Afganistán, Historia

El país en cifras

Crecimiento anual: 1,6% (1992-2000).

Hijos por mujer: 6,9 (1992).

Un médico cada 7.692 hab. (1988-91).

Mortalidad infantil (menores de cinco años): 257 cada 1.000 (1994).

Consumo de calorías: 89% de lo requerido (1995).

Agua potable: 12% de la población tiene acceso (1990-95).

Analfabetismo: 69% (1995).

86 diarios (1995), 84 televisores (1995) y 89 radios cada 1.000 hogares (1995).

1 teléfono cada 1.000 habitantes (1993).

Libros: 101 títulos cada 1.000.000 en 1995,

Índice de precios al consumidor: 100 en 1990; 143,8 en 1991.

Cereales importados: 322.000 tons. métricas (1990).

Fiesta nacional: 27 de mayo, Independencia (1919).

Montañas afganas

Geografía

Afganistán es un territorio semidesértico y montañoso, cuyas únicas zonas fértiles son los valles de los ríos.

Historia

Por la posición geográfica excepcional de Afganistán, situado entre la península india, la meseta iraní y el Asia central, su historia, su arte y su arqueología siempre han sido sensibles a la influencia de las regiones vecinas. Desde el paleolítico superior, el neolítico y la edad de bronce, Afganistán siempre ha sido un pasillo para los intercambios entre las culturas caspia, bactriana e hindú. Entre 1600 y 1000 antes de Cristo, el país estuvo habitado por las poblaciones de origen indoeuropeo. Las principales actividades económicas fueron, hasta el siglo XX, el pastoreo y el cultivo del opio.

La historia de Afganistán empieza realmente en el siglo VI antes de Cristo, con la conquista aqueménida. En el siglo IV, el país entra en una nueva fase con la expedición de Alejandro Magno. La fundación de las "Alejandrías", nombre dado por Alejandro a un gran número de ciudades a su paso, seis de las cuales existen todavía en el Afganistán actual, así como la presencia de colonos griegos y macedonios, dieron lugar a la creación del reino greco-bactriano hacia el 250 antes de Cristo. Este reino fue destruido en el siglo II antes de Cristo por invasores de origen escita, procedentes del norte.

De este modo, en el curso de su historia, Afganistán pasó por las manos de griegos, turcos sasánidas, árabes, mongoles y persas, entre otros; la colonización árabe llevó allí el Islam, que hoy es la religión del 90% de la población.

Otros pueblos también se asentaron en Afganistán, buscando tierras de pastoreo: uzbekos y tayikos del Norte, pushtunes, y grupos numéricamente menores como hazaras e ismaelitas. Reino independiente desde el siglo XVIII, llegó a dominar militarmente durante algún tiempo a Irán y a la India y pudo resistir dos guerras contra el Imperio Británico a fines del siglo XIX, gracias a lo difícil de su terreno y a la tradición guerrera de sus habitantes.

Convertido en "Estado-tapón" entre dos imperios, con fronteras trazadas artificialmente por éstos y que dividen a pueblos que no las reconocen (cruzando a uno u otro lado de ellas en busca de pasturas para sus rebaños), el país sólo consiguió liberarse del "protectorado" inglés en 1919, luego de una tercera guerra anglo-afgana, que esta vez duró cuatro meses.

El líder de la independencia fue Amanullah Kan, nieto del emir impuesto por los británicos. Desde el gobierno se propuso modernizar el país y fue el suyo el primero en el mundo en establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. Fue derrocado en 1929 por el clan de los Mohammedzai (descendientes de la dinastía destronada en 1879) que coronaron a Mohamed Nadir Sha. La Constitución de 1931 reconoció el poder de los jefes locales y creó un sistema que no fue impugnado hasta 1953.

Pese a las victorias militares sobre los británicos, la presión económica del mercado mundial obligó a Afganistán a hacer concesiones y a iniciar un proceso de "occidentalización", creando un ejército inspirado en los modelos europeos, fundando los primeros colegios laicos y adoptando un régimen político de monarquía constitucional parlamentaria. Las relaciones de Afganistán con el mercado eran más o menos las mismas de cualquier Estado incipiente: exportaba materias primas (lana, algodón, extracciones mineras como plomo, cobre y cromo) e importaba productos manufacturados.

Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, a consecuencia del vuelco completo de las economías occidentales hacia la industria bélica, varios países atrasados diversifican su actividad económica, generando una relativamente pequeña industria liviana, productora de bienes de consumo (alimentación, textiles, etcétera). Esto se da también en Afganistán.

