Drogadicción en Chile

PRESENTACIÓN

(Acápites del trabajo desarrollado por la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza, a través del Programa "Generación de Redes").

Santiago, Enero 2000

A. Conceptualización

Introducción

Es evidente que en Chile ha aumentado el consumo de drogas en personas de todas edades, especialmente en la población juvenil. Al abuso tradicional de alcohol y tabaco, se han agregado el consumo de marihuana, solventes volátiles, tranquilizantes, estimulantes y derivados de cocaína (pasta base y clorhidrato).

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Los jóvenes y adultos jóvenes entre 18 y 31 años son quienes más consumen drogas. Los consumos se inician a temprana edad, la mayoría de los consumidores las usa por primera vez antes de los veinte años.

Chile posee la cuarta tasa de consumo de alcohol en el mundo y la segunda de mortalidad por cirrosis; el veinticinco por ciento de las muertes ocurridas en el país están asociadas al consumo de alcohol.

La mayoría de las personas considera que es fácil o muy fácil acceder a la droga, especialmente marihuana y en el norte, cocaína y pasta base. Ahora es más fácil contactarse con el mundo de la droga: ¿quién no posee a algún familiar, amigo o conocido en contacto con el alcohol u otras drogas?

Un gran número de personas percibe hoy al problema de la droga como una de las principales amenazas en todos los ámbitos de la vida en sociedad: individuo, familia y salud mental; violencia, delincuencia y seguridad personal; trabajo, producción y seguridad laboral; economía, narcotráfico y seguridad nacional.

Este capítulo se centrará en revisar algunos conceptos básicos en relación a la droga, sus tipos y efectos más relevantes, para luego evidenciar los distintos significados o representaciones culturales que se han construido en relación a ella, los que han determinado en gran forma los mecanismos de control utilizados actualmente por la sociedad para abordar la problemática.

¿Qué son las drogas?

El concepto de droga evoca con mayor frecuencia, y de una manera espontánea, distintos tipos de imágenes relacionadas principalmente con sustancias ilegales o que producen una alteración importante de los estados de conciencia y de la percepción de la realidad.

No es habitual que este concepto se asocie a otras sustancias legales como el alcohol, café y tabaco, aunque también son drogas en un sentido estricto, ya que igualmente poseen un efecto psicoactivo como las drogas ilegales, y pueden ser tan  dañinas como éstas.

Existe cierta confusión por la amplitud de este concepto, de allí que se entienda de modo tan diverso.

En términos generales, la definición de droga es la siguiente:

Droga es "cualquier sustancia, natural o sintética, que al ser incorporada al organismo provoca cambios en el funcionamiento del Sistema Nervioso Central, aumentando, disminuyendo o modificando los estados de conciencia. Tales cambios pueden ser físicos, psicológicos o ambos, y se manifiestan en diferentes formas según las características individuales, del entorno y de la droga utilizada".

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Se han utilizado términos como estupefacientes y narcóticos , o más recientemente, psicotrópicos para tratar el tema bajo una sola denominación. No obstante, dichos términos se han cuestionado debido a que hay sustancias que afectan principalmente el estado de ánimo, tales como los estimulantes y los tranquilizantes, por ejemplo, que no son propiamente narcóticos ni estupefacientes. Es necesario clarificar los alcances y distinciones entre sustancias o drogas "estupefacientes" y aquellas otras denominadas "sicotrópicas".

1. drogas o sustancias estupefacientes:

Son, en general, aquellas que causan "estupor"; esto es, una disminución de las facultades intelectuales acompañada de cierto aire o aspecto de asombro o indiferencia. Según el diccionario, es aquella sustancia narcótica que hace perder la sensibilidad.

Ejemplos comunes de estas drogas:

Cannabis sativa (cáñamo índico) o su resina; coca en hojas; cocaína y sus sales, entre ellas clorhidrato de cocaína y sulfato de cocaína o pasta base; heroína; y morfina.

2. drogas o sustancias sicotrópicas:

En general, son aquellas que estimulan el organismo por la vía de la alteración mental del sujeto que las ingiere, de tal manera que su comportamiento varía y cambia en relación con su normal forma de ser.

Ejemplos comunes de sicotrópicos son:

Mescalina, anfetamina, barbital, meprobamato y temproporex.

Tipos de Drogas

Existen variados criterios con los cuales se puede elaborar una clasificación de las drogas. Así se tiene, por ejemplo:

1. Según sus efectos:

De acuerdo a sus efectos sobre el Sistema Nervioso Central, las drogas se clasifican en dos grupos: depresores y estimulantes; algunos autores agregan un tercer grupo denominado distorsionadoras y aquí incorporan los alucinógenos.>

De acuerdo a esta clasificación, se distinguen las siguientes drogas:

Estimulantes

Cocaína

Anfetaminas

Tabaco

Cafeína

Depresoras

Alcohol

Inhalantes (neoprén)

Tranquilizantes

Barbitúricos

Opiáceos

Distorsionadoras

Alucinógenos (LSD y otros)

Pasta Base

Inhalables

Marihuana

Drogas Estimulantes:

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El mecanismo de acción de estas drogas, corresponde a un fenómeno de excitación sobre las neuronas (células cerebrales), estimulando el funcionamiento del organismo.

Así, las personas que las consumen, estimulan superficialmente la agudeza mental y la actividad física; se siente más alerta, con una sensación de euforia (alegría, exaltación), posee mejor estado de ánimo y mayor energía, deteriorando la calidad de las funciones habituales.

Drogas Depresoras:

Los efectos de estas drogas son antagónicos a los estimulantes. Es decir, producen una inhibición en las células cerebrales (neuronas), deprimiendo ciertas funciones del organismo.

Actúan como calmantes o sedantes, pero a la vez fomentan en la persona un rol más pasivo, están menos consciente de lo que sucede a su alrededor.

Drogas Distorsionadoras:

Producen cambios en la forma como se percibe y/o se interpreta la realidad, la persona entra en su propio mundo diferente de la realidad exterior, algo similar a lo que ocurre en las psicosis.

2. Según su potencia de adicción:

La distinción más gruesa las clasifica en drogas blandas y drogas duras; se diferencian drogas que producen dependencia psíquica y drogas que producen dependencia física.

3. Según su origen:

Se distinguen las drogas naturales y las sintéticas. También se utiliza el tipo de precursor que le da origen. De este modo, se distinguen las derivadas del opio (opiáceos), las del género cannabis, los anfetamínicos, benzodiazepínicos, bebidas alcohólicas, etc.

4. Según su status legal y aceptación social:

Se diferencian drogas legales (tabaco, alcohol y tranquilizantes) e ilegales; drogas de uso social y drogas ilícitas.

Respecto a las drogas de uso social se puede reconocer que existe un consumo moderado y otro excesivo o inmoderado, de acuerdo a las motivaciones, situaciones, frecuencia, cantidad, y efectos para la salud, entre otros.

Para el desarrollo de este Archivador, se analizará el tema de drogas de una manera general, considerando al alcohol, como una droga más, que posee una figura jurídica legal distinta a las otras drogas. Esto implicará, en algunos casos, una mirada y abordaje distinto y diferenciado.

El alcohol es la droga de mayor consumo en Chile, la más asequible y la que más daños produce a las personas y al país. No obstante, es una droga masivamente aceptada por esta sociedad y donde se distinguen aspectos económicos, culturales y legales que condicionan su consumo y abuso.

El Consumo de drogas

En relación al consumo, la Organización Mundial de la Salud distingue las siguientes formas:

1. consumo Experimental:

El consumidor recurre a las drogas una o varias veces, sin continuar después. Lo hace por curiosidad o presión del grupo que frecuenta.

2. Ocasional:

Existe consumo intermitente, sin desarrollar dependencia alguna. Lo que se busca es placer, relajación emocional, desinhibición, integración o aceptación en grupos, etc.

3. Habitual o dependiente:

Esta modalidad lo ha llevado a desarrollar dependencia, ya sea psíquica o física.

Conceptos: uso indebido y abuso de drogas

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Es necesario clarificar el concepto de uso indebido de drogas o consumo indebido de drogas y abuso de drogas. Resulta complicado definir o delimitar estos conceptos ya que esto supone distinguir, "cuánto es mucho", "por qué es mucho" y "para quién es mucho".

Son conceptos que no se pueden definir exclusivamente a partir de criterios de cantidad (dosis, frecuencia), aún cuando éste es un importante componente. Tampoco se pueden establecer criterios absolutos, comunes para todas las drogas y sociedades.

La definición del uso indebido y del abuso de drogas involucra también un componente de relativismo cultural ya que cada sociedad define sus propias pautas de uso.

