Tala: Alucinación

LA MEMORIA DIVINA

A Elsa Fano

Si me dais una estrella,
y me la abandonáis, desnuda ella
entre la mano, no sabré cerrarla
por defender mi nacida alegría.
Yo vengo de una tierra
donde no se perdía.

Si me encontráis la gruta
maravillosa, que como una fruta
tiene entraña purpúrea y dorada,
no cerraré la gruta
ni a la serpiente ni a la luz del día,
que vengo de una tierra
donde no se perdía.

Si vasos me alargaseis,
de cinamomo y sándalo, capaces
de aromar las raíces de la tierra
y de parar al viento cuando yerra,
a cualquier playa los confiaría,
que vengo de un país
en que no se perdía.

Tuve la estrella viva en mi regazo,
y entera ardí como en tendido ocaso.
Tuve también la gruta en que pendía
el sol, y donde no acababa el día.
Y no supe guardarlos,
ni entendía que oprimirles era amarlos.
Dormí tranquila sobre su hermosura
y sin temblor bebía en su dulzura.

Y los perdí, sin grito de agonía,
que vengo de una tierra
en donde el alma eterna no perdía.

«LA LEY DEL TESORO»

I

Yo soy una que dormía
junto a su tesoro.
Él era un largo temblor
de ángeles en coro;
él era un montón de luces
o de ascuas de oro,
con su propia desnudez
vuelta su decoro.
Viviendo expuesto y desnudo
por más que lo adoro.
Cosa así, ¿quién la podría
cubrir con azoro?
Cosa así, ¿quién taparía
con manto de moro,
por más que cubrirla fuese
«La Ley del tesoro»?

II

Me lo robaron en día
o en noche bien clara;
soplando me lo aventaron
los genios sin cara;
desapareció lo mismo
que como llegara:
tener daga, tener lazo,
por nada contara.

III

Me dejó revoloteando
en el mundo huero
la Ley ladina del dios
mitad aparcero.
Me oigo la cantilena
como, el tero-tero,
o como sobre las tejas
refrán de aguacero:
-«Guardarás bajo la mano
tu tesoro entero».

IV

Algún día ha de venir
el Dios verdadero
a su hija robada, mofa
de hombre pregonero.
Me soplará entre la boca
beso que le espero,
miaja o resina ardiendo
por la que me muero.
Se enderezará mi cuerpo,
venado ligero,
temblando recogerá
su don prisionero;
arderá desde ese día
al día postrero,
metal sin vela de dueño,
sin ¡ay! de marinero.
¡Y no más me robarán
como al buhonero,
como al árbol del camino,
palma o bananero!

RIQUEZA

Tengo la dicha fiel
y la dicha perdida:
la una como rosa,
la otra como espina.
De lo que me robaron
no fui desposeída:
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida,
y estoy rica de púrpura
y de melancolía.
¡Ay, qué amada es la rosa
y qué amante la espina!
Como el doble contorno
de las frutas mellizas,
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida...

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