Segundo Medio: Lenguaje y Comunicación

Anexo 4: Uso del lenguaje expositivo: actitudes y valores

La participación de los alumnos y alumnas –como emisores y receptores– en distintas situaciones de comunicación en que predomina la función referencial del lenguaje y que tienen por finalidad fundamental transmitir, intercambiar y compartir informaciones y conocimientos, debe orientarse a desarrollar, en un grado mayor que en los cursos anteriores, una actitud reflexiva sobre el lenguaje que conduzca a afirmar la conciencia acerca de su valor y de la riqueza de posibilidades que él ofrece como medio privilegiado de producción, transmisión, conservación e intercambio de conocimientos sobre la infinita variedad de elementos que constituyen la realidad y la experiencia humana.

Asimismo, a valorar la importancia y significación que ello tiene en los procesos de creación, transmisión, conservación, recreación y transformación de la cultura; en los procesos de formación de las personas, en la vida de relación interpersonal y en la convivencia social.

Esa actitud debe traducirse también en la atención y cuidado que presten los estudiantes a la construcción adecuada de los discursos expositivos en las diferentes situaciones comunicativas en que intervienen y a actuar en ellas con pertinencia.

Ello implica:

• Una actitud responsable y consciente de que, para que la exposición sea una verdadera situación de transmisión e intercambio de informaciones y conocimientos, debe tener fundamento en un saber consistente y pertinente a los temas que se exponen; debe adecuarse al tipo y carácter de la situación comunicativa en que se desarrollan en cuanto a códigos y normas, léxico, estructuras verbales, elementos no verbales y paraverbales correspondientes a cada situación; a los elementos de cohesión y coherencia discursivos, a las formas básicas del discurso expositivo que favorezcan la inteligibilidad del discurso y la comprensión de los objetos de la exposición.

• Importa también el desarrollo de la actitud de respeto por las opiniones ajenas, de  apertura y flexibilidad para incorporar los conocimientos, antecedentes, informaciones pertinentes y las diferentes perspectivas que otros pueden aportar a la exposición, así como para rebatir aquéllos que carecen de base, que son erróneos o que manifiestan puntos de vista no pertinentes a las materias y finalidades del discurso o que, con fundamento, no se comparten.

El reforzamiento de la actitud reflexiva sobre el lenguaje es también la base para desarrollar la conciencia y la capacidad de evaluación y autoevaluación de los actos comunicativos en que se participa como emisor o receptor, de las intervenciones y comportamientos, y de los productos y resultados de ellos.

Ello es fundamental para el mejoramiento de las competencias comunicativas y para reforzar la apreciación del valor e importancia del lenguaje y del discurso expositivo. Si éste es inteligible, pertinente y bien elaborado hace posible el intercambio de informaciones y conocimientos en múltiples situaciones comunicativas, nos permite una mejor comprensión del mundo, de los otros y de nosotros mismos y, de esa manera, contribuye a superar muchos problemas de incomprensión, desencuentro, incomunicación que afectan gravemente las relaciones interpersonales y la convivencia social.

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