Gossop y Grant distinguen las siguientes categorías de uso indebido y abuso:

1. Uso excesivo:

Se refiere a la ingesta de cantidades grandes de droga en un momento dado (consumo frecuente o intoxicaciones).

2. Uso inoportuno:

Se relaciona con el contexto de la ingestión: lugar de trabajo, lugares públicos, escuelas y actos sociales.

3. Uso por personas no autorizadas socialmente:

Por ejemplo, niños, mujeres y grupos religiosos.

4. Uso por personas especialmente vulnerables:

Es decir, por personas propensas a sufrir consecuencias adversas; por ejemplo, personas con predisposición genética, con trastornos de personalidad o enfermedades mentales.

5. Uso regular:

Por quienes hayan sufrido consecuencias adversas, físicas, sociales o sicológicas.

La Adicción a las Drogas

Según la Organización Mundial de la Salud, la adicción se refiere a un estado de éxtasis, que se obtiene mediante el consumo periódico o crónico de una droga natural o sintética. Otra definición, alude a una pérdida de control sobre el manejo de la droga, que lleva a un uso forzoso, a pesar de las consecuencias dañinas para el normal funcionamiento de una persona (Sydney Cohen).

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La adicción es entendida como una enfermedad psicosocial, no relacionada necesariamente a sustancias químicas, sino a una personalidad dependiente. Es así, como se distinguen trastornos como el alcoholismo, la adicción a las drogas, a los medicamentos, al juego, al trabajo u otras dependencias.

Características de la Adicción:

Entre las características propias de estos cuadros, se distinguen:

• El deseo o necesidad abrumadores de continuar abusando de la droga o de conseguirla bajo cualquier circunstancia.

• La tendencia a aumentar la dosis (tolerancia).

• La dependencia psíquica o física del efecto de la droga.

• El resultado destructor de la droga sobre la persona en particular y también sobre la sociedad.

Cuatro etapas de la adicción:

1. Deleite

2. Abuso

3. Acostumbramiento

4. Dependencia y adicción

Se habla de abuso (2) cuando la sustancia se ingiere con la finalidad de lograr una sensación placentera. Si con esto se busca resolver un problema y el consumidor se siente agradado con esta vivencia evasiva, la empleará ante las sucesivas crisis, de modo que la fase de abuso se transformará gradualmente en la fase crítica de acostumbramiento (3). Cuando esto último se hace crónico, entonces se habla de dependencia (4).

Si el hecho físico de beber se conecta con aspectos psicológicos (por ejemplo, 'beber' porque da 'seguridad') entonces es sólo cuestión de tiempo que se llegue a generar dependencia.

Cuando existe dependencia se hace difícil dejar la droga; la persona tiene que consumir.

En ciertos casos, esta dificultad tiene relación con las sensaciones físicas del no consumo, pero en otros casos no es así; ello depende de la droga.

Por ejemplo, en el caso del alcohol, se da el síndrome de abstinencia: se deja de beber y empiezan una serie de problemas físicos: delirium tremens, taquicardias, irritabilidad, etc.

Algunos autores hablan de indicadores de primacía , la persona dependiente va a recaer una y otra vez, por los efectos positivos de la ingestión más que por los efectos negativos.

Efectos de la adicción:

La adicción a las drogas es uno de los graves problemas que se enfrenta en la actualidad. Basta repasar brevemente algunos de los efectos desastrosos que ocasionan algunas de ellas.

•  La adicción al alcohol ocasiona accidentes automovilísticos, síndrome de alcoholismo fetal, cirrosis hepática, síndrome de korsakoff, aumento en la tasa de enfermedades cardiacas y en las hemorragias intracerebrales.

•  La adicción a la nicotina (tabaquismo) aumenta las posibilidades de morir por cáncer al pulmón, ataques cardiacos y apoplejías; las mujeres que fuman tienen bebés más pequeños y menos saludables.

•  La adicción a la cocaina ocasiona, a menudo, psicosis, daño cerebral y muerte por sobredosis; los bebés sufren daño cerebral severo y problemas psicológicos.

El uso de drogas sintéticas expone a los usuarios a riesgos desconocidos de productos no probados y a menudo contaminados, como el Mal de Parkinson. El consumo vía intravenosa aumenta los riesgos de contraer el Sida, etc.

Cómo se desarrolla adicción

Frente a la interrogante de por qué las personas consumen drogas y se exponen a sus consecuencias, surgen varias respuestas que provienen del ámbito fisiológico, psicológico y social.

Se dice que estas sustancias tienen efectos excitatorios los que se relacionan con el reforzamiento implicado en la liberación de dopamina en el núcleo acumbens, estimulándose las conductas de beber, fumar, esnifar o inyectar.

Todo ser humano posee un componente adictivo, que puede ser a la nicotina, al alcohol, al trabajo, al sexo, a la marihuana, al comprar, limpiar, etc.  Se convertirá en adicción desde el momento en que la persona no es capaz de analizar críticamente su comportamiento o de plantearse conductas alternativas a esta situación.

Los jóvenes: alto riesgo

Uno de los grupos vulnerables a la adicción de algunas drogas es el de los jóvenes, debido a varias razones que analizaremos a continuación.

En todo caso, es importante señalar que el inicio de la conducta de consumo en los jóvenes es multicausado, lo que implica que depende de variados factores psicológicos, familiares y sociales que por sí solos o por su interacción influirán en mayor o menor medida en que un joven se involucre en el consumo de drogas.

En general, las investigaciones señalan los siguientes factores que influyen en el inicio del consumo de droga y en la posterior adicción a éstas:

1. La presión de los pares:

El joven se ve expuesto a presiones que van a determinar su aceptación o rechazo en el grupo en que se inserte. Esto se da principalmente en el período de la adolescencia, cuando el joven se acerca a grupos y necesita desarrollar el sentido de pertenencia y aceptación por parte de éste.

2. La curiosidad (experimentación):

Los mitos con respecto a la droga (aumentados por los medios de comunicación), además del desconocimiento y desinformación, generan en muchos jóvenes el interés de conocer un fenómeno que se muestra atractivo; interés que se suma a su necesidad natural de experimentar cosas nuevas, lo que puede incluir las drogas.

3. La evasión:

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Tras el consumo de drogas, muchas veces existe una necesidad de abstraerse o evitar una condición física o psicológica molesta o amenazante. A este hecho se le conoce como solución química, y sólo contribuye a agravar el conflicto que pretendía solucionar.

El evadirse parece una solución para aquellos jóvenes que se encuentran hastiados de sus vidas, generando tranquilidad pero también enturbiamiento de la conciencia y dificultad en el manejo de sus vidas.

4. La gratificación:

Las personas se orientan hacia determinados objetivos que son gratificantes en distintos ámbitos de la vida (físico, psicológico, familiar, laboral, espiritual, etc.), buscan obtener una respuesta placentera como consecuencia de una acción. Aquí la droga es vivenciada y mantenida como un objeto placentero (produce euforia en la persona, crea estados agradables).

5. La compensación:

El ser humano busca compensar ciertas características o rasgos personales (reales o imaginarios), que evalúa como negativos o carentes; para ello recurre a la droga, la que permite el reemplazo imaginario de algo que les falta. Esto ocurre con mayor énfasis en los jóvenes, quienes en su adolescencia se ven inundados de dudas que —a medida que maduran— son capaces de superar, debido al logro de sentido de poder personal y seguridad psicológica.

Otro tipo de compensación, tiene relación con las carencias físicas, como por ejemplo el hambre, el frío, etc.; las que pretenden ser satisfechas a través del consumo de drogas. Por ejemplo, en sectores marginales, el neoprén ejerce una fuerte labor compensatoria en relación a las carencias antes descritas.

6. La aventura:

Muchas personas realizan actividades estimulantes y/o riesgosas con el fin de salir de la rutina diaria. Cuando esta característica tan propia de la juventud se transforma en la necesidad constante de originarse emociones fuertes a través de la alteración del estado de conciencia, se ingresa al mundo de la droga. A corto plazo la droga esclaviza al usuario, impidiéndole la libertad tan necesaria en la vivencia de la aventura.

7. La automedicación:

La administración de fármacos sin la previa autorización o indicación del especialista es una costumbre muy arraigada en el país. Esta actitud, no sólo puede traer consecuencias negativas desde un punto de vista médico, sino que, al mismo tiempo, es una enseñanza al interior de la familia de la solución química a los problemas, tensiones o malestares.

8. Psicopatía:

Los individuos con tendencia a comportamientos irregulares, desprovistos de normas y carentes de autocensura y culpabilidades (las culpas actúan como contención de las conductas desadaptativas), se encuentran en situación de alto riesgo de desarrollar un consumo compulsivo de drogas.

