Milton y Bolita

(León Tolstoi)

Milton era un perro de caza , alto y delgado, de pelaje gris con manchas oscuras y largas orejas, muy inteligente. Lo compré para cazar faisanes. Milton no peleaba con Bolita; la verdad es que ningún perro peleaba con Bolita, ya que cuando enseñaba los dientes todos se iban trotando.

Un amanecer partí a cazar con Milton y descubrí que Bolita venía siguiéndonos. Traté de echarlo y fue inútil, y como ya estábamos lejos de la casa, no podía devolverme a dejarlo. No quedó más que continuar adelante con él, rogando que no surgieran problemas. Pero apenas Milton olfateó la hierba y comenzó a buscar el rastro de los faisanes, Bolita se precipitó, metiendo la nariz por todas partes y saltando de un lado a otro. Su olfato percibía el olor de las aves; sin embargo, no era tan fino como para permitirle dar con las huellas.

Entonces observó a Milton y comprendió que debía ir en la misma dirección de éste. Así, en cuanto el perro de caza, rastreador seguro, principiaba a husmear, Bolita lo seguía un instante y se le adelantaba. Era tiempo perdido que yo lo llamara, porque insistía en perturbar a Milton en su tarea.

Convencido de que la cacería no iba a resultar, decidí que regresáramos a la casa.

Pero el inteligente Milton se las arregló para poner a Bolita en su sitio, y apenas éste corrió adelante, empezó a dejar de lado la pista que rastreaba, fingiendo olfatear en otro sitio. Desorientado, Bolita fue hacia Milton, y recién entonces él persiguió el rastro verdadero. Varias veces le hizo este juego, y por fin logró que nuestra cacería resultara.

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