En 1973, sectores populares (en particular industrial y minero) derrocan al rey y se hacen cargo del poder en un frente con el estalinista Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA). El ex presidente Mohammad Daud se pone al frente del gobierno, con casi la mitad de ministros del PDPA, pero manteniendo la vieja línea nacionalista de disputas con Pakistán, y se proclama la república.

Daud aspiraba a recibir los fondos que la Unión Soviética (URSS) le proveía por razones estratégicas, pero sin ajustar su política a los dictados del Kremlin y manteniendo eternamente una "tercera posición".

La ocupación soviética

Tanques soviéticos en Afganistán

En 1978, en Irán, un frente popular encabezado por los fundamentalistas musulmanes shiítas del Ayatollah Khomeini derroca a la monarquía pro-occidentalista del Shah. El nuevo gobierno expulsa a las tropas norteamericanas y barre con las bases militares que los Estados Unidos habían instalado a lo largo de la frontera con la Unión Soviética. Este hecho marcaría el destino de Afganistán.

Ante la posibilidad de que los Estados Unidos busquen sustituir las bases perdidas emplazando otras nuevas en la frontera soviético-afgana, la URSS corre al auxilio del régimen de Kabul. Este y no otro fue el motivo de su asistencia militar al PDPA afgano. Si la URSS intervino en ese momento fue porque estaba en juego la seguridad de sus fronteras, del mismo modo que, después de la Segunda Guerra Mundial, dirigió las expropiaciones en Europa Oriental sólo porque era la única forma de mantener el "cordón de seguridad" en torno a sus fronteras.

Tan pronto como llegan las noticias de Irán, el PDPA, instruido por el Kremlin, derroca al gobierno de Daud y se instala en el poder, con el apoyo de una porción considerable del ejército.

En marzo y agosto de 1979 se producen dos importantes levantamientos, el último en la misma Kabul. Las fuerzas leales al PDPA son impotentes para reprimirlo y, viendo amenazado al gobierno, el Kremlin manda tropas por su propia cuenta. El entonces presidente del gobierno, Amin, que pertenecía a la fracción del PDPA más distanciada de la URSS, protesta contra la entrada inconsulta de tropas en su territorio. Taraki, el jefe de la fracción más leal a la URSS, se entrevista con el primer ministro soviético Brezhnev y acuerda la sustitución de Amin, pero la maniobra sale mal y es Taraki el que resulta asesinado. El Kremlin decide intervenir en forma directa. El 24 de diciembre empieza el desembarco soviético en Kabul, llegando a 5.000 efectivos el día 27. Derrocan y mata a Amin y lo reemplazan por Babrak Karmal. Los tanques soviéticos tenían el poder.

La ocupación soviética fue condenada no solamente por las grandes potencias, sino por varios estados árabes que no veían con agrado la primera incursión soviética directa en "tierras del petróleo". China y Albania se unieron contra la ocupación, ya que el gobierno chino privilegiaba la buena vecindad con los norteamericanos desde los años setenta.

Entre enero y febrero de 1980, mientras el número de efectivos soviéticos iba creciendo, se organizó una "red" mundial para el entrenamiento de rebeldes afganos o muyaidines (guerreros santos). Egipto, Arabia Saudita, Irán e incluso China tuvieron sus campos de entrenamiento, pero el grueso de la organización de la guerrilla antisoviética se hizo desde Pakistán. Se dice que, allí,  la CIA financiaba con miles de millones de dólares a los muyaidines. La ocupación sólo fue apoyada por los Estados aliados del Kremlin (salvo China y Albania), por la OLP y por tres países árabes que dependían estrechamente del apoyo militar de la URSS: Siria, Libia y Argelia. Para noviembre, los efectivos soviéticos llegaban a un millón (1.000.000).

La organización de la guerrilla antisoviética se basó en antiguas organizaciones militares campesinas, que si bien tenían que recibir un extenso entrenamiento militar antes de estar en condiciones de luchar con los soviéticos, tenían la ventaja de conocer a la perfección los difíciles terrenos montañosos en que se libraban las batallas.

El motivo por el que a la guerrilla le fue tan sencillo encontrar una base social en el campesinado no sólo hay que buscarlo en el "atraso" o en los "lazos ancestrales" de estos campesinos con los jefes regionales y con el islam, sino sobre todo en la desastrosa política del gobierno pro soviético, que nunca llevó a cabo una verdadera reforma agraria, aunque tomara algunas medidas parciales en favor de los campesinos (por ejemplo, la eliminación de la usura y el establecimiento de tasas de interés fijas y relativamente bajas, o la expropiación indemnizada de un reducido número de latifundios). Los campesinos se alinearon en su mayoría con los fundamentalistas.