9. Psicosis:

Algunas patologías psiquiátricas, como alteraciones de la personalidad, implican a menudo una desconexión de la realidad. Se desarrolla la propia realidad, se vive en un mundo diferente, el cual facilitaría la incursión en las drogas.

Las intervenciones en Prevención

La definición más genérica sobre prevención es el establecimiento de las medidas pertinentes para impedir que ocurra un hecho no deseado o compensar las consecuencias de su ocurrencia.

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La prevención del abuso de drogas ha evolucionado desde sus inicios en la década de 1960 hasta estos días. Asimismo, han evolucionado las drogas tanto en su variedad como en su efectividad (capaces de alterar en mayor medida el estado de conciencia).

Existen actualmente drogas cada vez más sofisticadas, más adictivas y más dañinas y los consumidores inician su consumo siendo cada vez más pequeños.

En los primeros intentos por prevenir el abuso de drogas en jóvenes, iniciados hacia fines de la década de 1960 e inicios de la década de 1970, se pretendía proveer a los jóvenes con la mayor cantidad de información acerca de las drogas y sus efectos. Se suponía que los jóvenes no consumirían drogas si conocían todo acerca de éstas y sus daños, tanto orgánicos como psicológicos.

Los programas de prevención se estructuraban en torno a fotografías y películas que mostraban con crudeza y morbosidad los daños que las drogas producían en las personas. También se incluían clases teóricas de información y formación acerca de los distintos tipos de drogas, sus efectos psicológicos más comunes y formas de consumo.

No obstante, pronto esta forma de prevención mostró su inefectividad y más aún generó un fenómeno que los investigadores, con posterioridad, llamaron "efecto boomerang", que consistió en un aumento de la curiosidad de las personas por el efecto de estas drogas, produciendo un aumento del consumo.

Más recientemente la prevención se ha centrado en dos modalidades:

• la prevención de la oferta por medio de medidas legales administrativas y penales para impedir su provisión, y

• la prevención de la demanda, también con medidas legales administrativas y penales para impedir su adquisición y uso.

Además, la prevención está concebida como un conjunto de intervenciones que tienen por finalidad persuadir a quienes no hacen uso de drogas de abstenerse de hacerlo, y a quienes hacen uso de ella a dejar de consumirlas. TODO uso de drogas es considerado incompatible con una buena salud y su empleo es calificado de alto riesgo sanitario, social y criminal.

También se han venido desarrollando nuevos programas que comenzaron a centrarse en los factores psicológicos y sociales que influyen sobre la conducta humana. El énfasis pasó de la droga como objeto central de atención, a los aspectos personales y ambientales que determinan que un joven sea más o menos vulnerable a las influencias negativas de su entorno.

Esta nueva forma de conceptualizar el fenómeno, permitió atender a factores fundamentales como la autoestima, la autoconfianza, las habilidades de toma de decisiones, habilidades sociales de comunicación y asertividad, la expresión de sentimientos y afectos, etc., que en conjunto forman un importante respaldo psicológico para un joven que se ve ante la complicada tarea de resistir presiones provenientes de su grupo de pares, sector que muchas veces él valora y estima.

Factores de Riesgo y Factores Protectores

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Las drogas desquician la mente.

Esta nueva manera de enfocar el problema de las situaciones de riesgo juvenil, ha permitido identificar diversos factores de índole psicológico y social que inciden en el inicio y consolidación de la conducta de consumo de drogas en los jóvenes.

A estos se les ha llamado factores de riesgo, ya que cuando están presente generan una situación de vulnerabilidad hacia el consumo de drogas u otras expresiones de daño individual y social.

En el ámbito social han cobrado cada vez mayor relevancia los denominados Factores Protectores: la familia, el estudio, el trabajo, el esparcimiento (deporte) y la información son recursos protectores fundamentales con que el joven cuenta para hacer frente a las presiones e influencias negativas que encontrará en el desarrollo de su vida.

Durante varios años se han estudiado los factores de riesgo y los factores protectores en relación al consumo de drogas, con el objetivo de identificar a poblaciones que presenten algunas características para realizar acciones más focalizadas. De esta manera, se identifican aquellos factores de riesgo o protectores que puedan ser modificables a través de acciones de prevención individuales o grupales.

Factores de riesgo

Se distinguen las siguientes categorías:

1. Factores Socioculturales

• Valoración en la sociedad actual de modelos de competitividad que incentivan el individualismo, bloqueando los espacios de comunicación y de participación colectiva.

• Inicio temprano del consumo de drogas.

• Disponibilidad de drogas en el ambiente (mercado).

• Marginación del sistema escolar y laboral.

El no encontrar trabajo favorece un estado de inactividad que produce efectos psicosociales semejantes a aquellos que motivan el consumo: sensación de poco valor, frustración, problemas económicos, entre otros. La percepción de poca oferta de trabajo estimularía a su vez la búsqueda del tráfico como otra fuente para obtener recursos.

• Ausencia de espacios para recrearse.

• Desigualdades económicas.

• Publicidad de alcohol y tabaco asociados a modelos atractivos de vida.

• Valores de consumismo.

2. Factores Intepersonales

• Amigos consumidores, ya que principalmente en los jóvenes el efecto de la imitación y la presión social de los pares influiría en el inicio del consumo. Esto es especialmente válido durante la pubertad, cuando surge la crisis de identidad, se plantean inquietudes existenciales y no se tiene quien acompañe o quien ayude a responder tales inquietudes.

Los grupos de pares juegan un rol muy importante y, si son consumidores de drogas, el uso de ésta se transforma en una forma de sentirse bien, aceptados, validados en un grupo y lugar.

• Dificultad de integración a grupo de pares.

• Capacidad recreativa generada a partir del consumo: Se cree que la droga lo puede sacar de la sensación de vacío y aburrimiento en que se encuentra en situaciones de ocio.

3. Factores Individuales

• Baja autoestima

• Problema emocionales: depresión, angustia, tristeza, miedo, preocupación, entre otros.

• Dificultades de comunicación o déficit de habilidades sociales.

• Falta de proyectos de vida, sensación de vacío e intrascendencia.

• Bajo rendimiento escolar.

• Uso precoz de sustancias adictivas o actitud positiva frente a la droga.

4. Factores Biológicos-Genéticos

• Placer farmacológico.

• Predisposición a dependencia.

• Búsqueda de sensaciones.

Se ha dicho también que durante el verano aumentan los riesgos de consumo de drogas, debido a que los jóvenes pasan poco tiempo con sus familias, no asisten al colegio (instituciones que durante el año regulan sus comportamientos), se acrecienta la necesidad de experimentar sensaciones nuevas, el descontento frente a los hábitos y costumbres tradicionales y la necesidad de adquirir mayor independencia.

En los meses de verano es cuando los jóvenes enfrentan encontrados sentimientos y emociones, es el período en que buscan satisfacer su autoestima y probarse con sus pares, tanto del mismo sexo como del sexo contrario.

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Por conducir borracho.

Factores protectores

Es posible diferenciar:

1. Factores Socioculturales

• Entrega de mensajes que promuevan modelos positivos a través del uso de medios de comunicación.

• Buena integración a la escuela y motivación por las actividades escolares y/o trabajo.

• Reducción de la disponibilidad de drogas en el ambiente donde se vive.

• A nivel de la organización social, dar soluciones a los problemas de la comunidad integrando redes sociales.

• Oportunidades laborales.

• Espacios de participación y recreación.

• Prácticas de valores solidarios.

2. Factores Interpersonales

• Existencia de una red social de apoyo.

• Protagonismo social.

• Compromiso con el colegio y/o trabajo.

3. Factores Individuales

• Poseer sensación de logro y valorización frente a lo que se hace (autoestima y autoeficacia).

• Ser asertivo y tener una buena capacidad para comunicarse.

• Tener proyectos personales y sociales.

• Poseer una escala de valores (religiosos, políticos, etc.), para canalizar las inquietudes y otorgar sentido a la propia vida.

• Dar lugar al placer en la vida cotidiana.

4. Factores Biológicos-Genéticos

• Placer fisiológico.

• Estabilidad emocional.

• Destrezas neurofisiológicas.

Rol de la familia en la prevención

Sin duda la base preventiva o el recurso protector fundamental lo constituye la familia. Ésta debiera constituir un núcleo que proporcione ternura, acogida e intercambio afectivo. A medida que los jóvenes reconocen una mejor relación familiar, el consumo de marihuana, cocaína y pasta base desciende notablemente.

Aquí es importante diferenciar la familia protectora de la sobreprotectora.

