Prepubertad

En esta subetapa de la vida (10 a 12 años aproximadamente) es donde comienzan a apreciarse los primeros y quizá más bruscos cambios en la constitución física y en la personalidad del joven.

Las manifestaciones conductuales típicas son: cambios bruscos en el ánimo, irritabilidad, hipersensibilidad y bipolaridad entre introversión y extroversión; en términos generales, una personalidad que se muestra desintegrada e inestable.

Lo que hace más llamativos los cambios de esta etapa es precisamente el contraste con la etapa anterior (edad escolar) en que la personalidad del niño y su configuración física son muy estables y predecibles.

Es la fase inicial de la adolescencia, donde se inicia la desintegración de la personalidad.

Coincide con cambios biológicos, hormonales, musculares, lo que genera impulsos sin orientación. Se da el segundo cambio de configuración corporal (dura entre dos y dos años y medio). La desestructuración estaría dada por procesos de maduración orgánica. Aparecen los rasgos sexuales secundarios. Cualquier retardo en lo biológico tiene importancia para el mismo joven, para su salud mental y autovaloración.

Como consecuencia, el prepúber:

Se aburre con las cosas que hace. La mayor preocupación en su propio yo en esta etapa hace que se centre en lo físico, en sus propios cambios corporales.

Por los cambios en las proporciones corporales se ponen torpes.

El pensamiento, pese a ser subjetivo y variable, tiende a lo objetivo, pero aún es variable.

La prepubertad, en general, es una fase crítica. Se da entonces una desorganización del pensamiento, la personalidad y el comportamiento.

Físicamente es egocéntrico.

Mecanismos de defensa de la pubertad

El púber enfrenta varias tensiones: Oscilan entre el impulso y el control. Por ejemplo, se lo comen todo o no comen nada.

En esta emergencia de impulsos aparece el "super yo" al que se le atribuye el estado tensional típico de la edad juvenil. Hay lucha interna con sentimientos de incomodidad y también construcción del ideal del yo. Realizan muchas actividades y no quieren nada con el mundo. Pierden el estado anímico alegre, lo cual es propio de esta etapa.

Su ánimo a esta edad comienza a estabilizarse. Hay mayor determinación respecto de la vida sexual y respecto de sus fines sexuales. También hay enriquecimiento afectivo a través de vivencias de múltiples emociones y de motivaciones. Por ejemplo, se observa el afán de poseer criterios independientes respecto a valores tradicionales. Se aspira a definir valores propios. Hay tendencia a reflexionar sobre sí y autocrítica. Existe la tendencia a autoconocerse y también darse a conocer.

Área Biológica

El proceso de maduración se completa. Apareciendo las primeras menstruaciones y las primeras eyaculaciones.  Hay consolidación y plenitud biológica. Se completa lo relativo al aparato reproductivo y los rasgos sexuales secundarios

Comienza un aumento paulatino de los niveles hormonales lo que va influyendo en el crecimiento físico y desarrollo de caracteres sexuales secundarios (barba, vello púbico, mamas). Se produce un significativo aumento de la talla, muy superior a lo experimentado por el (la) joven previamente, lo que va acompañado de otros signos característicos: crecimiento acelerado de las extremidades, ensanchamiento de las facciones, acné , etc.

Estos cambios físicos acelerados contribuyen a una imagen personal cambiante e inestable y muchas veces a un físico poco agraciado e incluso a incoordinación motora (crecimiento desproporcionado), todo lo cual suele crear problemas de autoimagen negativa, las que se incrementan cuando se presenta algún retraso en la aparición de estos rasgos.

Todos estos cambios son percibidos por el (la) joven, quien va experimentando sentimientos en relación a ellos, los que se manifiestan en las otras áreas que analizaremos.

Área afectiva

Se produce una acentuación general de los impulsos que no están muy definidos, los que se traducen en una excitabilidad difusa (irritabilidad, cambio de ánimo, hipersensibilidad).

Tiende a disminuir la vitalidad propia de la edad escolar, presentándose momentos de actividad alternados con momentos de pasividad e introversión. Uno de los sentimientos característicos en esta etapa es el de ser incomprendido, lo cual se relaciona con una percepción de no ser niño ni joven; es común el aburrimiento y el no saber que hacer, ya que los intereses de la etapa anterior ya no están vigentes y los de la nueva son aún nacientes.

El impulso sexual por su parte, emerge y comienza a diferenciarse del resto de la vida psicológica, pero aún no hay conciencia de él por lo cual se traduce, también en este plano, en una excitación difusa que influye en las variaciones del ánimo.

Área Social

Se produce un quiebre en las relaciones interpersonales en las diferentes áreas (familia, amistades). Comienza a enfatizarse el afán de independencia que marca conflictos en las relaciones con los padres, ya que esto también oscila entre arranques de independencia y actuaciones infantiles que requieren protección y dependencia.

Esta última también es buscada debido a la inseguridad básica experimentada a raíz de los múltiples cambios, lo que marca una intensificación de las manifestaciones de obstinación.

Muchas veces se desestructuran los anteriores grupos de amistades a causa del cambio de intereses o se estructuran nuevos, con fines o metas difusas (ej. juntarse para molestar o descalificar a otros grupos). Se aprecia una tendencia al antagonismo entre los sexos, constituyéndose grupos más bien unisexuados.

Área cognitiva

Comienza a surgir una nueva modalidad de pensamiento que permite al joven trascender del nivel más primario que maneja en la edad escolar. Esta nueva modalidad se denomina pensamiento hipotético.

Por ser una modalidad naciente, ella se presenta en forma oscilante (como casi todos los rasgos del prepúber), fluctuando entre momentos de razonamiento hipotético-deductivo y otros de razonamiento anterior.

Ver: Pubertad

Ver, además:

http://www.aciprensa.com/Familia/etapas.htm