios.

43 Embotaste asimismo el filo de su espada, Y no lo levantaste en la batalla.

44 Hiciste cesar su brillo, Y echaste su trono por tierra.

45 Has acortado los días de su juventud; Hasle cubierto de afrenta. (Selah.)

46 ¿Hasta cuándo, oh, Jehová? ¿te esconderás para siempre? ¿Arderá tu ira como el fuego?

47 Acuérdate de cuán corto sea mi tiempo: ¿Por qué habrás criado en vano á todos los hijos del hombre?

48 ¿Qué hombre vivirá y no verá muerte? ¿Librarás su vida del poder del sepulcro? (Selah.)

49 Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias, Que juraste á David por tu verdad?

50 Señor, acuérdate del oprobio de tus siervos; Oprobio que llevo yo en mi seno de muchos pueblos.

51 Porque tus enemigos, oh, Jehová, han deshonrado, Porque tus enemigos han deshonrado los pasos de tu ungido.

52 Bendito Jehová para siempre. Amén, y Amén.

Capítulo 90

1 SEñOR, tú nos has sido refugio En generación y en generación.

2 Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

3 Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.

4 Porque mil años delante de tus ojos, Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche.

5 Háceslos pasar como avenida de aguas; son como sueño; Como la hierba que crece en la mañana:

6 En la mañana florece y crece; A la tarde es cortada, y se seca.

7 Porque con tu furor somos consumidos, Y con tu ira somos conturbados.

8 Pusiste nuestras maldades delante de ti, Nuestros yerros á la luz de tu rostro.

9 Porque todos nuestros días declinan á causa de tu ira; Acabamos nuestros años como un pensamiento.

10 Los días de nuestra edad son setenta años; Que si en los más robustos son ochenta años, Con todo su fortaleza es molestia y trabajo; Porque es cortado presto, y volamos.

11 ¿Quién conoce la fortaleza de tu ira, Y tu indignación según que debes ser temido?

12 Enséñanos de tal modo á contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.

13 Vuélvete, oh, Jehová: ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos.

14 Sácianos presto de tu misericordia: Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

15 Alégranos conforme á los días que nos afligiste, Y los años que vimos mal.

16 Aparezca en tus siervos tu obra, Y tu gloria sobre sus hijos.

17 Y sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros: Y ordena en nosotros la obra de nuestras manos, La obra de nuestras manos confirma.

Capítulo 91

1 EL que habita al abrigo del Altísimo, Morará bajo la sombra del Omnipotente.

2 Diré yo á Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en él confiaré.

3 Y él te librará del lazo del cazador: De la peste destruidora.

4 Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro: Escudo y adarga es su verdad.

5 No tendrás temor de espanto nocturno, Ni de saeta que vuele de día;

6 Ni de pestilencia que ande en oscuridad, Ni de mortandad que en medio del día destruya.

7 Caerán á tu lado mil, Y diez mil á tu diestra: Mas á ti no llegará.

8 Ciertamente con tus ojos mirarás, Y verás la recompensa de los impíos.

9 Porque tú has puesto á Jehová, que es mi esperanza. Al Altísimo por tu habitación,

10 No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.

11 Pues que á sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos.

12 En las manos te llevarán, Porque tu pie no tropiece en piedra.

13 Sobre el león y el basilisco pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón.

14 Por cuanto en mí ha puesto su voluntad, yo también lo libraré: Pondrélo en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.

15 Me invocará, y yo le responderé: Con él estare yo en la angustia: Lo libraré, y le glorificaré.

16 Saciarélo de larga vida, Y mostraréle mi salud.

Capítulo 92

1 BUENO es alabar á Jehová, Y cantar salmos á tu nombre, oh, Altísimo;

2 Anunciar por la mañana tu misericordia, Y tu verdad en las noches,

3 En el decacordio y en el salterio, En tono suave con el arpa.

4 Por cuanto me has alegrado, oh, Jehová, con tus obras; En las obras de tus manos me gozo.

5 ¡Cuán grandes son tus obras, oh, Jehová! Muy profundos son tus pensamientos.

6 El hombre necio no sabe, Y el insensato no entiende esto:

7 Que brotan los impíos como la hierba, Y florecen todos los que obran iniquidad, Para ser destruídos para siempre.

8 Mas tú, Jehová, para siempre eres Altísimo.

9 Porque he aquí tus enemigos, oh, Jehová, Porque he aquí, perecerán tus enemigos; Serán disipados todos los que obran maldad.