•  Una familia protectora es la que facilita el desarrollo de la autonomía e independencia en sus hijos, proporcionando un clima familiar abierto y flexible, con límites claros y reglas consistentes.

•  Una familia sopreprotectora es rígida y autoritaria: controla a sus hijos por medio del temor ya sea físico o psicológico, demanda obediencia sin cuestionar, impidiendo así el sano desarrollo de una identidad sólida, autónoma, crítica e independiente, requisitos importantes para que el joven enfrente adecuadamente las situaciones difíciles de su desarrollo. En este sentido, esta familia no cumpliría con un rol protector.

•  Uno de los principales factores que favorece la capacidad de protección de la familia es el Apego Familiar, el cual determina en gran medida la calidad de las relaciones interpersonales al interior de ésta. El apego permite fomentar la identificación del hijo con su familia, repercutiendo positivamente en su sentido de pertenencia y en la confianza que deposita en ella. N

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Drogas y alcohol denigran a la persona.

o todas las familias se constituyen en recursos protectores. Algunas, dadas sus características y los procesos que ocurren en su interior, se transforman en factores de alto riesgo, al exponer a sus hijos a situaciones de potencial daño (consumo de drogas u otros riesgos sociales).

Familias de alto riesgo

Las familias de alto riesgo presentan algunas características comunes que afectan negativamente el apego familiar. Entre ellas es posible distinguir:

1. Comunicación confusa y doble vinculada:

La generación de culpa entre sus miembros es una forma de comunicación habitual en estas familias. Los mensajes son ambiguos y doble-vinculados.

2. Actitud de desconfianza:

Se produce una interacción negativa y desconfiada predominante en la familia. Los miembros proporcionan mensajes negativos cuando se comunican (críticas, descalificaciones, quejas, etc.).

3. Límites generacionales difusos:

A menudo los hijos de estas familias se ven expuestos a ambientes negativos, debido a la existencia de límites generacionales difusos con una frecuente competencia entre los padres. En ocasiones, uno de los padres demanda lealtad del hijo al hacerlo partícipe de un episodio de infidelidad o un conflicto emocional en la pareja parental, generando en el hijo serios conflictos emocionales cargados de culpa. Algunos padres olvidan que existen aspectos de la intimidad de la pareja que dañan a los hijos al ser divulgados.

4. Formación de coaliciones desadaptativas:

Familias con tendencia a formar coaliciones para hacer "frente" (o enfrentar juntos) al otro miembro. Es el caso, por ejemplo, de una madre que busca el apoyo de su hijo para enfrentar a su marido, colocando al joven en una situación complicada de ambigüedad y daño emocional.

5. Control rígido, agresivo o violento:

Se aprecia en los padres autoritarios que no flexibilizan en el control familiar. Éste lo ejercen de una manera impositiva y rígida, y con frecuencia lo refuerzan vía agresión y violencia.

6. Dificultad en la expresión de rabia:

Padres e hijos manifiestan dificultad en la expresión de rabia o enojo entre ellos. No existen interacciones honestas y asertivas, se aprecia negación, descalificación y violencia entre ellos.

7. Desinterés y poco compromiso por la socialización del hijo:

Padres muy preocupados por el logro de sus metas, el éxito y el placer, despreocupándose de lo que ocurre con la vida de sus hijos. Generalmente, se trata de padres tan ocupados de sí mismos, que delegan el cuidado de sus hijos en terceras personas (familiares, "nana", etc) o simplemente los dejan solos.

8. Uso del castigo:

Cuando la violencia física y psicológica son las herramientas preferentes de educación y control conductual de los hijos.

9. Padres desprestigiados:

La negligencia parental, las mentiras, las manipulaciones, la falta de cariño honesto, la falta de apoyo, etc., desprestigian a los padres ante los hijos, los que ya no los ven como figuras de autoridad y respeto.

10. Padres incongruentes y límites inconsistentes:

Padres que castigan o premian una determinada conducta del hijo dependiendo de su estado de ánimo (inconsistentes) y que verbalizan su rechazo a las drogas, pero consumen alcohol frecuentemente para "relajarse", revelando una actitud de incongruencia.

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Estas inconsistencias se aprecian en variados dichos y conductas de la vida diaria. Ejemplo, cuando se les prohíbe a los hijos ver televisión, porque es dañino y, no obstante, los padres ven bastante televisión y suelen ser manipulados por determinados programas televisivos. El rendir culto al cuerpo y a la vida sana, y fumar o alimentarse de manera inadecuada. Padres sedentarios incentivando a sus hijos a realizar deportes, etc.

11. Familias inestables emocionalmente:

Familias sin estabilidad afectiva que fluctúan entre climas afectivos y agresivos permanentemente. Esto transmite inseguridad y poca confianza en los adultos y en el mundo en general.

12. Padres que satisfacen todos los deseos de sus hijos:

Aquellos padres que quieren satisfacer a ojos cerrados todos los deseos a sus hijos, llenándolos de golosinas y cosas materiales, en vez de proporcionarles amor, comprensión y confianza. Un niño acostumbrado al consumo constante y a la satisfacción inmediata de sus deseos va adquiriendo una baja tolerancia frente al fracaso.

Familias protectoras

Las familias que ejercen un "rol protector", sin ser "perfectas" y sin estar libre de los problemas de la cotidianeidad, muestran climas psicológicos positivos, estimulantes y enriquecedores. Entre sus principales características destacan:

1. Padres bien diferenciados:

Ambos padres han logrado desarrollar un claro sentido de sí mismos, sin depender uno del otro para sentirse validados como persona. Se diferencian entre ellos y ante su hijo.

2. Separación clara de límites generacionales:

Las decisiones que corresponden a los padres y los conflictos propios de la pareja parental son abordados entre éstos, sin recurrir a los hijos como mediadores ni como aliados.  Los  hijos no se ven enfrentados a la decisión de "tener que elegir entre uno de los padres".

3. Coalición parental estable y firme:

Ambos padres comparten el "poder" en la familia y se muestran de acuerdo ante los pormenores de la socialización del hijo.

4. Control flexible:

Las normas y el control se ejercen por negociación con los hijos (acuerdos previos). Existe espacio para la conversación y discusión con la consiguiente validación de opiniones y acuerdos.

5. Estimulación del desarrollo de la identidad y respeto a la autonomía e individualidad:

Se permite y estimula el desarrollo del propio proyecto de vida, sin imponer la opción de los padres (Ej: "vas a estudiar ingeniería y si te queda tiempo estudias arte").

6. Comunicación abierta y honesta:

Los temas familiares se conversan de manera directa, clara y honesta.

7. Percepciones y expectativas realistas entre los miembros:

Se considera y aprecia a las personas con realismo, sin sobredimensionar, ni subdimensionar sus aspectos positivos y/o negativos.

8. Altos niveles de iniciativa:

Se evidencia creatividad y propositividad en la convivencia familiar.

9. Afecto y calidez no posesiva:

Se brinda cariño desinteresado, sin manipulaciones afectivas ni generación de culpas o sentimientos ambivalentes.

10. Humor:

El humor es un importante aliciente a la salud mental. Es necesario cultivar al interior de la familia la capacidad de reírse de sí mismas, de dar espacios de alegría simple y distensión en las actividades cotidianas.

11. Capacidad de incorporar nueva información:

Familias que, si bien poseen claridad y son consecuentes en sus normas, límites y valores, no son rígidas ni estáticas, mostrándose capaces de reflexionar y analizar críticamente algún tema a la luz de nueva información.

12. Capacidad de enfrentar obstáculos, sin miedo a enfrentar el dolor humano:

Familias con capacidad de enfrentar las dificultades de la vida y los problemas, de probar alternativas de solución y salir adelante. Familias que aceptan los errores y equivocaciones y aprenden a partir de ellos.

13. Apertura al ingreso de otros a la familia:

Familias abiertas y dispuestas a recibir a otros (amigos, pololos, etc.) con actitud cálida y desprejuiciada. Esto es importante, ya que los padres deben interesarse en conocer a los amigos que frecuentan sus hijos.

B. Consumo de alcohol y drogas en Chile

Introducción

El consumo de drogas no es un fenómeno nuevo. Por el contrario ha estado presente en casi todas las culturas conocidas desde la Prehistoria. Las diferentes sociedades han utilizado distintos tipos de drogas con diversos propósitos: para alterar el estado de  ánimo y el estado de conciencia, con fines de sanación o medicinales, con sentido ritual para el contacto con divinidades y espíritus, entre otros.

Una característica importante del uso tradicional de las drogas es que se encontraba rigurosamente regulado, tanto respecto de las situaciones en que podían ser empleadas como de quiénes podían consumirlas, fueran sacerdotes, brujos, hechiceros, chamanes, magos, etc.

