Krill

El krill (Euphasia superba) es un pequeño crustáceo de aproximadamente tres a cinco centímetros de largo que superabunda en las aguas heladas de la Antártica debido, aseguran algunos investigadores, a un importante daño ecológico, la caza indiscriminada de ballenas, principales consumidores de él.

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Krill (ampliar imagen)

Tiene una apariencia similar a un camarón. Existen cerca de 90 especies en el mundo, y sólo en el Antártico se estima una biomasa de krill de 5.000.000 de toneladas.

Los bancos de estos crustáceos suelen tener densidades de 20 kg. por m 3 .

Se alimentan filtrando con sus patas plumosas las diminutas diatomeas (algas) del agua. Emiten una luz azul verdosa que posiblemente les sirve para reunirse en el momento de desovar.

Del krill se alimentan peces, aves y muy especialmente las ballenas, las cuales pueden consumir dos toneladas de una vez.

Según la especie, permanecen en la superficie o bajan hasta profundidades de 2.000 m. Es alimento fundamental de numerosas especies en el Antártico. Una rotura en la cadena alimenticia, de la cual el Krill forma parte, podría tener consecuencias catastróficas en términos ecológicos.

Es, pues, un elemento estratégico en la biología antártica, constituyendo quizá uno de los eslabones más importantes de la Cadena Trófica.

El krill y sus consumidores (ampliar imagen)

La abundancia de krill y su posible explotación como fuente alimenticia para la humanidad ha sido un tema de frecuente controversia entre la comunidad científica antártica.

Ciertos resultados indicarían que la abundancia de este crustáceo es tal que podría explotarse sin poner en peligro la fauna antártica, pero otros especialistas opinan lo contrario.

La dramática disminución de las ballenas, que ha colocado a varias especies al borde de la extinción, ha originado teóricamente un excedente en las poblaciones de krill. Sin embargo, este teórico exceso es probablemente ilusorio.

Su explotación a gran escala es estudiado con interés por rusos y japoneses. Las cifras que se han manejado respecto a la posible producción anual de krill son tan dispares, que lo único que han demostrado es la ineludible necesidad de emprender un estudio imparcial antes de acometer esta nueva actividad pesquera.

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Krill, semeja diminutos camarones
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Por otra parte, el recibimiento que pudieran dispensar los consumidores al krill no es bien conocido, y las técnicas de pesca y conservación todavía no están satisfactoriamente desarrolladas. Tras su captura, el krill debe elaborarse lo antes posible, a una temperatura inferior a los diez grados centígrados, debido a su rápida degeneración.

Dada la influencia que su pesca indiscriminada en el Antártico podría causar en la Cadena Trófica , se ha creado una oficina en Australia dependiente del Tratado Antártico, que posee poderes especiales para limitar estas capturas.

Las características bioquímicas del KRILL son el alto contenido en flúor de su caparazón y el poseer una rápida autolisis después de la pesca, estos aspectos obligan a separar en menos de cuatro horas y a cinco grados centígrados la pulpa del caparazón, obteniendo así una sustancia apta para la alimentación humana.

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Detalle de las plumosidades que el Krill utiliza como filtro del alimento.

El alto contenido proteico del krill, 64 por ciento de su peso seco en pulpa, con 45 por ciento de aminoácidos esenciales lo convierte en la reserva potencial proteica del mundo.

Además, puede considerarse uno de los productos marinos con más efectos antiaterogénicos debido a su bajo contenido en colesterol, 30 miligramos (mg) por cada 100 gramos; su alto porcentaje de ácidos grasos omega3 (1,47 miligramos por cada 100 g), y la alta presencia de vitaminas A, B y D así como de oligoelementos, especialmente selenio.

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