La guerra entre las tropas soviéticas y los muyaidines se desarrolló durante diez años.

La retirada soviética se producirá en febrero de 1989 y el gobierno de Mohamed Nayibulá será destituido por los muyaidines de Burhannudin Rabbani. En 1992 se instaura la república islámica de Afganistán. A partir de este momento, prosiguen los movimientos de población y cuatro fuerzas tratan de luchar por el control de la capital, Kabul. Estas fuerzas son: tayicos, hazara, uzbekos y los pastunes del Hizb-Islami.

El derrocado Rabbani

Unos años después, en 1994, comienza la formación de los talibanes en Kandahar, al sur del país. Su origen parece estar en la etnia Pastún, proveniente de los campos de refugiados de Pakistán e integrada por estudiantes de teología cuyo principal objetivo era derrocar al gobierno de Rabbani para instalar en Kabul uno de carácter estrictamente islámico. Su primera ofensiva se producirá en 1995, pero no será hasta 1996 que ocupen definitivamente Kabul.

Desde su llegada al poder impusieron de forma estricta la Sharia, ley islámica basada en el Corán y la sunna (tradición musulmana). Los efectos producidos fueron, sin duda alguna, devastadores:

Basan su estructura social en el código pastunwalí, lo que les obliga a hablar en pastú y resolver sus disputas en el consejo tribal o jirga.

Se mandó a todas las mujeres a sus casas, prohibiéndoles trabajar, el acceso a las universidades y la atención médica se vio bastante restringida. Se les aplicó el hejab, que daría paso al posterior burka (velo que cubre todo el cuerpo).

Aunque Afganistán no tiene salida al mar, está ubicado estratégicamente en el camino entre las aguas del Océano índico y las repúblicas ex soviéticas del Asia Central, donde se estima que hay abundantes reservas de petróleo aún no explotadas; Afganistán es, pues, el único territorio a través del cual se podría construir un oleoducto para sacar el petróleo a los puertos pakistaníes o iraníes y permitir su comercialización internacional, y esto constituye su principal importancia estratégica actualmente.

El país, además, cuenta con considerables riquezas mineras y, sobre todo, con la "flor nacional", la amapola de la que se extrae el opio, sustancia de la que Afganistán es el segundo productor mundial después de Birmania. Una parte de este opio es destinada a usos médicos legales, y otra parte entra en el circuito de procesamiento y distribución ilegal, sobre todo en la forma de heroína, pasando por Pakistán para luego circular internacionalmente.

La lucha por el control de esta producción estuvo en el fondo de la "guerra contra las drogas" que mantuvieron los Talibán. No es extraño que algún gobierno y sus autoridades, cuando se proponen "terminar con los narcotraficantes", lo que hacen en la práctica es terminar con los narcotraficantes de la competencia. Así ha ocurrido en el sudeste asiático, donde Mahatir Mohamed, el presidente de Malasia, ejecuta a los narcotraficantes pequeños para asegurarse su dominio del mercado; y así ha ocurrido también, se dice, en Afganistán.

El fin del Talibán

Cuando el 11 de septiembre del 2001 los aviones comerciales guiados por terroristas se estrellaron contra las torres del World Trade Center en Nueva York, empezó la caída simultánea de las enormes moles de acero y del régimen que lo permitió.

Estados Unidos, con pruebas concretas sobre la culpabilidad de Osama Bin Laden, decidió emprender una lucha a fondo contra el terrorismo internacional. Para ello contó con el apoyo de casi todos los países del mundo, sin distingos de clase o de religión.

Para dar caza a Osama Bin Laden consideró imprescindible sacar del poder al gobierno talibán de Afganistán el cual cobijaba en su territorio a Bin Laden y a sus seguidores. El país era, además, base para entrenamiento de terroristas.

Después de un mes de intensos bombardeos aéreos a las fuerzas del talibán, con los cuales se destruyó toda su capacidad bélica, el gobierno talibán fue depuesto y tomó el control del país, en diciembre del 2001, un gobierno interino, propiciado por las Naciones Unidas y elegido con la participación de cuatro de las más importantes etnias de Afganistán.

Estados Unidos, en tanto, proseguía su tarea en la búsqueda de Osama Bin Laden quien había perdido todo el apoyo logístico que le brindaban el régimen talibán y su amigo y pariente político, el mulá Omar.

Ver, en Internet:

http://web.jet.es/amsalud/boletina/bkabul.html

http://www.fuentesunesco.org/news/fullstory.php/aid/230.html

http://www.eurosur.org/guiadelmundo/paises/afganis/index.htm

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