Por ejemplo, durante la época medieval se utilizaron en brujería los extractos de plantas alucinógenas como el floripondio, la mandrágora y la belladona.

En China, se utilizaba la marihuana como sedante, mientras en la India se la consideraba una planta sagrada y era usada en ritos religiosos. Se sabe del uso ritual de distintos tipos de plantas mágicas en culturas precolombinas de América Latina, tales como las del género Datura, especies de hongos y cactus como el peyote y el San Pedro.

Actualmente, en muchas regiones de América los pueblos indígenas siguen utilizando estas substancias; entre ellos, las pequeñas tribus del Amazonas, los cazadores de las llanuras del oeste norteamericano, los huicholes y curanderos mazatecos en México, los actuales curanderos del Perú y las curanderas mapuches del sur de Chile.

Reconociendo que todas las drogas pueden ser dañinas, cada sociedad define las pautas de uso y regulaciones respecto de éstas, define qué drogas son aceptadas y cuáles no. Así, por ejemplo, el alcohol y el tabaco son aceptados porque tienen un sentido social. Otras en cambio, son aceptadas porque pueden ser empleadas con fines terapéuticos; a este grupo corresponden los fármacos.

La masificación del abuso de drogas en la sociedad actual se inició a partir de los movimientos sociales de la década del 60, el "hippismo" o la "guerra de las flores", como protesta a la estructura social imperante simbolizada, especialmente, en el rechazo a la guerra de Vietnam, la maquinación y automatización del hombre moderno.

De este modo, se hizo popular entre un sector de la juventud, el uso de la marihuana y drogas psicodélicas como el ácido lisérgico (LSD).

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A pesar del decaimiento de estos movimientos sociales, el consumo de drogas como la marihuana se ha mantenido con diversas modalidades y distintos sentidos, incorporándose además, el consumo de otras sustancias, tales como anfetaminas, cocaína y benzodiazepinas.

Estas últimas, especialmente entre la población femenina adulta y de la tercera edad. También aparece el consumo de solventes volátiles, principalmente en población infantil marginal de zonas urbanas.

•  Un fenómeno importante en países desarrollados es la elaboración clandestina de nuevas substancias, conocidas genéricamente como "drogas de síntesis" o "drogas de diseño". Afortunadamente, no se conoce de la difusión o consumo de este tipo de drogas en Chile.

Situación actual de consumo en Chile

Actualmente ya no es posible sostener que el fenómeno del consumo indebido de drogas es privativo de determinados grupos. Este afecta y se manifiesta de diferentes formas a través de todos los grupos y estamentos sociales.

No obstante, sus potenciales consecuencias son mucho más graves en los sectores socialmente más desprotegidos como los jóvenes, los grupos de menores recursos y, en general, en aquellos sectores más afectados por la falta de oportunidades.

El fenómeno del consumo de drogas es una manifestación de que los procesos de crecimiento y desarrollo del país no son armónicos y no van acompañados de la suficiente justicia social y equidad, de un refuerzo en los valores fundamentales como la solidaridad, en los componentes humanitarios y espirituales, en la familia, etc.

Es, además, causa de los desajustes en los procesos de desarrollo, reproduciendo y profundizando los problemas de falta de oportunidades y de marginación social, donde el consumo de drogas se manifiesta en forma más aguda.

El consumo de drogas y la drogadicción produce un deterioro moral y un estancamiento de las capacidades de las personas. Ello trae como consecuencia, además del deterioro del individuo, un daño al conjunto de relaciones sociales en las que participa, afectando asÍ a toda la sociedad.

•  En este sentido se aprecian consecuencias sobre la convivencia social, la seguridad y el bienestar de las personas; más aún se observa una repercusión directa sobre las bases culturales, económicas y políticas de la sociedad.

Esto último constituye un potencial peligro para los objetivos de desarrollo, crecimiento y democracia del país, ya que involucra aspectos tales como: la actividad delictual que se genera en relación al consumo y al tráfico de drogas; el peligro de corrupción que involucra la movilización de grandes recursos por parte de las mafias que operan en el tráfico; los costos económicos derivados de la pérdida de productividad en el ámbito laboral (accidentes y ausencias laborales, rotación de personal, disminución de eficiencia, etc); los elevados costos que involucran los procesos de tratamiento y rehabilitación, etc.

Un ejemplo: el alcohol

•  En el caso del consumo de alcohol, éste es reconocido como el principal problema de salud pública en Chile, el que además de sus efectos de enfermedad y muerte, provoca graves daños económicos y sociales.

•  Uno de los principales daños es sobre el hígado. Chile tiene una de las tasas más altas del mundo de muertes por cirrosis hepática post- alcohólica.

•  Alrededor de una de cada diez muertes se relaciona directa o indirectamente con el consumo de alcohol

•  Un tercio de los accidentes ocurren en conductores que circulan bajo la influencia del alcohol, y alrededor de la mitad de los homicidios.

•  Su uso en mujeres embarazadas origina el síndrome alcohólico fetal, caracterizado por anomalías físicas y retardo mental.

•  En el ámbito laboral se atribuye al alcohol gran parte de las ausencias injustificadas y de los accidentes laborales.

•  Existen estimaciones que señalan que la menor productividad, las muertes prematuras y el gasto médico social ocasionado por el alcohol ocasionaría una pérdida anual al país de 1.800 millones de dólares.

Ver: Alcohol en Chile

Un aspecto que trasciende los componentes y ámbitos analizados es el de Salud Integral; es decir, salud física y mental, la que involucra la sensación de bienestar, equilibrio y armonía de la persona consigo mismo y su medio.

Aquí cobran importancia las relaciones que se pueden observar entre el consumo de alcohol y otras drogas, y diversos problemas de salud mental, tales como soledad, depresión, ansiedad y algunas conductas violentas que no dejan de ser significativas, ya que muchas veces se ven involucrados mujeres, niños y ancianos.

Las mujeres y los psicofármacos:

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En Chile, las mujeres son las mayores consumidoras de psicofármacos, especialmente de benzodiazepines (BZD), alcanzando cifras más altas que en otros países. Así lo demuestran los resultados de una investigación realizada en Santiago (Bustos, M., La tranquila adicción de Santiago en: Uso Racional de Medicamentos, MINSAL, 1994). La población de mayor riesgo lo constituían mujeres maduras, entre éstas, viudas, separadas, y de baja escolaridad.

Respecto a lo anterior se puede citar algunas conclusiones que aparecen en la bibliografía en relación a este mayor consumo de tranquilizantes. Se mencionan, por ejemplo, las discriminaciones a las que se ve enfrentada la mujer en su diario vivir, que van mermando su estabilidad emocional.

También están los distintos roles (madre, esposa, sostenedora emocional y muchas veces, sostenedora económica) que la sociedad le asigna a la mujer y que la exponen a situaciones de estrés permanente, convirtiéndola en una asidua demandante de servicios y consumidora de medicamentos.

La condición de ser mujer tendría relación con la mayor facilidad para expresar emociones de angustia, tristeza o sentimientos negativos y por ello consultaría más.

La calidad de las relaciones familiares influyen, a su vez, en el consumo de tranquilizantes. Así, se tiene que las dificultades legales, los problemas de pareja y la Violencia Intrafamiliar son importantes factores condicionantes.

Algunos estudios más focalizados respecto a la mayor frecuencia de consulta de parte de las mujeres en los servicios de atención primaria revelan en relación a las mujeres policonsultantes que, a pesar de que presentan múltiples problemas en su vida, su historia vital no aparece registrada en las fichas médicas y por lo tanto sus problemas no aparecen abordados de manera integral.

Los psicofármacos aparecen ampliamente indicados y no adecuados a  sus malestares. Estas mujeres aparecen como víctimas potenciales del uso indiscriminado de drogas y recibiendo un trato poco digno de parte del personal de Salud (Castro, V., El consultorio y las mujeres. La enfermedad como manifestación de malestares psicológicos, SERNAM y I. Municipalidad de Santiago, 1991).

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Más que atender a los efectos y consecuencias económicas, sociales y políticas que trae para el país el consumo de alcohol y drogas, es necesario reflexionar acerca de los factores involucrados en el consumo.

La falta de expectativas, los problemas económicos, el exitismo que deja fuera a muchas personas, la falta de comunicación, el escaso espacio para compartir acerca de los sentimientos; son algunos de los factores que no están siendo atendidos y que están favoreciendo el consumo de alcohol y drogas como forma de canalizar la satisfacción de estas necesidades.

