Sida: situación en Chile

En Chile la vigilancia epidemiológica pasiva del VIH/SIDA, por notificación obligatoria de los casos de SIDA y personas VIH+ asintomáticas (portadoras) diagnosticadas en el país, permite caracterizar la epidemia de SIDA en el país y se muestra en los siguientes datos.

Casos de SIDA e Infección por VIH

El primer caso de SIDA se notificó en 1984; hasta el 31 de diciembre de 2001 se habían notificado 4.646 enfermos y 5.228 personas VIH+ asintomáticas en las trece regiones del país. hasta esa fecha se había informado el fallecimiento de 3.012 personas.

La tasa de incidencia acumulada de SIDA es de 34.3 por 100.000 habitantes. La incidencia anual mostraba una tendencia al aumento a través de los años hasta 1997, alcanzando una tasa de 3,78 por 100.000, en 1998 se observa un descenso (tasa de 3,31). Este descenso podría atribuirse al impacto de la biterapia implementada a partir de 1997.

Al año siguiente (1999), la tasa vuelve a experimentar un aumento llegando ese año a 3,60 por 100.000, confirmando lo demostrado en experiencias internacionales, referido al impacto transitorio de la biterapia.

Las nuevas infecciones notificadas, no experimentan la disminución observada en los casos de SIDA, mostrando una tendencia al aumento permanente, la incidencia del año 1999, considerado como el último año con cifras definitivas, fue de 4,61 por 100.000.

Casos y tasas de incidencia de Sida, año, diagnóstico y sexo, Chile, 1984-1987
(ConaSida-Minsal 30/06/97 , tasas por 100.000 habitantes).

Año

Mujeres

Hombres

Total

Casos

Tasas

Casos

Tasas

Casos

Tasas

1984

0

0,00

6

0,10

3

0,05

1985

1

0,02

9

0,15

10

0,08

1986

1

0,02

19

0,31

20

0,16

1987

0

0,00

39

0,63

39

0,31

1988

10

0,15

47

0,75

57

0,45

1989

5

0,08

76

1,19

81

0,62

1990

5

0,07

142

2,18

147

1,12

1991

11

0,16

168

2,54

179

1,34

1992

21

0,31

180

2,68

201

1,48

1993

13

0,19

224

3,28

237

1,72

1994

26

0,37

266

3,84

292

2,08

1995

30

0,42

255

3,63

285

2,00

1996

40

0,55

283

3,97

323

2,24

1997

6

0,08

84

1,16

90

0,61

Totales

169

2,53

1798

27,64

1967

14,93

Distribución regional de los casos de SIDA

De acuerdo a la región de ocurrencia de los casos (lugar donde se atendieron la primera vez que fueron notificados), las tasas de incidencia acumuladas por 100.000 habitantes más elevadas corresponden a: Región Metropolitana (57.1), V (45.3), I (37.1) y II (29.3).

En este análisis la I región sigue ocupando el tercer lugar en orden descendente desplazando a la II, que tradicionalmente ocupaba este lugar, a una cuarta ubicación. Una de las explicaciones con las que concuerdan los profesionales encargados del programa de SIDA local, es que es posible que la I región haya aumentado la sensibilidad del sistema de vigilancia epidemiológica, permitiendo así un conocimiento más real y oportuno de las cifras. Otra interpretación es que podría deberse al activo intercambio fronterizo de la I región con países limítrofes.

En este análisis la IV región sigue ocupando el quinto lugar, pasando de una tasa de 14.1 en junio de 2001 a 16.5 por 100.000 en diciembre de 2001. Es necesario observar la tendencia futura de este indicador considerando que las cifras de los 2 últimos años son preliminares y buscar explicaciones posibles a este cambio.

Las regiones restantes se distribuyen de la siguiente manera:

VII región (13.8 por 100.000); VIII (13.6); XII (11.0); XI (10.9); X (10.5); IX (10.1); III (7.2) y VI (7.1).

Tasa acumulada del Sida en Chile por regiones, 1984-1997.
(Fuente ConaSida-Minsal)

Región

Proporción(Tasa*100.000 Hab.)

Región Metropolitana

28,8

V

20,8

II

10,8

I

5,3

IV

4,3

X

4,3

VII

4,1

VIII

4,0

XI

3,7

XII

3,1

VI

2,8

III

2,5

IX

2,0

País

14,8

Distribución por sexo en casos de SIDA

En el análisis de los casos de SIDA acumulados desde el inicio de la epidemia la mayor proporción está centrada en los hombres, que constituyen el 89.1% de los casos SIDA, el 10.9% son mujeres.