10 Empero tú ensalzarás mi cuerno como el de unicornio: Seré ungido con aceite fresco.

11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos: Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.

12 El justo florecerá como la palma: Crecerá como cedro en el Líbano.

13 Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán.

14 Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes;

15 Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto. Y que en él no hay injusticia.

Capítulo 93

1 JEHOVA reina, vistióse de magnificencia, Vistióse Jehová, ciñose de fortaleza; Afirmó también el mundo, que no se moverá.

2 Firme es tu trono desde entonces: Tú eres eternalmente.

3 Alzaron los ríos, oh, Jehová, Alzaron los ríos su sonido; Alzaron los ríos sus ondas.

4 Jehová en las alturas es más poderoso Que el estruendo de las muchas aguas, Más que las recias ondas de la mar.

5 Tus testimonios son muy firmes: La santidad conviene á tu casa, Oh, Jehová, por los siglos y para siempre.

Capítulo 94

1 JEHOVA, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, muéstrate.

2 Ensálzate, oh, Juez de la tierra: Da el pago á los soberbios.

3 ¿Hasta cuándo los impíos, Hasta cuándo, oh, Jehová, se gozarán los impíos?

4 ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras, Y se vanagloriarán todos los que obran iniquidad?

5 A tu pueblo, oh, Jehová, quebrantan, Y á tu heredad afligen.

6 A la viuda y al extanjero matan, Y á los huérfanos quitan la vida.

7 Y dijeron: No verá JAH, Ni entenderá el Dios de Jacob.

8 Entended, necios del pueblo; Y vosotros fatuos, ¿cuándo seréis sabios?

9 El que plantó el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?

10 El que castiga las gentes, ¿no reprenderá? ¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia?

11 Jehová conoce los pensamientos de los hombres, Que son vanidad.

12 Bienaventurado el hombre á quien tú, JAH, castigares, Y en tu ley lo instruyeres;

13 Para tranquilizarle en los días de aflicción, En tanto que para el impío se cava el hoyo.

14 Porque no dejará Jehová su pueblo, Ni desamparará su heredad;

15 Sino que el juicio será vuelto á justicia, Y en pos de ella irán todos los rectos de corazón.

16 ¿Quién se levantará por mí contra los malignos? ¿Quién estará por mí contra los que obran iniquidad?

17 Si no me ayudara Jehová, Presto morara mi alma en el silencio.

18 Cuando yo decía: Mi pie resbala: Tu misericordia, oh, Jehová, me sustentaba.

19 En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, Tus consolaciones alegraban mi alma.

20 ¿Juntaráse contigo el trono de iniquidades, Que forma agravio en el mandamiento?

21 Pónense en corros contra la vida del justo, Y condenan la sangre inocente.

22 Mas Jehová me ha sido por refugio; Y mi Dios por roca de mi confianza.

23 Y él hará tornar sobre ellos su iniquidad, Y los destruirá por su propia maldad; Los talará Jehová nuestro Dios.

Capítulo 95

1 VENID, celebremos alegremente á Jehová: Cantemos con júbilo á la roca de nuestra salud.

2 Lleguemos ante su acatamiento con alabanza; Aclamémosle con cánticos.

3 Porque Jehová es Dios grande; Y Rey grande sobre todos los dioses.

4 Porque en su mano están las profundidades de la tierra, Y las alturas de los montes son suyas.

5 Suya también la mar, pues él la hizo; Y sus manos formaron la seca.

6 Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro hacedor.

7 Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. Si hoy oyereis su voz,

8 No endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, Como el día de Masa en el desierto;

9 Donde me tentaron vuestros padres, Probáronme, y vieron mi obra.

10 Cuarenta años estuve disgustado con la nación, Y dije: Pueblo es que divaga de corazón, Y no han conocido mis caminos.

11 Por tanto juré en mi furor Que no entrarían en mi reposo.

Capítulo 96

1 CANTAD á Jehová canción nueva; Cantad á Jehová, toda la tierra.

2 Cantad á Jehová, bendecid su nombre: Anunciad de día en día su salud.

3 Contad entre las gentes su gloria, En todos los pueblos sus maravillas.

4 Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; Terrible sobre todos los dioses.

5 Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos: Mas Jehová hizo los cielos.