En general, el consumo de drogas se da en forma mayoritaria en los jóvenes, quienes se ven afectados en el nivel físico, por el deterioro y descuido en su persona, daño neuronal, nutricional, deterioro en el desarrollo; como a nivel psicológico, ya que pierden  a su familia, a los amigos, revelan una baja en su autoestima, pérdida de valores, pérdida de identidad, pérdida de proyección a futuro, e incluso pueden llegar a atentar contra su propia vida.

Lamentablemente, este fenómeno ha alcanzado, en los últimos años, nuevas características y variadas formas. Así lo demuestran muchos estudios realizados por diversos sectores e instituciones.

Antecedentes Estadísticos

El Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (CONACE) se ha preocupado de proporcionar información respecto a la prevalencia, incidencia y descripción del consumo de drogas en Chile. Para esto ha realizado a la fecha tres Estudios Nacionales de Consumo de Drogas (1994, 1996 y 1998), en los cuales ha utilizado el mismo diseño metodológico e instrumento, permitiendo proporcionar no sólo antecedentes cuantitativos del consumo de drogas lícitas e ilícitas, sino, además, apreciar la tendencia del consumo de drogas en estos últimos años y establecer algunas conclusiones.

•  El último estudio aporta información acerca de la situación del consumo de drogas en 67 comunas del país. A continuación se presenta una síntesis de los principales resultados de este estudio:

• 17 de cada cien chilenos han consumido alguna vez alguna de las tres drogas ilícitas de mayor uso en el país: marihuana (16,77 por ciento ), pasta base (2,27 por ciento ) y clorhidrato de cocaína (4,02 por ciento ).

• El consumo durante el último año de cualquiera de las tres principales drogas ilegales alcanza a un 5,31 por ciento , fuertemente explicado por el consumo de marihuana (4,73 por ciento ).

• Casi 13 de cada cien chilenos han consumido tranquilizantes en el último año; un 70,84 por ciento ha ingerido alcohol y un 47,09 por ciento ha fumado tabaco.

• La mayor parte de las personas que alguna vez consumieron drogas ilegales dejan de hacerlo. Por ejemplo, en el caso de la marihuana, el 71,57 por ciento de los que la habían probado dejaron de consumirla. Respecto de las drogas legales, el 55,54 por ciento de quienes consumían tranquilizantes dejaron de hacerlo; el 16 por ciento de los que consumieron alcohol y el 34,5 por ciento de los que consumían tabaco.

• En el año previo a la aplicación de la encuesta apareció un 1,95 por ciento de nuevos consumidores de cualquiera de estas tres drogas, observándose un 1,85 por ciento de consumidores nuevos de marihuana, un 0,7 por ciento de consumidores de cocaína y un 0,35 por ciento de consumidores de pasta base.

• El consumo de drogas lícitas e ilícitas es varias veces mayor en los hombres que en las mujeres, excepto el de tranquilizantes donde el género femenino triplica el consumo del género alterno<. Dicho consumo es más frecuente entre los 19 y 25 años de edad. Hacia los niveles socioeconómicos más altos es más frecuente el uso de drogas ilícitas y hacia los niveles más bajos la utilización de drogas lícitas.

• Mientras el inicio en el consumo de drogas lícitas es más frecuente a los 17 y 15 años, para el alcohol y el tabaco respectivamente, el inicio del consumo de tranquilizantes ocurre a los 30 años. De las drogas ilícitas, más de la mitad de los consumidores iniciaron el consumo de marihuana antes de los 17 años, de pasta base antes de los 20, y de clorhidrato de cocaína antes de los 21.

• El consumo de drogas lícitas e ilícitas es más frecuente en las comunas de la Región Metropolitana, en donde muchas de ellas sobrepasan los parámetros nacionales de prevalencia e incidencia. El consumo más alto de las demás Regiones, corresponde a algunas comunas de las regiones I, III, IV, V y VIII.

El análisis comparativo de los estudios realizados por el CONACE muestra, en 1998, una estabilización del consumo de 1996, luego del aumento observado respecto a 1994 en cuanto al consumo de drogas lícitas. Los resultados muestran también un leve aumento del consumo en 1998 respecto de 1996, de las tres principales drogas ilícitas de mayor consumo en el país, principalmente dado por el aumento en el consumo de la marihuana.

•  Tanto en el estudio de 1998 como en los anteriores, las cifras encontradas pueden considerarse moderadas para el consumo de drogas ilícitas, lo cual, según el discurso oficial, probablemente es una consecuencia de las políticas y acciones que en conjunto representan la respuesta del país en este tema.

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Para el caso de drogas lícitas la situación es diferente. En relación al alcohol y tabaco se observan consumos del último año cuyas magnitudes son importantes y que muestran una tendencia a la estabilización en el tiempo.

El consumo de tranquilizantes en el último año, siendo casi la sexta parte del consumo de alcohol, muestra una tendencia estable con leves alzas desde 1994. Si bien podría haberse esperado disminuciones en el consumo por modificaciones a la legislación sobre esta sustancia, la estabilización de las cifras podría ser consecuencia de la sustitución de ciertos fármacos por otros menos controlados; por ejemplo, los naturales.

Consumo en escolares:

Un grupo vulnerable al consumo de drogas son los escolares, tal como lo demuestran diversos estudios realizados a nivel de regiones y del país.

Los resultados de una Encuesta sobre Consumo de Alcohol, Tabaco y Drogas elaborada por UNICEF, Fundación Paz Ciudadana y los Ministerios de Salud y Educación y aplicada en septiembre de 1994 a jóvenes escolares de la Región Metropolitana, demostró que el tabaco y el alcohol son las sustancias más consumidas por los adolescentes y que este consumo comienza aproximadamente a los 13 años.

Otro estudio  realizado a nivel nacional, durante 1995, por los Ministerios de Educación y Salud, donde se aplicó una encuesta a jóvenes escolares de 8º año básico a 4º año de enseñanza media de las trece regiones del país, durante los meses agosto y septiembre, con el objeto de obtener información sobre la magnitud del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, corrobora los resultados anteriormente descritos.

Según el estudio, el tabaco y el alcohol son las sustancias más consumidas por los escolares; siendo la marihuana, entre las drogas ilegales, la de mayor consumo entre los jóvenes de todas las regiones del país.

Se apreció además un consumo importante de pasta base y cocaína, con un 3.6 por ciento de escolares que confiesa haber probado la pasta base alguna vez en la vida, y un 2,1 por ciento que señala haber probado la cocaína.

Este estudio demostró además, que se observa un aumento en el consumo de drogas como marihuana, pasta base y cocaína en el paso de 8º año básico a 1º de enseñanza media.

Cuadros estadísticos Consumo de Sustancias en Escolares: /b>

1. Promedio de Edad del Primer Consumo

Nivel Nacional

Sustancias

Promedio de edad

Alcohol

Tabaco

Inhalables

Tranquilizantes

Estimulantes

Marihuana

Cocaína

Pasta Base

13,3

13,3

13,8

14,2

14,2

14,9

15,2

15,2

2. Consumo de Sustancias en Escolares según Curso (por ciento)

Nivel Nacional

Sustancias

Básica

Media

1º          2º           3º           4º

Alcohol

Tabaco

Inhalables

Tranquilizantes

Estimulantes

Marihuana

Cocaína

Pasta Base

52,9

49,8

2,7

6,7

1,0

3,4

1,7

1,2

66,4      75,4       82,2       86,3

61,1       66,5       69,0       69,9

3,8         3,4         3,6         3,3

10,8       12,8       16,6        16,1

2,4         2,8         4,5         4,7

8,1        13,0       18,5       23,0

3,4         4,3         6,0        7,5

2,8         3,6         4,9        5,7

Total

6,4

11,6       15,4        21,8      25,4

Reflexiones a partir de estos estudios:

Un aspecto importante que se ha observado y que apareció en los dos estudios citados anteriormente, tiene relación con la disminución de la edad de inicio del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas.

A la luz de los resultados surgen varias reflexiones en torno a la prevención y al modelo de persona que la sociedad entrega actualmente a los niños y jóvenes del país.

•  En relación a la prevención surge la necesidad de iniciarla lo más tempranamente posible, en la infancia. Una cuidadosa atención se debería colocar en el uso de drogas ilegales por la gravedad de daño que producen y por la edad temprana en que comienzan a ser consumidas. También es importante atender a esta droga socialmente aceptada: el alcohol.

•  Es importante atender a los significados culturales implicados en el consumo de del alcohol, ya que condiciona muchas veces las actitudes o conductas que las personas tienen respecto a él.