Sin embargo, existe un crecimiento relativo mayor de casos de SIDA en mujeres en relación a los hombres, incluyendo todos los mecanismos de transmisión.

Esto se refleja en la proporción entre hombres y mujeres, cuya brecha se ha acortado a través del tiempo, llegando a 5.8:1 en 1999 (último año considerado con cifras definitivas).

Sexo

Proporción

Hombres

91%

Mujeres

8,6%

Distribución por edad

Los principales grupos de edad afectados tienen entre 20 y 49 años y concentran el 85 % de los casos. Los menores de 20 años representan el 2,3 % y los mayores de 50 el 12,7 %, no existiendo diferencias significativas entre ambos sexos.

Casos de Sida, acumulados por grupo de edad, Chile, 1984-1997
(Fuente ConaSida-Minsal)

Grupo de Edad (años)

Número de Casos

0-4

32

5-9

6

10-14

5

15-19

22

20-24

154

25-29

372

30-34

432

35-39

307

40-44

237

45-49

166

50-54

99

55-59

57

60-64

36

Mayores de 65

42

Escolaridad

Al comparar los casos de Sida y portadores de VIH de ambos sexos entre 1990 y 1996 en las edades de 15 a 49 años, se aprecia la progresiva disminución en el nivel de escolaridad, se reduce la superior de 26,6% al 17,8%, y aumenta la básica del 23% al 29,6%. Esto ocurre sistemáticamente a lo largo del tiempo, observándose siempre una más baja escolaridad en las mujeres.

Categorías de exposición

Sexual

Partícula VIH
(ampliar imagen)

En el trascurso del tiempo ha sido la principal categoría de exposición, tendiendo siempre a crecer, alcanzando a 93.8%.

El análisis de tendencia en el tiempo muestra que el mayor número de casos sigue concentrándose en la exposición homobisexual , que corresponde al 69 % del total de casos notificados por vía sexual.

Sin embargo, se observa un crecimiento de la transmisión heterosexual tanto en mujeres como en hombres, duplicando éstos a las primeras, situación que es improbable debido a que la trasmisión hombre-mujer sería más eficiente que la transmisión mujer-hombre.

Sanguínea

La trasmisión sanguínea en personas transfundidas con sangre o sus productos se controló en Chile a partir del segundo semestre del año 1987. Un fenómeno a considerar en esta vía es el de los usuarios de drogas intravenosas; se observa en los últimos años un aumento lento pero progresivo, tanto en los casos de Sida como en los de VIH+. En el período 1985-1990, la drogadicción intravenosa era responsable del 36% de los casos de infectados por vía sanguínea, mientras que en los años 1991-1995 esta cifra alcanza el 81%.

Vertical

La trasmisión del VIH de la madre seropositiva a su hijo alcanza un 27%, porcentaje que se mantiene a lo largo del tiempo.

Casos de Sida. por categoría de exposición, Chile, 1984-1997
(Fuente ConaSida-Minsal)

Vía

Porcentaje

Sexual

91%

Sanguínea

7%

Perinatal

2%

Total Casos

1.792

Enfermedades marcatorias

Se observa un aumento por sobre el 50% en la:

a) Criptococosis.

b) TBC extrapulmonar.

c) Toxoplasmosis.

d) Síndrome de emaciación (adelgazamiento morboso)

Patrón de diseminación

La situación nacional se describe actualmente como un patrón de diseminación tipo I ( homo/bisexual o usuarios de drogas intravenosas ). Con bajo número de casos por transfusión sanguínea, debido al control de la sangre y sus productos desde el segundo semestre de 1987, con un aumento lento pero progresivo de casos de Sida y por portadores del VIH en usuarios de drogas intravenosas.

Síntesis

En Chile, el Sida se ha diseminado como una enfermedad principalmente de trasmisión sexual, presente en todas las regiones del país. Los grupos más afectados son personas jóvenes en edad productiva; se aprecia un progresivo incremento de la infección en los sectores de más bajo nivel educacional y/o ocupacional, con una proporción mayoritaria de personas con conducta homo/bisexual y un aumento paulatino en los últimos años de heterosexuales.