6 Alabanza y magnificencia delante de él: Fortaleza y gloria en su santuario.

7 Dad á Jehová, oh, familias de los pueblos, Dad á Jehová la gloria y la fortaleza.

8 Dad á Jehová la honra debida á su nombre: Tomad presentes, y venid á sus atrios.

9 Encorvaos á Jehová en la hermosura de su santuario: Temed delante de él, toda la tierra.

10 Decid en las gentes: Jehová reinó, También afirmó el mundo, no será conmovido: Juzgará á los pueblos en justicia.

11 Alégrense los cielos, y gócese la tierra: Brame la mar y su plenitud.

12 Regocíjese el campo, y todo lo que en él está: Entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento.

13 Delante de Jehová que vino: Porque vino á juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, Y á los pueblos con su verdad.

Capítulo 97

1 JEHOVA reinó: regocíjese la tierra: Alégrense las muchas islas.

2 Nube y oscuridad alrededor de él: Justicia y juicio son el asiento de su trono.

3 Fuego irá delante de él, Y abrasará en derredor sus enemigos.

4 Sus relámpagos alumbraron el mundo: La tierra vió, y estremecióse.

5 Los montes se derritieron como cera delante de Jehová, Delante del Señor de toda la tierra.

6 Los cielos denunciaron su justicia, Y todos los pueblos vieron su gloria.

7 Avergüéncense todos los que sirven á las imágenes de talla, Los que se alaban de los ídolos: Los dioses todos á él se encorven.

8 Oyó Sión, y alegróse; Y las hijas de Judá, Oh, Jehová, se gozaron por tus juicios.

9 Porque tú, Jehová, eres alto sobre toda la tierra: Eres muy ensalzado sobre todos los dioses.

10 Los que á Jehová amáis, aborreced el mal: Guarda él las almas de sus santos; De mano de los impíos los libra.

11 Luz está sembrada para el justo, Y alegría para los rectos de corazón.

12 Alegraos, justos, en Jehová: Y alabad la memoria de su santidad.

Capítulo 98

1 CANTAD á Jehová canción nueva; Porque ha hecho maravillas: Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo.

2 Jehová ha hecho notoria su salud: En ojos de las gentes ha descubierto su justicia.

3 Hase acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel: Todos los términos de la tierra han visto la salud de nuestro Dios.

4 Cantad alegres á Jehová, toda la tierra; Levantad la voz, y aplaudid, y salmead.

5 Salmead á Jehová con arpa; Con arpa y voz de cántico.

6 Aclamad con trompetas y sonidos De bocina delante del rey Jehová.

7 Brame la mar y su plenitud; El mundo y los que en él habitan;

8 Los ríos batan las manos; Los montes todos hagan regocijo,

9 Delante de Jehová; porque vino á juzgar la tierra: Juzgará al mundo con justicia, Y á los pueblos con rectitud.

Capítulo 99

1 JEHOVA reinó, temblarán los pueblos: El está sentado sobre los querubines, conmoveráse la tierra.

2 Jehová en Sión es grande, Y ensalzado sobre todos los pueblos.

3 Alaben tu nombre grande y tremendo: El es santo.

4 Y la gloria del rey ama el juicio: Tú confirmas la rectitud; Tú has hecho en Jacob juicio y justicia.

5 Ensalzad á Jehová nuestro Dios, Y encorvaos al estrado de sus pies: El es santo.

6 Moisés y Aarón entre sus sacerdotes, Y Samuel entre los que invocaron su nombre; Invocaban á Jehová, y él les respondía.

7 En columna de nube hablaba con ellos: Guardaban sus testimonios, y el estatuto que les había dado.

8 Jehová Dios nuestro, tú les respondías: Tú les fuiste un Dios perdonador, Y vengador de sus obras.

9 Ensalzad á Jehová nuestro Dios, Y encorvaos al monte de su santidad; Porque Jehová nuestro Dios es santo.

Capítulo 100

1 CANTAD alegres á Dios, habitantes de toda la tierra.

2 Servid á Jehová con alegría: Venid ante su acatamiento con regocijo.

3 Reconoced que Jehová él es Dios: El nos hizo, y no nosotros á nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.

4 Entrad por sus puertas con reconocimiento, Por sus atrios con alabanza: Alabadle, bendecid su nombre.

5 Porque Jehová es bueno: para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.

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