•  La escuela es reconocida como un sistema ideal para la implementación de programas de prevención del uso indebido de alcohol, tabaco y otras drogas, ya que los niños permanecen varias horas del día en ella, conviven con pares de hábitos sanos o con consumo temprano de sustancias, están en presencia de modelos de identificación que ofrecen profesores y alumnos mayores y están en la edad de mayor riesgo para el inicio de uso de estas sustancias.

•  Por otra parte, es necesario tomar conciencia del mensaje que la sociedad transmite en relación al consumo de drogas, ya que se aprecia incongruente y ambiguo: por una parte, se afirma y demuestra con estudios que el consumo de éstas aumenta en la población y el discurso es alarmante respecto a las consecuencias adversas de cada una de ellas y, por otra parte, se incentiva el consumo, a través de diversos métodos y medios. Así tenemos por ejemplo la publicidad de las bebidas alcohólicas y del tabaco, que asocian el consumo con bienestar, seguridad y éxito.

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Lo anterior precisa tomar más conciencia respecto a esta problemática y asumir la responsabilidad que le cabe a cada uno en este tema.

C. Alcohol, drogas y pobreza

Se ha querido profundizar más en esta temática por ser el contexto donde el Programa Servicio País realiza su intervención.

Tal como lo señala Paulo Egenau, en su artículo "Pobreza y Droga", se aprecia en el discurso oficial (modelo médico-jurídico o de control social) una preocupación "aparente" por el consumo de drogas y los daños que éstas producen en la persona.

Sin embargo, en la realidad y a partir de las acciones que se realizan, se advierte cierta ambigüedad en este discurso, relacionado con el poco interés genuino que se le proporciona a este fenómeno en sí, preocupación que está focalizado más  en la sociedad y en el daño que a ésta le ocasionan los drogadictos que en las vivencias personales de éstos. La sociedad aparece como víctima del mundo de la drogadicción, de los drogadictos. ¿Y no será al revés? ¿por qué no se mira más allá?

Detrás de esta necesidad de cuidar a la sociedad, la que aparece en un rol pasivo y de víctima, se aprecia una relación unidireccional, reflejada en la cadena pobreza- droga- juventud- delincuencia y muerte, muy aceptada y validada en el discurso social imperante.

Se trata de una visión del drogadicto proyectada por los distintos actores sociales que carece de una fundamentación válida y no corresponde a la experiencia vivencial del mundo de la droga. En este sentido, se establece una relación falsa, simplista y negadora, ya que los drogadictos no son pobres ni delincuentes; por el contrario son muchas personas presentes en la sociedad actual, que están cansados, desesperanzados y sin proyecto de vida.

Frente a este panorama y visión impuesta, cobran sentido los métodos represivos, de control y penalización, más que las acciones que se pueda realizar en el nivel preventivo.

La droga no es el problema en sí mismo, ya que ésta ha existido desde siempre, más bien es un síntoma de un problema previo y complejo, Las personas que se suicidan, no se suicidan por efectos de la droga, sino porque llegan a un nivel tal de deterioro, que se dan cuenta que su vida ha perdido sentido. Es un problema de tipo existencial. ¿Por qué cada vez más personas necesitan de la droga para sentirse mejor?.

Este es un problema que trasciende la pobreza económica y que más bien, tiene que ver con una pobreza de tipo espiritual; es así como un ejecutivo, para mantener un ritmo constante de trabajo y lograr bienes valorados excesivamente por la sociedad, puede llegar a ser un adicto de la cocaína. Pero, en el extremo contrario, está el caso de los jóvenes marginales, que para enfrentar el hambre y el frío, consumen neoprén. Los dos están siendo dañados por la droga, al tratar de satisfacer a través de ella, necesidades distintas. Tal vez, en el segundo caso, el joven se encuentra en una situación de doble vulnerabilidad, al vivir ya una situación de carencia económica que lo afecta física y emocionalmente.

Se concluye que el problema de las drogas no es privativo de la pobreza, sino que más bien ésta aumenta la vulnerabilidad de quienes viven en tal condicion. El fenómeno de la droga en el mundo de la pobreza es muy distinto a la droga en el mundo de la "no pobreza", dado que en ambas realidades existen características y motivaciones muy distintas para su consumo.

La pobreza implica vulnerabilidad en todo sentido. Se aprecian carencias físicas, materiales y emocionales que hacen que el consumo de drogas adquiera un matiz distinto al de los sectores no pobres. La vulnerabilidad es una característica propia o atribuible a determinados grupos sociales o personas, incluso instituciones o regiones, que se define como "la baja capacidad para protegerse o asimilar una acción externa indeseable o peligrosa" (Ibán de Rementería, 1999).

El problema de la drogadicción infantil es un símbolo claro de la pobreza. Es poco frecuente encontrar a niños de 9 a 12 años de sectores "no pobres", consumiendo drogas en las noches, a esa hora están en sus casas, disfrutando del hogar y del calor familiar. Al contrario, es más frecuente en niños de estas edades o incluso menores, en los sectores marginales. Un "pito" de marihuana en un niño o joven de un sector pobre es distinto a un "pito" de marihuana en un niño o joven que tiene sus necesidades socioeconómicas y emocionales satisfechas.

La pobreza genera carencias a todo nivel en la infancia, sean éstas físicas, materiales, emocionales, afectivas, etc., que expone a los niños y adolescentes a una situación muy grave y compleja.

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No obstante, en este punto surge un aspecto muy relevante que se aprecia en algunos niños (y también algunos adultos), que, pese a haber crecido, desarrollado o enfrentado un ambiente físico y emocional adverso y perjudicial (violencia, drogas, delincuencia, padres ausentes, pobreza, etc), lo superan sin salir dañados, a pesar de que las circunstancias parezcan indicar lo contrario. ¿Cómo lo hizo este niño para no hacer o ser lo que tenía que hacer o ser según las condiciones: drogadicto, delincuente, etc ? ¿Cómo se las arregló?.

Esto es conocido como Resiliencia y Stefan Vanistendael la explica como la capacidad de una persona de hacer las cosas bien a pesar de las condiciones de vida adversas; "es la capacidad humana para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado". Este concepto es aplicable tanto para niños como para adultos.

Todas la personas se enfrentan con adversidades, nadie está exento. Las adversidades pueden suceder dentro y fuera del círculo familiar (muerte, divorcio o separación, enfermedad, accidente, pobreza, malos tratos, abuso sexual, homicidios). Pero no todas las personas tienen la capacidad de superar las adversidades, lo cual tiene bastante relación con el disponer de otros agentes de apoyo o protectores.

La droga tiene sentido en el mundo de la pobreza, ya que provee -aunque sea de manera química, artificial, temporal o momentanea- la satisfacción de necesidades, independiente del nuevo problema que se genera con su consumo. Este problema no es prioritario o importante para quien tiene necesidades.

No se hace prevención enseñándole a las personas a temerle a la droga o asociándola a la delincuencia y la muerte, más bien se debe buscar las maneras de reducir la demanda de éstas por parte de la sociedad; se debe lograr que las drogas cada vez tengan menos sentido en la vida de las personas, se deben entregar alternativas para vivir de manera tal que no se necesite de sustancias externas, para estar mejor o para suplir aquello que falta.

Es una gran falacia cuando se dice que la droga en Chile está siendo abordada y que permanece bajo control. Según Egenau, detrás de este argumento existe una evasión de la necesidad de reflexionar y aceptar que los problemas de drogadicción en Chile se van a resolver cuando los problemas de pobreza, iniquidad e injusticia social se aborden o resuelvan.

Es muy probable que la persona consuma algún tipo de drogas cuando siente que ha sido marginada de los procesos de crecimiento económico-cultural . Esto implica que hay que poner atención a la individualidad, a las carencias, a las diferencias sociales, a la iniquidad social, a la marginalidad, al consumismo y a la competencia que son productos de las dificultades de la modernidad, de este "seudodesarrollo" y de la crisis espiritual que se aprecia, donde valores como solidaridad, honestidad y justicia han perdido espacio dentro de la existencia humana.

La drogadicción en el mundo de la pobreza se resolverá atendiendo a ésta y a la satisfacción de las necesidades de las personas, sean éstas niños, jóvenes, mujeres, hombres, ancianos; respetando sus derechos más fundamentales establecidos en instrumentos tales como la Declaración de los Derechos Humanos y la Convención de los Derechos del Niño, entre otros.

"El problema de la droga es más bien un problema de índole ético-valórico, donde se tiene que mejorar o replantear el proyecto socioeconómico del país, el cual está dañado, es macabro y corrupto" (Paulo Egenau).

Acciones desde el estado

A. Políticas existentes

Las políticas públicas globales en todos los países tienden a desalentar el uso excesivo o inadecuado de drogas. La información epidemiológica sobre fármaco-dependencia que se ha acumulado en los últimos 30 años, claramente ha revelado grandes efectos sobre la salud individual y la economía de los países. Por lo tanto, la mayoría de las naciones ha desarrollado una variedad de políticas para desincentivar la producción y el consumo.