Ver, en Internet:

http://www.minsal.cl/ici/conasida/conasida.html

Proyecciones sobre el Sida en nuestro país

Entre los problemas más importantes, conviene subrayar:

La enfermedad continuará creciendo. Los pacientes con Sida son sólo la parte visible del problema. Un número importante de personas infectadas se irá transformando cada año en enfermos de Sida. A éstos se agregarán nuevos infectados, tomando en cuenta que -por los mecanismos como se trasmite el VIH- una cantidad considerable de personas estará expuesta a contraer la infección de no tomar medidas preventivas eficaces.

Apoyo clínico fundamental.

La complejidad de las manifestaciones clínicas implica diagnósticos múltiples y muchas veces sofisticados, hospitalizaciones prolongadas, tratamientos de alto costo, apoyo sicológico y la participación de muy diversos profesionales, Esto representa una situación difícil de enfrentar para la mayoría de los Servicios de Salud.

A diferencia de otras epidemias que ha sufrido la humanidad, donde han resultado afectados los niños y ancianos, el VIH y el Sida lo padecen principalmente las personas entre 20 y 40 años, tramo de edad que corresponde al 33,5% de la población chilena. Como éstos constituyen el grupo económicamente más activo de la población, la pandemia pone en peligro el desarrollo y la estabilidad económica, política y social del país.

La epidemia en Chile ha comenzado en hombres con conducta homo y bisexual y, en el futuro próximo, el virus se manifestará de manera creciente en la población con conducta heterosexual, en mujeres, en niños.

La posición de la Iglesia frente al Sida y la discriminación

A continuación, se encuentra la posición de la iglesia, resumida brevemente del Informe publicado por el Comité Ejecutivo de la Federación Luterana Mundial en junio de 1988.

"La Iglesia debería abrir sus puertas a todos, en forma incondicional, tal como Cristo abrió la puerta a todos, sin tener en cuenta quienes eran o lo que habían hecho. La salvación es dada a todos por gracia, a través de la fe, y no por causa de hechos o comportamientos. Al aceptar a todos, Cristo dio acceso a su perdón y a la nueva vida. Hoy, en su Iglesia, recibimos esta vida nueva por medio de la Palabra y los sacramentos. Al excluir a alguien de esta fuente de vida, la Iglesia se hace culpable de la más grave forma de discriminación que existe.

La difusión del Sida depende de realidades culturales, sociales y económicas. La Iglesia debería cuestionar seriamente su propio papel en el desarrollo que facilitó la difusión de la enfermedad, y desafiar a sus propios miembros y a la sociedad para tomar medidas que eliminen actitudes de discriminación y acciones prevalentes en la sociedad.

Discriminación

La discriminación tiene muchas facetas:

Inadecuado cuidado profesional para las personas que son VIH positivos;

Estigmatización y aislamiento de la familia, del contexto social, de la comunidad y de la Iglesia;

Perdida del empleo;

Violencia física y/o sicológica contra personas de orientación homosexual, prostituidos y drogadictos;

Restricciones de viajes;

Presiones familiares y sociales sobre los que brindan ayuda, para que no cuiden a las personas infectadas con el VIH ;

Negativa a brindar cuidados sanitarios básicos y seguros de vida o salud;

Registros obligatorios;

Rechazo a brindar alojamiento;

Actitud negativa para brindar acceso a la educación, especialmente a los niños;

Análisis obligatorios sin consentimiento; "chivos expiatorios";

Exclusión de personas, tales como refugiados y estudiantes procedentes de áreas altamente endémicas.

Discriminación agudiza la situación

En algunos países, el Sida afectó principalmente a grupos que ya estaban marginados, y como consecuencia aumentó la discriminación (homosexuales, drogadictos intravenosos y prostituidos). El turismo sexual, donde varones económicamente poderosos explotan a mujeres y varones jóvenes, pone en peligro e incrementa el riesgo de la trasmisión del VIH . Esto alienta la discriminación, ya que ciertos grupos no son considerados dignos de ser protegidos contra el VIH , sino que son expuestos al virus por motivos de lucro económico.

Las estructuras socioeconómicas en el mundo promueven la pobreza de ciertas comunidades y grupos, haciendo más vulnerables a la difusión del Sida a aquellos que no tienen privilegios. La lucha contra el Sida es por lo tanto una lucha contra la pobreza, el analfabetismo, la prostitución, la drogadicción y todas las formas de desigualdad social. La falta de información tendenciosa también contribuyen a la discriminación.

