Canciones de cuna

( Gabriela Mistral )

Apegado a Mí

Velloncito de mi carne

que en mi entraña yo tejí,

velloncito friolento,

¡duérmete apegado a mí!

La perdiz duerme en el trébol

escuchándole latir:

no te turbes por mi aliento,

¡duérmete apegado a mí!

Hierbecita temblorosa

asombrada de vivir,

no te sueltes de mi pecho,

¡duérmete apegado a mí!

Yo que todo lo he perdido

ahora tiemblo hasta al dormir.

No resbales de mi brazo:

¡duérmete apegado a mí!

Yo no Tengo Soledad

Es la noche desamparo

de las sierras hasta el mar.

Pero yo, la que te mece,

¡yo no tengo soledad!

Es el cielo desamparo

pues la luna cae al mar.

Pero yo, la que te estrecha,

¡yo no tengo soledad!

Es el mundo desamparo.

Toda carne triste va.

Pero yo, la que te oprime,

¡yo no tengo soledad!

Canción Amarga

¡Ay! juguemos, hijo mío,

a la reina con el rey!

Este verde campo es tuyo.

¿De quién más podría ser?

Las alfalfas temblorosas

para ti se han de mecer.

Este valle es todo tuyo.

¿De quién más podría ser?

Para que los disfrutemos

los pomares se hacen miel.

(¡Ay! No es cierto que tiritas

como el Niño de Belén

y que el seno de tu madre

se secó de padecer!)

El cordero está espesando

el vellón que he de tejer.

Y son tuyas las majadas.

¿De quién más podrían ser?

Y la leche del establo

que en la ubre ha de correr

y el manojo de las mieses

¿de quién más podrían ser?

(¡Ay! No es cierto que tiritas

como el Niño de Belén

y que el seno de tu madre

se secó de padecer!)

¡Sí! juguemos, hijo mío,

a la reina con el rey!

Miedo

Yo no quiero que a mi niña

golondrina me la vuelvan,

se hunde volando en el Cielo

y no baja hasta mi estera;

en el alero hace el nido

y mis manos no la peinan

Yo no quiero que a mi niña

golondrina me la vuelvan.

Yo no quiero que a mi niña

la vayan a hacer princesa.

Con zapatitos de oro

¿cómo juega en las praderas?

Y cuando llegue la noche

a mi lado no se acuesta...

Yo no quiero que a mi niña

la vayan a hacer princesa.

Y menos quiero que un día

me la vayan a hacer reina.

La pondrían en un trono

a donde mis pies no llegan.

Cuando viniese la noche

yo no podría mecerla...

Yo no quiero que a mi niña

me la vayan a hacer reina!

Rocío

Esta era una rosa

llena de rocío:

éste era mi pecho

con el hijo mío.

Junta sus hojitas

para sostenerlo:

esquiva la brisa

por no desprenderlo.

Descendió una noche

desde el cielo inmenso;

y del amor tiene

su aliento suspenso.

De dicha se queda

callada, callada:

no hay rosa entre rosas

más maravillada.

Esta era una rosa

llena de rocío:

éste era mi pecho

con el hijo mío.

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