Hasta 1990, en Chile existía una respuesta sectorial y los recursos del Estado se destinaban fundamentalmente a la parte represiva del tema, en desmedro de la prevención. Con el advenimiento de la democracia emerge el tema de las drogas como una preocupación central en el gobierno de la época, expresado con la creación del CONACE.

En 1990 se crea el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, CONACE, como una respuesta del Estado al creciente problema del consumo y tráfico de drogas. Su primera tarea fue elaborar en 1991 la actual Política y Plan Nacional de Prevención y Control de Drogas (promulgada en 1993). Actualmente es el responsable de velar por el cumplimiento de dicha Política y Plan Nacional.

El CONACE posee como una de las principales responsabilidades promover, coordinar, apoyar y evaluar las acciones que desarrollan en el tema los diferentes órganos de la administración del Estado. Para ello ha establecido una Secretaría Ejecutiva de carácter permanente que posee las siguientes funciones:

• Coordinar las acciones que se desarrollan en los diferentes organismos del sector público, tanto en la prevención como control de drogas.

• Organizar equipos interdisciplinarios de trabajo que evalúen estas acciones y propongan orientaciones técnicas.

• Recopilar, sistematizar y difundir información relevante sobre el tema de las drogas, con el propósito de apoyar las acciones que se emprenden.

• Apoyar técnica y financieramente las acciones de prevención  y tratamiento que desarrollan los organismos públicos y privados.

• Promover la participación de organizaciones no gubernamentales y apoyar las iniciativas de la comunidad organizada.

• Formular y realizar investigaciones y estudios que permitan conocer el comportamiento del fenómeno del consumo indebido de drogas y orientar las acciones que se efectúen.

En 1992, el CONACE impulsó, además, la creación de los CORECE (Consejo Regional para el Control de Estupefaciente), como órganos encargados de coordinar la acción en el tema de drogas y velar por el cumplimiento de la Política y Plan a nivel regional. Entre sus principales acciones destacan:

• elaborar una política regional en materia de drogas;

• promover la formulación y ejecución de programas regionales, provinciales y comunales de prevención;

• fomentar la creación de consejos provinciales cuando la realidad lo indique;

• facilitar la coordinación de las instituciones públicas y privadas, apoyando el plan regional;

• conocer la realidad del problema en la región;

• establecer las prioridades y estrategias regionales en cuanto a prevención, tratamiento, control y rehabilitación;

• apoyar financieramente los programas, proyectos y acciones que se generen  en la región, canalizando los recursos provenientes de distintas fuentes, para lo cual debe supervisar y apoyar técnicamente la ejecución de los proyectos.

Existen CORECE en todas las regiones, pero su funcionamiento está condicionado por la prioridad política que le da cada región al tema, por lo cual se aprecia una diversidad bastante grande a lo largo del país. Esto afecta obviamente el cumplimiento del Plan a nivel de las regiones.

En algunas regiones se han constituido los COPROCE (Consejo Provincial de Control de Estupefacientes), debido a la gran diversidad que existe respecto al problema al interior de éstas (distintas manifestaciones del problema, identidad cultural, problemas sociales, etc.)./p>

Así por ejemplo, en la Décimoquinta Región, en la Provincia de Arica, sus habitantes se sienten estigmatizados por la problemática de la droga, manifestando, por lo tanto, una gran resistencia a todo lo que viene de otro lugar que no sea Arica. En la misma región, en la Provincia de Parinacota, existe una gran cantidad de población Aymara, la que le asigna una función distinta a ciertas drogas. Esto influye en la formulación de la política de drogas a nivel provincial, la que es distinta para el caso de Arica y Parinacota.

Aunque CONACE propone una política y un plan nacional de prevención y control de drogas, es responsabilidad de cada región, provincia y  comuna, el adecuar este plan a su realidad particular.

En el último tiempo el CONACE se ha dedicado, además, a fortalecer el trabajo a nivel de las comunas. En 1997, puso en marcha en 15 comunas del país un proceso de implementación de Sistemas Comunales de Prevención del consumo indebido de drogas, que utilizó como guía de referencia metodológica un instrumento llamado Modelo Operativo, que surge producto de un convenio entre D.O.S, CONACE y la Universidad de Chile. Esta experiencia permitió visualizar la importante potencialidad que hay en el trabajo coordinado e intersectorial como forma de abordar la temática a nivel local.

Por otra parte, si bien existen muchos municipios que han implementado algún programa de prevención, aún falta reforzar esta acción debido a la magnitud y características que ha adquirido la problemática en el país.

Considerando la amplitud de acciones que puede desarrollar el Municipio, la labor que han realizado algunos en relación a la temática y las experiencias de las 15 comunas, el CONACE ha diseñado durante 1999 una propuesta dirigida a los gobiernos locales para implementar Sistemas Comunales de Prevención en el país (SISCOP).

El SISCOP es una estructura preventiva de raíz comunal, cuyo centro estratégico está en el Municipio, conectado con la estructura preventiva nacional, regional y provincial, autónomo en sus procesos de administración, gestión y producción de acciones preventivas. Consiste en la participación activa y conjunta del gobierno local (Municipio), de la comunidad y de los diversos sectores (salud, educación, justicia, infancia, deporte, etc.) en la formulación e implementación de una política comunal de promoción de la salud mental y de prevención del consumo abusivo de drogas, fortaleciendo las capacidades locales para la toma de decisiones en relación a la temática.

El SISCOP comprende dos componentes fundamentales:

1. Una estructura organizacional instalada en el Municipio, que constituye el sustento orgánico e institucional del SISCOP. Su función es construir la factibilidad política, financiera, organizacional y técnica al SISCOP, de acuerdo a los lineamientos establecidos a nivel nacional y requerimientos locales.

2. Una red social abierta, que es el sistema de relaciones entre personas, organizaciones, comunidades e instituciones a través de la cual puede operar el SISCOP, ya que conecta la estructura organizacional municipal con entidades sectoriales, de la comunidad y de la sociedad civil. A través, de esta red opera la prevención comunitaria, ya que permite la optimización y distribución de recursos planificadamente.

El fin último de este Sistema Comunal de Prevención es elaborar un Plan Comunal de Prevención de Drogas, que a su vez esté incorporado en el PLADECO. En definitiva se busca "acercar" las Políticas Nacionales y Regionales a nivel local.

Los SISCOP comprenden cuatro fases:

El CONACE en esta primera fase (noviembre de 1999 a diciembre del 2000) proporcionará recursos económicos para la contratación a jornada completa de un profesional durante estos 14 meses para que conduzca el proceso de instalación del SISCOP, además proporcionará los recursos económicos para adquirir un equipo computacional y los insumos necesarios para realizar el trabajo. La idea es que durante esta primera fase, el tema se posicione en la comuna y se elabore un Plan Comunal de Prevención de Drogas, el que se inserte luego en el PLADECO.

A medida que se cumpla con los objetivos propuestos y se avance en las fases propuestas, el CONACE se irá desligando del financiamiento y apoyo técnico, ya que se espera que el Municipio gradualmente vaya asumiendo la intervención en drogas, a través de la contratación de un profesional (Coordinador Comunal de Prevención) y/o la creación de una oficina de prevención que trabaje coordinadamente con los CORECEs.

Este programa comenzó a funcionar en octubre de 1999, periodo en que se seleccionó a los Municipios con los que el CONACE estableció un Convenio de Gestión y se capacitó a los profesionales encargados de implementar los SISCOP.

Las comunas fueron seleccionadas de acuerdo a varios criterios, entre los que destacan alta prevalencia e incidencia de consumo (de acuerdo a Tercer Estudio Nacional de Consumo de Drogas en Chile, 1998), focalización en comunas urbanas (se está cubriendo el 70 por ciento de la población urbana total del país), caracterización socioeconómica baja y nivel de sensibilización de las autoridades (interés explícito de Alcalde y Concejo; experiencias previas de intervención, etc.).

Además, se realizó una distribución territorial, de manera que todas las regiones del país estuviesen presente en este programa y se intentó aunar esfuerzos con la focalización que realizó el MINEDUC (Subprograma de Prevención Escolar). De acuerdo a estos criterios se seleccionaron 58 comunas, de las cuales 30 corresponden a la Región Metropolitana.

Ver: Drogas en general

Ver: Prevención

Fuentes Internet:

www.pololeos.com/.../biblioteca/menubiblio.html

www.conacedrogas.cl/.../preguntas_frecuentes.php