Efectos de la discriminación

En el nivel individual:

La discriminación afecta profundamente a las personas. Ella conduce a la perdida de autoestima, a sentimientos de culpa y vergüenza. A menudo las personas con Sida se apartan por sí mismas de la asistencia que necesitan debido al temor a reacciones negativas de los otros. El aislamiento aumenta el sentimiento de "ser el único con Sida". Ansiedad, depresión y suicidio pueden ser los resultados.

Las personas afectadas por el Sida necesitan ser aceptadas por la Iglesia y conducidas, junto con todas sus emociones, al descubrimiento de su dignidad como creadas a la imagen de Dios.

La Iglesia debería sostener y cuidar a aquellas que se están ocupando de las personas con Sida, para brindarles fuerzas y coraje para continuar su ministerio.

En el nivel comunitario:

La discriminación de ciertos grupos los obliga a esconderse. La comunicación, el contacto y la existencia llegan a ser difíciles y la trasmisión del VIH se facilita. La discriminación de las personas infectadas por el VIH es un obstáculo serio en la lucha para combatir la trasmisión de la enfermedad. La Iglesia tiene la especial responsabilidad de reconocer estos grupos discriminados y sus necesidades.

En resumen, se ve claramente cómo la Iglesia reconoce el problema actual de la "tercera epidemia", lo analiza e inicia planes de acción para erradicar la discriminación, ayudando a quienes padecen la enfermedad, y condenando a aquellos que están involucrados en el acto discriminatorio.

Aspectos legales

"Declaración de los Derechos Fundamentales de la persona que vive con el virus del Sida"

Considerando:

Que el Sida, desde el punto de vista de la medicina, es una enfermedad como las otras;

Que el Sida es una epidemia mundial y que es preciso un esfuerzo colectivo mundial para detenerla;

Que no existe peligro de contagio del Sida excepto a través de relaciones sexuales sin precauciones adecuadas, de la transfusión de sangre infectada y de la trasmisión de la madre infectada al feto o al bebé;

Que desde el punto de vista planetario es la Humanidad la que se encuentra seropositiva, no existiendo una "minoría" de enfermos;

Que contra el pánico, los preconceptos y la discriminación, la práctica de la solidaridad es esencial;

Por todo ello proclamamos:

1.Todas las personas tienen derecho a la información clara, exacta y científicamente fundada acerca del Sida, sin ningún tipo de restricción. Las personas que viven con el virus del Sida tienen derecho a informaciones específicas sobre su condición como tales.

2.Toda persona que vive con el virus del Sida tiene derecho a la asistencia y al tratamiento, suministrados ambos sin ninguna restricción y garantizando su mejor calidad de vida.

3. Ninguna persona que viva con el virus VIH/Sida será sometida a aislamiento, cuarentena o cualquier tipo de discriminación.

4. Nadie tiene derecho a restringir la libertad o los derechos de las personas por el único motivo de que estas personas convivan con el virus VIH/Sida, cualquiera sea su raza, nacionalidad, religión, ideología, sexo u orientación sexual.

5. Toda persona que viva con el virus VIH/Sida tiene derecho a la participación en todos los aspectos de la vida social. Toda acción que tienda a recusar a las personas que conviven con el VIH/Sida para un empleo, un alojamiento, una asistencia o a privarlos de ello, o que tienda a restringirles la participación en las actividades colectivas, escolares y/o militares, debe ser considerada discriminatoria y punida por la ley.

6.Todas las personas tienen derecho a recibir sangre y hemoderivados, órganos o tejidos que hayan sido rigurosamente analizados y comprobada en ellos la ausencia del virus del Sida.

7. Nadie podrá hacer referencia a la enfermedad de alguien, pasada o futura, o al resultado de sus análisis para el Sida sin el consentimiento de la persona involucrada. La privacidad de la persona que vive con el virus VIH/Sida deberá ser asegurada por todos los servicios médicos y asistenciales.

8. Nadie será sometido compulsivamente, en ningún caso, a los análisis para el Sida. Estos deberán ser usados exclusivamente para fines diagnósticos, para el control de personas o poblaciones. En todos los casos de análisis, los involucrados deberán ser informados previamente y los resultados deberán ser comunicados por un profesional competente.

9. Toda persona que vive con el virus VIH/Sida tiene derecho a comunicar sólo a las personas que él desee hacerlo su estado de salud o el resultado de sus análisis.

10. Toda persona que viva con el virus tiene derecho a la continuación de su vida civil, profesional, sexual y afectiva. Ninguna acción podrá restringir sus plenos derechos a la ciudadanía.